El bodrio constitucional
Freddy Sánchez jueves 16, Jun 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Lejos están de convertirse en grandes próceres nacionales los recién electos para integrar la Asamblea Constituyente en la Ciudad de México.
No porque no quieran sino por la sencilla razón de que no podrán.
Y es que las ataduras de los constituyentes parecen haber sido fraguadas deliberadamente para impedirlo. Dos son es ese aspecto los obstáculos en apariencia insuperables para la creación de una nueva constitución capitalina memorable y digna de encomio.
En primer lugar las ligas partidistas de un buen número de quienes recibieron la confianza y el voto ciudadano para convertirse en integrantes de la Asamblea Constituyente en la Ciudad de México.
Su relación con los partidos políticos que los impulsaron para ocupar el cargo hace poco creíble un desempeño independiente sin en el más mínimo ánimo de proteger de un modo o de otro los intereses partidistas.
Y por otro lado está la circunstancia de que la Constitución General de la República en vigor impondrá límites a los trabajos legislativos para una nueva constitución en la ciudad capital.
Es posible y deseable que no simplemente se llegue a reproducir una mera calca del máximo estatuto que regula actualmente el quehacer de la nación, pero lógico es suponer que nada distinto ni mucho menos contrario al contenido en la Constitución Federal se podrá legislar para el otrora Distrito Federal.
O sea nuevas y estrictas leyes que realmente permitan una lucha como nunca antes se haya visto para erradicar vicios y corruptelas de políticos, sus partidos y los funcionarios públicos.
Eso la verdad se antoja remoto e improbable.
Porque las disposiciones constitucionales vigentes, con todo y que en distintos aspectos se les reconoce internacionalmente una hechura de gran calidad por su carácter de avanzada, simple y llanamente no han sido factor suficiente para darle al país un rostro en el que impere la justicia por el bien común.
Pensar pues que algo así lo permitirá la constitución a promulgarse en la Ciudad de México es más una falsa ilusión que un cálculo realista.
De conseguirse naturalmente, (lo que pocos en su sano juicio pueden estar ciertos de que sucederá en beneficio única y exclusivamente de la sociedad), lo que estaríamos testificando sería una especie de rebelión de los sometidos o un acto piadoso de libertad para los esclavos por parte de sus opresores.
Algo que obviamente se ve difícil tomando en cuenta las comunes manipulaciones partidistas para evitar a toda costa que las leyes se modifiquen radicalmente y con ello proscribir para siempre las prebendas, privilegios y excesos de poder que suelen ser una práctica cotidiana entre los dirigentes y sus comparsas en los partidos políticos.
Así y todo, justo será otorgar el beneficio de la duda a los integrantes de la Asamblea Constituyente en la Ciudad de México, ( en especial a los que llegaron con etiqueta de independientes), esperando que realicen un trabajo legislativo decente y favorable a los ciudadanos y no lo que el día de mañana debamos catalogar como un triste bodrio constitucional.