La Ley anticorrupción
Francisco Rodríguez miércoles 6, Jul 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Ahora sólo falta que quieran meter en la lista de las “reformas estructurales” la de la llamada anticorrupción. Un engendro más rebajado que la leche de Diconsa —¿existe?— que encabeza el “arsenal” de la “cruzada contra el hambre”, a estas alturas, letra muerta.
Los próceres son voraces también en eso de colgarse medallitas de reconocimientos internacionales y cooptación de textoservidores y lambiscones, de tomo y lomo. Así como de poner remoquetes inmundos y falaces a sus criaturas nonatas. Teniendo toda la legislación a la mano y a su libre discreción y arbitrio, no la usan, porque no la conocen.
O a lo mejor, están bien asesorados por sus confidentes de cuello blanco y carteras repletas, y la evaden a propósito para no ser totalmente descubiertos y despreciados. Para seguirla violando más que a una meretriz de textos de Corín Tellado.
Aunque la cruda realidad —Gramsci dixit— les sorraje en sus narices lo que es público y notorio: el Centro de Estudios de la Opinión Pública dependiente de la Cámara de Diputados —tal vez su único órgano sano en ese mar de corrupción en que están convertidos San Lázaro y la Cámara alta— dio a conocer lo innegable:
Que el 76% de los mexicanos ve mermado su salario, mientras el 56% sólo ve cómo crecen sus deudas impagables. Que todos hemos empeorado en nuestra economía, menos el 1% de los mexicanos, protegidos hasta el límite de lo inaudito.
Sucede que la joya de la corona de la Ley General de Responsabilidades Administrativas, vetada tortuosa y maléficamente, rechaza que los proveedores enriquecidos con las compras del gobierno presenten sus declaraciones fiscales, patrimoniales y de conflicto de interés, la famosa 3 de 3, para cambiarla por un acuerdo en lo oscurito que, a no dudar, será promulgado de inmediato, si no es que antes.
Desde hoy, las empresas propiedad del 1% de los ganones sociales, sustituirán el compromiso por declaraciones de buenas intenciones, cartas de buena conducta y prestigio empresarial, más “certificados de buenas prácticas mercantiles y ética comercial”. Más falso que todas las promesas institucionales, peor que un billete de tres pesos.
Esas declaraciones y certificados de buena conducta serán coordinados y evaluados por quien despacha en la Secretaría de la Función Pública, Virgilio Andrade –among all people—, al servicio de Videgaray, padrino hasta del precandidato Meade, panista de confesión y convicción.
Aparte de herraderos, trastupijes, entrambuliques, mofas y sornas de éste, que va para dos años sin ofrecer una sola prueba de vida y que no acaba de balbucear nada sobre los trinquetes.
El Estado carece de dientes
Dicen en las cámaras que coordinan Emilio Gamboa Patrón y César Camacho Quiroz, que la empresa proveedora que falsee información sobre lo anterior, será “inhabilitada” (?) en sus funciones.
¿Qué aparato de supervisión fiscalizará o siquiera revisará los contenidos de sus buenas intenciones, su prestigio y su ética comercial? ¿Quién comprobará, demostrará y exhibirá sus dichos unilaterales? ¿Qué dependencia tendrá los dientes necesarios para despedazar esa presa?
En el caso de que algo saliera a la luz, ¿en cuál de las dependencias surtidas se inhabilitaran, sólo para taparle el ojo al macho? ¿En cuántas otras centralizadas o desconcentradas seguirán haciendo de las suyas? Porque de ninguna manera se cree que el Estado tenga la capacidad para sacarlas del mercado.
Se abre hoy una nueva cruzada: la de perseguir otra vez, tráfico de influencias, prevaricato, colusión, peculado, uso indebido de recursos, malversación, enriquecimiento inexplicable. Desde aquella “renovación moral de la sociedad” (jajajaja), tiene 40 años que oímos el macabro sonsonete. Estamos como cuando la gringa insaciable gritaba en Acapulco: “¡Ya cámbienme de borracho!”.
La renovación moral de la sociedad, programa estrella de Miguel de la Madrid, ofrecido a los cuatro vientos, acabó siendo una vendetta para cebarse con los restos del presidenciable competidor, Jorge Díaz Serrano. Pero no tienen ni a un enemigo de ese tamaño enfrente. Sólo que se decidan encarcelar o inhabilitar para siempre a Juan Armando Hinojosa o al compadre San Román, los constructores favoritos, únicos, exclusivos y excluyentes. No lo creo. Sería tanto como pegarse un balazo en el pie. Aunque… no lo dudo, son capaces de todo. Primero, están sus cuerpecitos.
Y en tanto, los “funcionarios” cuentan cuentos a la sociedad
Mientras, los borderlines siguen colgándose medallitas: Osorio Chong acaba de declarar que ¡ha golpeado las estructuras básicas de todos los cárteles de la droga! Le digo: son expertos en darse balazos en los pies. ¿Alguien lo duda? Humberto Castillejos Cervantes, el procónsul, meterá, a como dé lugar a los siete nuevos magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y a los del Tribunal Fiscal, y a los de… Total, sólo faltaría tomarles la protesta en las cámaras, que el chaparrín, dueño de la otra casa de las Lomas —Aristegui dixit— maneja como cualquier trasto de cocina.
Las alzas de combustibles y electricidad, mientras se rematan los bienes y se regala Pemex y la CFE, seguirán provocando alzas en cascada —Canacintra dixit—, hasta que el restante 99% de mexicanos quedemos exhaustos. In artículo mortis.
Siguen sumándose adeptos a los bloqueos carreteros de la CNTE, empresarios, obispos y delincuentes organizados.
No cabe duda: ¡Vamos bien! Funciona el desmantelamiento de lo que resta del país y de sus habitantes.
Índice Flamígero: A los criminales incrementos en precios y tarifas de los combustibles y electricidad que el gobierno aseguró no sucederían “gracias a la reforma energética y a sus enormes beneficios para la población” (no se ría, por favor), se refiera la colaboración que este día envía El Poeta del Nopal: La titula: “La tercera en la frente”. Y enseguida rima: “Si aumenta la gasolina / aumenta todo en cascada, / una derrota anunciada / y pasaporte a la ruina; / si el director desafina / en múltiples ocasiones / con impecables razones / alza la voz el vidente: / es la tercera en la frente / para un país de agachones.” Gracias, don Alfredo Álvarez Barrón.
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