Graco y su frivolidad
¬ Augusto Corro jueves 30, Jun 2016Punto por punto
Augusto Corro
Sin duda, la frivolidad invadió los círculos políticos perredistas.
No se puede entender de otra manera el autodestape del gobernador de Morelos, Graco Ramírez.
El mandatario dijo que quiere ser presidente de México. Se trata de una aspiración natural de cualquier político, pero en el caso de Graco suena a burla, a una vacilada de mal gusto.
¿Qué méritos tiene el perredista para hacer realidad su sueño guajiro? Ninguno.
Al contrario, su imagen como gobernador se deterioró totalmente; todos los sectores sociales morelenses se unificaron en su contra. Al gobierno del tabasqueño lo califican ya como fallido.
En el colmo de la desfachatez declaró, en una entrevista, que es la “opción” para una eventual alianza de los partidos Acción Nacional (PAN) y (PRD) y “hasta con priístas progresistas”, para los comicios presidenciales de 2018.
De ese tamaño son las elucubraciones de un político de izquierda sumido en el desconcierto, ante la crisis que vive el PRD.
Para empezar, en Acción Nacional ya tienen a sus propios representantes para justa electoral presidencial. No van a buscar a un perredista conflictivo como abanderado.
Y si Graco realmente se encuentra interesado en que sus “cuates” lo elijan como candidato, su gobierno en Morelos debe rendir resultados de excelencia. Pero eso no ocurrirá.
El gobernador multicitado no podrá hablar de cuentas positivas, pues diferentes sectores sociales plantean llevarlo a un juicio político.
Las protestas de los morelenses se intensificaron durante los dos últimos meses con la denuncia de que Graco no es capaz de gobernar.
Sin embargo, el mandatario estatal dijo que tiene en empaque político suficiente para ser presidente de México, aunque carezca de base social y el repudio de los morelenses a su gestión cada vez sea mayor.
Pero Graco le apuesta a la frivolidad a ve si se le hace el milagro de la candidatura presidencial.
UNA MUJER ¿LA SALVADORA?
El próximo sábado 2 de julio, Agustín Basave entregará el liderazgo del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Su paso por el partido del sol azteca fue gris, opaco, por decir lo menos.
La ingobernabilidad que el mismo denunció fue uno de los obstáculos principales que le impidieron brillar.
Apenas si tuvo el poder para aliarse con Acción Nacional en las elecciones del 5 junio y ganar 3 gubernaturas. Claro, como apéndice panista, en el papel secundario, no en condiciones de protagonista.
El líder tampoco pudo sacar a su partido de la crisis económica en que se encuentra, a pesar de recibir las partidas de dinero que le proporciona el Instituto Nacional Electoral, de acuerdo a la ley.
En fin, la crisis que se vive en el PRD es general y por el momento se busca a la persona idónea para revivir a un cadáver.
Entre los nombres de posibles sustitutos de Basave suenan los de tres mujeres: María Alejandra Barrales Magdaleno, Beatriz Mojica y Amalia García. Todas con un pasado político conflictivo.
Las tribus tienen la palabra para decidir sobre una de las tres distinguidas perredistas que los represente.
DEMAGOGIA Y RENDICIÓN DE CUENTAS
Los nuevos gobernadores que asumirán el poder en los próximos meses tendrán que empezar a cumplir sus promesas de campaña.
Una de éstas, que tuvo gran impacto, fue la de enjuiciar a los mandatarios que dejen el poder.
¿Será posible encarcelar a gobernadores que quedarán debidamente protegidos contra auditorías o investigaciones sobre malos manejos administrativos?
No falta mucho para saber qué fin tienen las promesas de campaña que, independientemente del lodo que se arrojaron los candidatos, salieron a relucir riquezas inexplicables y todo tipo de denuncias.
En medio del lodazal, se escucharon discursos encendidos contra los gobernadores y los candidatos de los diferentes partidos que participaban en la competencia electoral.
El PRI fue el gran perdedor. El PAN se llevó la victoria. Ahora, sólo falta que cumpla lo que prometieron sus candidatos. Ya en el poder las cosas serán diferentes; pero sí los panistas pretenden reforzar su triunfo, deben cumplirle al electorado.
Claro, no será fácil, cuando mandatarios como Javier Duarte, de Veracruz, intentará blindar su salida; no dejar algún rastro de sus malos manejos que lo lleven a la cárcel.
Por otra parte, es importante tener en cuenta que las promesas de campaña nunca se cumplen completamente. La demagogia, que no es exclusiva de México, es parte de la política a nivel mundial.
Ya en el poder, los candidatos se olvidan de sus compromisos y como nadie les exige que los cumplan, nada cambia. Los ejemplos sobran: Rodrigo Medina, ex gobernador de Nuevo León, se encuentra muerto de la risa ante la imposibilidad del mandatario estatal Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, de llevarlo ante la justicia; lo mismo ocurre en Sonora, con Guillermo Padrés, quien dejó la gubernatura con desvíos multimillonarios del tesoro público sin comprobar; y con una riqueza inexplicable.