Morboso chismorreo político
Freddy Sánchez jueves 19, May 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
No es lo mismo un chisme que una denuncia. Tristemente lo primero se ha hecho una mala costumbre en la lucha política electoral en México.
Los políticos parecen estar dedicados a inventar historias para denigrar la imagen de sus competidores.
En vez de propuestas de solución a problemas sociales prefieren ver “la paja en el ojo ajeno”.
Se acusan continuamente de hacer un uso abusivo de los fondos públicos con fines electorales, a manera de comprar votos a cambio de dádivas, (frijol con gorgojo lo dice cínico Manuel López Obrador), siendo su única intención tomar la delantera en torno a cualquier elección.
Las acusaciones incluso son más osadas. Incluyen recibir dinero de criminales y fraguar en secreto asociaciones delictivas con el avieso propósito de amasar grandes riquezas personales cuando se llegue a ejercer el poder.
Y otra cosa: los políticos se acusan de no tener escrúpulos en la comisión de sus fechorías. De ser ladrones o rateros como afirma “El Peje” al referirse a los panistas y priístas en sus mensajes partidistas plagados de acusaciones.
El caso es que casi todas las incriminaciones que se escuchan en medio de un proceso electoral pocas veces se traducen en denuncias concretas, aportando elementos probatorios que las sustenten y eso convierte tales afirmaciones inculpatorias en sólo chismes de vecindad.
Verborrea barata que se ventila a los cuatro vientos cada que se aproxima una elección para la designación de futuros representantes populares en distintos cargos. Diputaciones, senadurías, presidencias municipales, gobiernos estatales e incluso representaciones vecinales.
De modo que ante tantas afirmaciones a la ligera con la intención de “enlodar” reputaciones de adversarios políticos, todo queda en vulgares dimes y diretes.
Unos más y otros menos, la mayoría de los políticos hablan a lo tonto y acusan sin fundamento, porque no existen normas legales capaces de frenar las vociferaciones que se han hecho comunes en las estrategias electoreras entre los aspirantes a un cargo de elección popular.
Bueno sería entonces que como sucede en materia penal, en lo relativo a lo electoral aquel que acuse tenga que probar y de lo contrario se exponga a una sanción cuando recurra a señalar cualquier acto de corrupción sin pruebas que apoyen su dicho y únicamente con el deliberado propósito de desacreditar a sus competidores.
Dar cauce y privilegiar las propuestas electorales que la sociedad necesita y demanda escuchar de los políticos en competencia electoral, es más que indispensable para quitarle a las lides políticas el desaseo que hoy por hoy las caracteriza.
Y lo que es más importante: lograr elevar el nivel de las luchas electorales obligando a los contendientes a debatir sobre propuestas y en caso de formular acusaciones obligarlos a exhibir las pruebas que las sustenten.
Eso permitirá poner un hasta aquí a las incriminaciones sobre hechos imaginarios, simples suposiciones o conjeturas, posturas moralistas de individuos sin moral y agravios personales más que honestas intenciones de sacar a la luz pública actos ciertos de corrupción que ameritan las denuncias correspondientes para que se actúe firmemente contra los corruptos.
Algo a lo que deberían abocarse todos esos políticos que se han hecho adictos al mal hábito de acusar por acusar que en la práctica constituye un banal y morboso chismorreo político.