Adiós a varios mitos
Ramón Zurita Sahagún jueves 9, Jun 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Fueron varios los mitos que rodaron por el suelo, al conocerse los resultados electorales del 5 de junio en 12 entidades, en que se renovó el Poder Ejecutivo estatal.
Y es que durante largas décadas, la política mexicana ha vivido de los grandes mitos, de personajes e historias que sobrevivieron a la alternancia en el poder presidencial e incluso revaloraron sus bonos.
Varios de ellos, parece ser, dejaron atrás ese toque mágico, mediante el que les permitía concentrar mayor poder, vender esperanzas y sembrar a sus personeros en los sitios adecuados, además de vender historias sobre el gran poder de movilización que tiene, supuestamente, el partido tricolor y lo acertado de las encuestas.
De los personajes, los dos son catalogados como ambiciosos de poder, del que han disfrutado durante largas décadas.
De uno de ellos se dice, es mejor con el celular que con el discurso o con las ideas, en una referencia al amplio universo de relaciones que mantiene en todos los círculos.
El otro, se le considera político nato, con funciones de operador político, aunque hay quienes lo ubican como siempre sometido al poder de su partido.
Los comicios del pasado 5 de junio, parecen haber sepultado a ambos, ya que los resultados dejan en claro la falta de operación política de los dos.
Emilio Gamboa Patrón y Manlio Fabio Beltrones hicieron una extraordinaria dupla, hasta que en 1999 se fueron por caminos alternos. El primero se sumó al contingente de Francisco Labastida y el segundo optó por Roberto Madrazo Pintado en la contienda interna por la candidatura presidencial.
Parecía el término de una sólida relación de amistad e intereses, pactada desde el lejano 1982, cuando Gamboa Patrón se convirtió en un hombre poderoso, cercano al Presidente de la República.
La derrota de Labastida Ochoa y del priísmo, les valió reinventarse e iniciar con otra faceta dentro de sus múltiples personalidades, la de negociadores con la oposición.
Ambos habían vivido los estertores del dinosaurio, por lo que no habían necesitado de tender redes con la oposición, aunque los dos de aparente manejo terso, saben cuando endurecer la mano.
Dentro de estas nuevas facetas, los dos diseñaron una estrategia, sabedores de que los nuevos tiempos requerían del Congreso como parte fundamental de la política mexicana.
Desde entonces (2000), Emilio ha sido dos veces senador y una diputado. Coordinador de su fracción en ambas cámaras y alter ego del entonces coordinador priísta en el Senado de la República, Enrique Jackson, en la ocasión que no fue coordinador.
Manlio hizo lo propio, fue presidente de la Cámara de Diputados, coordinador de la fracción senatorial y de la de diputados.
El sonorense fue artífice del bloqueo y posterior expulsión de la profesora Elba Esther Gordillo del PRI.
Primero, compitió contra ella en la disputa por el control de los diputados priístas y fue derrotado y después de la mano con su ahora “enemigo” Emilio Chuayffet Chemor, conspiraron para arrebatarle el control de la fracción de diputados priísta en la LIX legislatura.
En esas tres incursiones de cada uno al Poder Legislativo, ni Emilio ni Manlio han ganado una sola elección, siempre optaron por ser candidatos plurinominales, por aquello de las dudas.
Uno presiona a los gobernantes con sus relaciones en los altos círculos y siembre a los operadores de medios, como sucedió en esta ocasión en cada uno de los estados en que pudo hacerlo y hasta empuja candidaturas de gobernador, aunque últimamente le salen mal. El otro baja su perfil en ese sentido, pero presiona para que sean candidatos personajes cercanos a su afecto.
Emilio fue el “padrino” de la candidatura de Ivonne Álvarez en Nuevo León, la que fracasó rotundamente; Manlio, de Claudia Pavlovich, por cierto la única gobernadora del país.
Beltrones mostró el pasado 5 de junio que como operador político no funciona y que la presión ejercida por él y su socio Gamboa para que asumiera la dirigencia nacional del partido simplemente fue una pérdida de tiempo.
Manlio empujó por la candidatura de Héctor Yunes en Veracruz, y ahora, seguramente, ambos presionarán porque Emilio sustituya al sonorense en la dirigencia nacional del partido, si es que Manlio actúa con dignidad y renuncia a ella, luego de ser vencido su partido en siete de las 12 gubernaturas en juego, donde el aseguraba que ganaría nueve.
Pero otro mito que tiene a desaparecer es el famoso voto duro del partido, el que, supuestamente, le vale para ganar una elección y más ahora que en muchos lugares se va a tercios.
El voto duro, considerado el seguro no es más que otra leyenda urbana que mostró total inoperancia en los comicios del pasado domingo.
Ese voto duro se manejaba a través del control ejercido de los dirigentes sobre grupos vulnerables que se veían sometidos por el partido y obligados a votar por el tricolor, a cambio de canonjías.
Ahora, todos los partidos ejecutan las mismas presiones y se ven beneficiados aquellos que ofrecen las mayores prebendas, aunque finalmente los ciudadanos que acuden a votar prometen hacerlo por ese partido dador de beneficios y lo hacen por el que consideran prudente.
Nuevamente, los encuestadores quedaron en evidencia, ya que durante la etapa de las campañas manejaron cifras abismales de diferencia entre los candidatos de uno y otro partido, favoreciendo siempre a los abanderados del PRI.
Hasta las encuestas de salida, la manipulación de algunas de las casas encuestadoras fue manifiesta, sin que exista ninguna sanción para evitar en el futuro este tipo de acciones.
Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y hasta Veracruz, son ejemplo de ello.