La Suave Patria
¬ Humberto Matalí Hernández lunes 13, Sep 2010Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
Como la sota moza, Patria mía, en piso de
metal, vives al día, de milagro, como la lotería.
Ramón López Velarde. | “La Suave Patria”.
¡Vaya, por fin llegaron las fiestas del Bicentenario! y con ello aumenta el motivo para el lucimiento oficial en unos relajos, que son un bochinche, porque es extraño que los hombres del actual gobierno en el fondo interno son más cercanos a los realistas que a los insurgentes. Sobre todo a los pensamientos de José María Morelos, y a los Sentimientos de la Nación, documento base para las constituciones durante dos siglos.
Hasta hace unos 30 años la exaltación de la cultura nacional y de las fechas libertarias fue la base popular del nacionalismo, en contraste con los extremos esperpentistas y de grotesca caricatura de la actualidad pragmática y neoliberal, disfrazada de Fiestas del Bicentenario. Ante tan burdas y huecas celebraciones más vale huir a los textos de los clásicos y recordar a los mexicanos que conocían su historia, la estudiaban y la comprendían.
Por ejemplo “La Suave Patria” de Ramón López Velarde (1888-1921), el último poema corregido por el vate jerezano y que vio publicado antes de morir el 19 de junio de 1921, mientras agonizaba de “pulmonía fulminante”, en el departamento clasemediero de la avenida Jalisco, hoy Álvaro Obregón en la deteriorada colonia Roma. Anécdotas y decires sobre este poema se conocen muchas. Como la de que fue escrito por Ramón mientras tomaba unos tragos en la cantina “La Rivera” del cruce de Bucareli y avenida Chapultepec, aunque hay antecedentes del concepto al canto de la provincia mexicana y el reclamo de la defensa de la mexicanidad en los artículos que publicó en el periódico La Nación y en otras publicaciones de la época. Pero en especial en el ensayo “Novedad de la Patria” publicado el 21 de abril de 1921, dos meses antes que “La Suave Patria”, en la misma revista “El Maestro”.
Dos meses antes de su muerte López Velarde concluyó el poema. Ya enfermo y agotado por la fiebre, corrigió las pruebas del poema. Días después, ya en agonía, recibió de manos de su amigo, el periodista Agustín Loera un ejemplar de “El Maestro”, revista oficial fundada por José Vasconcelos desde la secretaría de Educación. Al mismo tiempo le entregó su salario como redactor. Al otro día falleció Ramón López Velarde a los 33 años, edad que él designó como su fin, que antes le reafirmó una gitana al anunciarle una muerte por asfixia, tal y como mata una enfermedad pulmonar.
El poema Suave Patria es más que una exaltación de la provincia nacional. Es el canto sobre el ambiente natural del concepto de nación de los mexicanos. Principio social que en la actualidad es extraño a la mayoría de los integrantes de las castas gobernante y del poder económico. Para el grueso de la población no pasa de ser una obra digna de ser recitada en festivales escolares, como una arenga hacia el nacionalismo de estatuas y monumentos…
En el proemio de “La Suave Patria” resaltan versos como “Diré con una épica sordina: / la Patria es impecable y diamantina”, figura contundente ante la barbarie que ejercen en la modernidad y el hipócrita pragmatismo, cercano a la traición, de los políticos mexicanos actuales. De tan citados y mal aplicados, muchos de los versos decayeron en frases hechas y comunes, pero que en contexto del poema tienen un significado superior al manejo oportunista. El más desgatado es “y los veneros de petróleo el diablo”, pero ni la perfección poética pudo acertar a lo que ahora es para México y en general en la economía mundial, esos fósiles extraídos al subsuelo, demoníaco reino desde “La divina comedia”.
Hay tambien figuras del nacionalismo puro, no del demagógico, como “Patria: tu mutilado territorio / se viste de percal y de abalorio. // Suave Patria: tu casa todavía / es tan grande, que el tren va por la vía / como aguinaldo de juguetería”. Desde luego se refiere al despojo yanqui del territorio nacional.
También anuncia el modernismo ante el alejamiento del romanticismo como el largo: “¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena / de deleites frenéticos nos llena! / Trueno de nuestras nubes, que nos baña /de locura, enloquece a la montaña, / requiebra a la mujer, sana al lunático, / incorpora a los muertos, pide el Viático, /y al fin derrumba las madererías / de Dios, sobre las tierras labrantías. / Trueno del temporal: oigo en tus quejas / crujir los esqueletos en parejas, / oigo lo que se fue, lo que aún no toco / y la hora actual con tu vientre de coco, / y oigo el brinco de tu ida y venida, / oh trueno, la ruleta de mi vida.”
Recorrer uno a uno los versos es visitar el nacionalismo natural, el más puro concepto de pertenencia de los seres humanos, ese que no comprenden los políticos depredadores o los empresarios saqueadores, junto con los desnacionalizados mexicanos que olvidan o entierran sus orígenes en las modas del extranjerismo, la pésima educación histórica y la más burda de las ignorancias de su pasado. Combinación que da como resultado la estulticia y barbarie de los gobernantes y políticos actuales, desnacionalizados empeñados en entregar recursos, riquezas y hombres de México a las trasnacionales.
Evitar el saqueo cultural, físico y humano es la forma de celebrar a la Patria, a México como parte de cada uno de sus habitantes y no nada más con gritos, malas canciones y pésimo folclorismo artificioso y extranjerizado. Además de pasear osamentas insurgentes o alterar la figura física e histórica de los héroes. Además decir discursos oficiales vacuos.
Ramón López Velarde, aconseja: “Patria, te doy de tu vida la clave: / sé siempre igual, fiel a tu espejo diario; / cincuenta veces es igual el Ave / taladrada en el hilo del rosario, / y es más feliz que tú, Patria suave.”
Eso se puede pedir mientras que los mexicanos no tengan otro “…héroe a la altura del arte”. Entre tanto vale la pena visitar a “La Suave Patria”, de la cual hay varias ediciones, pero resaltan en especial la de Porrúa y la del Fondo de Cultura Económica. Por desgracia tiene décadas que desapareció de los libros de texto de educación primaria y secundaria.