Intolerancias facciosas
Freddy Sánchez martes 5, Jul 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Una propuesta audaz, y por lo mismo, sumamente polémica, resultó la de crear un gobierno de transición, para que con tranquilidad y paz social se transmita el poder presidencial en el 2018.
Eso que dijo Andrés Manuel López Obrador, además de exigir la inmediata renuncia del secretario de Gobernación y la liberación de los líderes de la CNTE, sujetos a proceso penal, motivó una andanada de críticas para el tabasqueño.
Priístas y panistas se lanzaron a la yugular de “El Peje”.
Lo menos que le dijeron es que padece una enfermiza obsesión de poder y es un candidato para el hospital siquiátrico.
El vendaval de increpaciones para López Obrador provino de varios frentes, entre otros, a cargo de políticos panistas como el señor Lozano y Diego Fernández de Cevallos.
Claro que como se ha hecho costumbre en la jerga política, todo ha quedado en “dimes y diretes”.
Unos vociferan y otro también, sin la disposición de debatir con seriedad y respetuosamente sobre distintas ópticas de ver hacia el futuro, en bien de la estabilidad y la conciliación social.
Y es que entre los políticos parece predominar la necedad de querer ver invariablemente lo que les viene en gana y les conviene.
Una circunstancia que hace imposible un diálogo que favorezca corregir lo que está mal y dar paso sin demora a los acuerdos que por consenso de la mayoría permitan la realización puntal de lo que está bien en beneficio colectivo.
La mezquindad propia en el quehacer habitual de la política y los políticos y una evidente falta de solidaridad social en la mayoría de sus practicantes, continuamente entorpecen cualquier opción de cambio en aras de desterrar vicios y corruptelas.
Porque, lamentablemente, nunca falta “el pelo en la sopa” que da cabida a la defensa a ultranza de ciertos intereses creados, ( de los que hay muchos y en todas partes), lo que hace que los menos pretendan imponer sus condiciones y criterios sobre los más, a efecto de preservar e incluso incrementar sus privilegios y ganancias personales, aunque tal cosa vaya en perjuicio de la sociedad en su conjunto.
De ahí que ante todo acto de gobierno, (por más acuerdos y consensos de la mayoría que se hayan tenido como fue en el caso de la aprobación de las reformas estructurales), indefectiblemente aparece en la arena política una u otra objeción y resistencia para boicotear y echar atrás aquellos planes de cambio cuando se trata de cerrar la llave de las prebendas en favor de tal o cual sector afectado por las acciones institucionales en proceso de ejecución.
Algo habrá que hacer entonces, a fin de garantizar que México cambie en la dirección que el buen juicio y la razón lo aconsejen para fincar las bases de un provenir satisfactorio para la mayoría, sin tener que estar sometidos constantemente a las intransigencias de unos cuantos.
Y en ese sentido, quizás lo más conveniente sería promover un referéndum para que la sociedad exprese si debe o no procederse a reformar las nuevas leyes educativas y si debe o no hacerse uso de la fuerza pública contra sus opositores dedicados a alterar el orden público.
Que sea pues el pueblo el que decida si hay que escuchar y atender las exigencias de los que desaprueban y combaten la reforma educativa con marchas y plantones o por el contrario se debe hacer uso de la fuerza pública para poner un hasta aquí a intolerancias facciosas.