El agandalle sin futuro
Roberto Vizcaíno miércoles 8, Jun 2016Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Puestísima, Margarita Zavala, esposa del ex presidente, se declaró candidata del PAN para el 2018
- Los resultados advierten que entre 2010 y 2016 en Veracruz se perdieron 849 mil 89 votos
- Los Duarte deberán ir a la cárcel tan rápido como sea posible
Apenas se supo que el PAN se había llevado 7 de las 12 gubernaturas en la elección del domingo pasado y Margarita Zavala, esposa del ex presidente Felipe Calderón, salió a hacer su rondín por noticieros de radio y TV a fin de proclamarse como la ineludible candidata del blanquiazul a la presidencial de 2018.
El por demás feo agandalle de la todavía muy lejana nominación dentro del PAN no sólo estuvo fuera de estilo, sino de ética partidista y de la mínima decencia política, sobre todo proviniendo de una dama.
Cierto, la esposa de Calderón se hizo presente junto a algunos candidatos del PAN en varios estados, como también lo hizo el ex presidente, dentro de una acción concertada de apoyo blanquiazul a sus nominados.
En esa amplia campaña participaron desde el líder nacional del PAN, Ricardo Anaya, hasta los coordinadores parlamentarios en el Senado y Cámara de Diputados así como un importante grupo de legisladores y otros muchos personajes de este partido.
En las fotos y videos de algunos actos fue fácil ver a Gustavo Madero al lado de Diego Fernández de Cevallos y otros.
Sólo que en el caso de los Calderón-Zavala todos sabían que ellos iban porque andan en campaña para el 2018.
Así que el triunfo de Martín Orozco en Aguascalientes, de Javier Corral en Chihuahua, de José Rosas Aispuro en Durango, de Carlos Joaquín en Quintana Roo, de Francisco García Cabeza de Vaca en Tamaulipas, de Miguel Ángel Yunes linares en Veracruz y de Antonio Gali en Puebla no se le debe ni al apoyo de Margarita Zavala y menos de Felipe Calderón.
Todos estos candidatos fueron operados al final por un solo personaje, el ahora conocido dentro del panismo como el joven maravilla Ricardo Anaya, presidente Nacional del PAN.
Así, mientras Margarita Zavala jugaba al agandalle mediático de la candidatura presidencial del PAN, en las mesas de análisis en serio se comentaba que el resultado del 7-5 a favor del PAN y en deshonor del PRI y la caída de Manlio Fabio Beltrones, el queretano Anaya se ubicaba como el más sólido contendiente presidencial de Acción Nacional para el 2018.
Con este resultado el PAN no sólo se ubicaba con 11 de los 32 gobernadores que existen en el país, sino que confirmaba que su estrategia política y electoral funcionó pese a los cuestionamientos de aparecer en todos los spots de su partido.
Ahí lo que Anaya logró posicionar sobre todo entre los ciudadanos jóvenes, fue el mensaje de que la crisis económica que mantiene secos y vacíos los bolsillos de las familias mexicanas es el mal gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, y de que el origen de eso era un PRI corrupto.
Este mensaje fue replicado por todos los candidatos panistas en cada uno de sus actos proselitistas.
Ni Beltrones ni sus abanderados, supieron leer este mensaje y mucho menos aplicaron un antídoto para su veneno. Y perdieron.
Hoy el juego interno en Acción Nacional para la postulación de su candidato presidencial, no va a girar en los rondines en medios, como lo hace Margarita, sino en los pesos y contrapesos del efectivismo electoral.
Primero: quien de entre los aspirantes a saber: (Ricardo Anaya, Rafael Moreno Valle y Margarita Zavala), tienen el mayor apoyo interno y en la estructura territorial, y, segundo: quien cuenta con mayores aliados en el vasto entretejido legislativo y gubernamental panista.
Y, por supuesto, quien de entre todos ellos tiene el perfil y la experiencia para realizar una campaña ganadora en lo que será un país lleno predominantemente de votantes jóvenes twitteros y feisbuqueros, esos que ya no acuden a informarse en los medios tradicionales y que les importa un reverendo bledo los antiguos estilos de la despensa, el chesco y la torta de jamón con queso.
No se requiere ser adivino para señalar a Anaya.
Sería interesante saber quién de entre los 7 gobernadores panistas ganadores iría a apoyar ahora a Margarita.
En fin.
PARA SU INFORMACIÓN
Los resultados electorales en Veracruz dejan en claro que pese a la alharaca electoral, todos quienes participaron debieran esconderse si tuvieran vergüenza.
Mire, en el proceso de hace 6 años, el priísta Javier Duarte ganó por 1 millón 356 mil 623 votos al panista Miguel Ángel Yunes Linares quien entonces obtuvo 1 millón 277 mil 151.
Eso registra la historia electoral.
El pasado domingo el panista Miguel Ángel Yunes Linares triunfó con 945 mil 560 votos (es decir 331 mil 591 menos que hace 6 años) frente al priísta Héctor Yunes Landa que registró 839 mil 127 votos (lo que significa 517 mil 496 menos que Duarte hace 6 años).
En total entre una elección a otra, dejaron de votar 849 mil 089 ciudadanos por los dos partidos y sus candidatos.
En lugar de andar festejando debieran PAN-PRD y PRI meterse a analizar en serio su perspectiva electoral para los siguientes procesos.
UN BUEN CHISTE
Me gustaría haberlo ideado, pero no, no es mío.
Se abre el telón y aparece el gobernador veracruzano Javier Duarte de Ochoa. Se cierra el telón y desaparece el telón, el escenario y el teatro…
LOS DUARTE
Los gobernadores Duarte, ambos priístas, uno de Chihuahua y el otro de Veracruz, no sólo comparten apellido sino la pésima suerte de haber visto perder en sus estados a los candidatos a gobernador de su partido, en gran parte por culpa de ellos.
Sí, todos coinciden en que el tricolor Enrique Serrano cayó frente al panista Javier Corral en Chihuahua y el priísta Héctor Yunes fue vapuleado por el panista Miguel Ángel Yunes Linares en Veracruz, porque los aspirantes blanquiazules basaron sus respectivas campañas en la promesa pública de llevar a la cárcel a los Duarte.
Y es que los dos gobernadores Duarte tienen la fama bien ganada (cada uno en su respectivo estado), de ser los dos peores mandatarios tricolores en el país.
César Duarte Jáquez, gobernador saliente de Chihuahua, no sólo se hizo famoso por su desmedida soberbia y vanidad, sino por su nepotismo y su irrefrenable voracidad por el dinero público para engrosar sus cuentas privadas.
Afecto al uso de las instituciones de justicia a su cargo para fabricar vendetas personales contra sus enemistados, Duarte Jáquez se llevará consigo al fin de su mandato en diciembre próximo, varias denuncias penales por hechos comprobables de peculado y desvió de recursos públicos, así como un requerimiento de un juzgado español que amenaza con embargar sus numerosas propiedades y multimillonarias cuentas en 14 bancos.
Javier Duarte de Ochoa por su parte, llega al fin de su mandato con una denuncia de la Auditoría Superior de la Federación por el desvío de 34 mil millones de pesos de recursos federales y por haber desviado asimismo más de 2 mil millones de pesos destinados a la Universidad Veracruzana, pero además por haber endeudado a su estado por más de 46 mil millones de pesos y por haber dejado de pagar a deudores quizá otros 60 mil millones.
Pero no sólo eso, Duarte de Ochoa rompió lanzas con la clase política veracruzana toda, los de su partido y sus opositores, y además pasará a la historia por haber sido el gobernador en cuya gestión se han asesinado a unos 20 periodistas y donde proliferó la delincuencia organizada.
Las pésimas gestiones de ambos les han hecho merecedores no sólo del calificativo de “los peores gobernadores del país”, sino de las promesas de sus sucesores de llevarlos a la cárcel.
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