México bronco
Freddy Sánchez jueves 7, Jul 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
En el México de nuestros ideales deberíamos tener un sistema educativo altamente tecnificado con un programa de estudios acorde con las necesidades del futuro, para forjar educandos bien preparados que logren disfrutar de bienestar económico.
En el México de nuestras realidades seguimos teniendo un sistema educativo mediocre, mal tecnificado, desconectado de las necesidades del futuro e incapaz de forjar educandos preparados para conseguir una vida satisfactoria.
En el México de nuestros ideales deberíamos tener educadores competentes, dotados de instrumentos apropiados para la enseñanza moderna que los tiempos actuales requieren y por lo mismo merecedores de un salario digno que los remunere como es debido a cambio de su dedicación y esmero.
En el México de nuestras realidades los mentores siguen estando insuficientemente preparados, lo que va de la mano de sus sueldos paupérrimos y la carencia de elementos fundamentales para su tarea docente.
En el México de nuestros ideales los padres de familia deberían ser los primeros en demandar los cambios indispensables para una mejor educación de sus hijos y estar dispuestos a capacitarse para contribuir con una educación familiar que sea la base de un sano desarrollo social.
En el México de nuestras realidades los padres de familia parecen adoptar una postura apática y nada participativa al desentenderse de la obligación de ser parte indispensable para educar a sus hijos en sus respectivas casas inculcándoles valores cívicos y morales.
En el México de nuestros ideales los representantes sindicales del magisterio deberían ser un factor de apoyo al mejoramiento de la educación, asumiendo única y exclusivamente la legítima defensa de los justos y correctos derechos laborales de sus representados, administrando con trasparencia los fondos sindicales para contribuir al bienestar de los mentores.
En el México de nuestras realidades los sindicatos magisteriales no han dejado de ser un obstáculo para el cambio educativo, procurando conservar privilegios y prebendas que benefician a las dirigencias y en poco o nada ayudan a dotar de una mejor vida a los educadores.
En el México de nuestro ideales las autoridades y políticos deberían actuar con ánimo de conciliación entre los distintos actores de la educación, a fin de armonizar las relaciones y dar impulso a las medidas que beneficien a los educandos y educadores, a los padres de familia y las representaciones sindicales, atendiendo siempre con apertura y buena disposición cualquier planteamiento en aras de corregir posibles deficiencias o disposiciones contrarias al bien común.
En el México de nuestras realidades las autoridades y políticos no han sido capaces de instrumentar las acciones pertinentes para evitar confrontaciones y conflictos propiciando con sus pasividad o malas tácticas la frustración de un cambio educativo en favor de México, mientras que las aulas dejan de operar, las calles se ven inundadas de protestas sociales y el provenir de la educación sigue estando a merced de minorías que parecen actuar en defensa fundamentalmente de sus mezquinos intereses personales.
Así las cosas, obviamente, la impericia, mala voluntad, deshonestidad y corrupción se oponen a la realización del México de nuestros ideales como si siguiéramos viviendo en el conflictivo y degradante México bronco.