Lección bien aprendida
Ramón Zurita Sahagún jueves 19, May 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Lo que bien se aprende, no se olvida, reza el viejo adagio, con lo que el PRI hace referencia a lo sucedido en 2006 en los comicios para renovar el gobierno estatal en Jalisco.
En aquel entonces, el candidato del PRI, Arturo Zamora Jiménez (hoy secretario de Elecciones del CEN del PRI) marchaba a la cabeza de las preferencias electorales, a dos semanas de los comicios.
Todas las encuestas le favorecían y el PRI confiaba en recuperar ese estado perdido tres elecciones antes cuando Alberto Cárdenas sacó ventaja a Eugenio Ruiz Orozco.
Unos días antes de la elección, se ventilaron unos documentos atribuidos a la Procuraduría General de la República, en los que se vinculaba al candidato priísta con la delincuencia organizada y con fraudes orquestados en su notaría.
De inmediato, los priístas pidieron que la PGR aclarara la situación, lo que la dependencia hizo actuando en tiempo y forma, después de los comicios, cuando salió a desmentir todos los señalamientos contra el tricolor.
La noticia había causado el efecto deseado y Zamora Jiménez se derrumbó y el entonces candidato panista Emilio González Márquez ganó con una ventaja de casi cuatro puntos porcentuales.
Desde entonces, el PRI aprendió que la guerra sucia es una estrategia sumamente efectiva en todo tipo de proceso electoral y más cuando los números no parecen beneficiar a sus candidatos y al partido tricolor.
Esa estrategia mostró su eficacia en el pasado mes de enero, durante el proceso electoral de Colima, donde Jorge Luis Preciado marchaba al frente de las preferencias electorales. Por lo que, mediante una serie de filtraciones, unos verdaderos y otros falsos, se esfumó su ventaja y hasta fue marginado varios puntos detrás del ganador José Ignacio Peralta, con una diferencia más amplia que la primera vez que compitieron por el gobierno estatal.
Con ello, los priístas mostraron que aquella lección del 2006 en Jalisco había sido bien aprendida y que su operador electoral (Arturo Zamora) rendía frutos.
Basado en la experiencia del pasado, los tricolores decidieron emprender su nueva batalla desde un mes antes de los comicios e irla dosificando, apretando tuercas conforme se acerca el día de los comicios.
Dos son los frentes abiertos por el PRI para avasallar con la guerra sucia, con situaciones ciertas y falsas, pero siempre sembrando la duda entre los votante sobre la integridad de los candidatos opositores.
Veracruz resultó el sitio idóneo para ello, ya que el candidato opositor, Miguel Ángel Yunes Linares, se presta para ello.
El candidato de la alianza formada por PAN-PRD, siempre ha mostrado un carácter rijoso, no se deja de nadie y hasta emprende ataques frontales y otros que no lo son tanto contra sus adversarios.
Su fortuna, realizada al amparo del poder, ha sido sumamente cuestionada y con ello se le intentó mezclar en asuntos fuera de la ley, como pederastia y otros más.
Con base en ello se le ha investigado y nunca se le encontró nada, aunque surgen dudas por aquellas revelaciones sobre sus diferendos con Elba Esther Gordillo.
Sin embargo, en las dos semanas recientes, el fuego sobre Yunes Linares se avivó y sus bonos han bajado considerablemente, luego de que su primo hermano y candidato del PRI, Héctor Yunes Landa, lo acusa de todo y se presentan una serie de supuestos testigos que lo señalan como participe en actos de pederastia conjuntamente con un sujeto (Jean Succar Kuri) acusado sobre ese tema y recluido en prisión.
Los priístas olvidan o no quieren recordarlo que conjuntamente con Yunes Linares uno de sus próceres fue señalado como partícipe en los mismos festejos.
El enjuague de Veracruz cada día suena más complicado y si algo es seguro es que se irán a tribunales para deslindar la victoria de uno u otro de los primos Yunes.
Tamaulipas es el otro centro de la guerra sucia, la que se intensifica, aunque el balance no le favorece al PRI como en Veracruz.
Francisco Javier García Cabeza de Vaca, candidato del PAN avanzaba considerablemente sobre su adversario priísta, Baltasar Manuel Hinojosa Ochoa, abanderado del tricolor en alianza con el Verde y Nueva Alianza, cuando se le endosaron supuesto vínculos con la delincuencia organizada.
Desde el momento de las precampañas los dos principales candidatos, García e Hinojosa, supieron que les esperaba, ya que ambos fueron señalados por eventuales nexos con el crimen organizado en su pasado, cuando fueron alcaldes de Reynosa y Matamoros, respectivamente.
Incluso, se publicaron, en el diario de las filtraciones, unos documentos que acreditaban que la PGR investigaba al candidato del PAN, lo que la dependencia negó.
Con todo y ello, los priístas emprendieron un nuevo ataque contra el panista, bajo acusaciones similares, mostrado fotografías de que grupos armados de delincuentes cuidaban la seguridad del candidato albiazul.
Luego se descubrió que esas fotografías eran amañadas y se confirmó que quienes cuidan al candidato del PAN, al del PRI a todos los aspirantes al gobierno estatal, son policías federales, comisionados para esas tareas por la Secretaría de Gobernación. Hasta ahora de esos tres escenarios de guerra sucia, al priísmo solamente le está funcionado el de Veracruz, que es el que más le interesa, aunque habrá que esperar a resultados el 5 de junio por la noche.