Subsecretario de la SRE
Francisco Rodríguez lunes 25, Abr 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Hay que volver a las preguntas: ¿Quiénes son los responsables de que estemos a la cuarta pregunta? ¿Dónde están aquéllos que han justificado con una ideología retardataria todas las mentiras de este aparato administrativo que nos ha llevado a la última cola en materia educativa, productiva, de capacitación ydistribución pésima del ingreso?
Como cada cuerpo, como cada microbio, el gobierno produce los gérmenes que requiere para su propia destrucción. Los individuos que lo recomen desde adentro, son los mismos malagradecidos que niegan haber sido sus beneficiarios, reniegan hasta «para dar agua al gallo de la Pasión».
Pero el caso de los llamados intelecuales por cuales orgánicos del llamado régimen salinista –que no fue sino la Presidencia absoluta del espía del sistema financiero de Wall Street, Joseph Marie Córdoba Montoya, el manipulador de los títeres del sexenio desmantelador del Estado mexicano– es verdaderamente vergonzoso.
Intelecuales: sanguijuelas al capricho del que manda
Enriquecidos de una manera imbécil, recipiendarios de fortunas mal habidas, mentirosos esquizoides, presupuestívoros insaciables, concesionarios eternos de auténticas maquinarias de depredación y dueños del microfonito engañabobos del forismo televisivo del monopolio «de las estrellas», forman una lacra que ha conducido al país al matadero.
Pontificadores de voces falaces y engoladas, de poses ridículas inflamadas de complejos psicológicos dignos de tratamientos clínicos y propios de marrulleros venidos a más, «maestros» de lo insostenible, insolente y ridículos, los llamados intelecuales por cuales deben ser juzgados a tiempo por una población escarnecida, a la que todavía obligan a fumarse sus rollos mendaces y rastacueros.
Poseedores de títulos extranjeros financiados por nuestros impuestos, a través de tesorerías y agencias de espionaje y de tortura, encubiertos criminalizadores de nuestra lucha social, aparentes defensores de los derechos humanos, de la cultura y de las letras, han arrasado con cualquier pizca de la escasa credibilidad del sistema político.
Mentecatos que se dicen «formadores» de opinión pública, que se ostentan como conciencias nacionales, que se autodenominan los «últimos historiadores vivos» del país, que financian negocios encuestadores que confunden a los mexicanos, son auténticos traidores de sí mismos, de la verdad y de la nación, que los ha forrado de «maletas», manejadas a su antojo y provecho.
Sanguijuelas al servicio del capricho de los «mandatarios» de turno, provenientes del partido que sea, han revelado con el tiempo –implacable por definición– su poca estofa moral, y lo peor: que sus teorías para el engaño han sido verdaderas cataratas de podredumbre y estafa a gran escala.
Se han pasado casi tres décadas elaborando todas las defensas posibles para desmarcarse de su pertenencia real, de sus orígenes salinistas que apoyaron desde las sombras ubérrimamente subsidiadas, para apoyar sin recato la demolición premeditada de un aparato político más o menos funcional, para convertirlo en un peón de todas las barbaridades, en un sumiso incondicional y meteco de los intereses extranacionales.
Han negado a los cuatro vientos pertenecer a una claque que destruyó las bases del Estado de Bienestar y nos unció al peor cabús del neoliberalismo farsante, el de Carlos Salinas de Gortari, que los pegó a mamar a las ubres del erario, desde sus tiempos de secretario de Programación y Presupuesto de El hombre gris, el colimota Miguel de la Madrid Hurtado.
Eso a pesar que, desde 1985, hace más de 30 años, fueron los elegidos para desvirtuar el pensamiento crítico del pueblo, apoyados por los poderosos instrumentos de dominación radioeléctrica, tienen un morro que se lo pisan, un culo de mal asiento, y tratan de deslindarse de quien los sacó de su postración y de su mediocridad, para elevarlos a los altares de la indecencia y la frivolidad.
Defensores de Carlos Salinas
Fueron defensores a ultranza de todo lo que pasó por encima de nuestra doliente humanidad: frenéticos apoyadores del TLC, de la venta de todos los activos estatales en todas las ramas industriales, agropecuarias y de servicios, de la desregulación normativa, para servir con cucharas grandes a los tiburones del dinero y de la sevicia.
Mosqueteros de pacotilla, se prestaron lo mismo para un barrido que para un trapeado: justificaron la peor crisis económica de la postrevolucion, la de 1994, las concertacesiones en favor del panismo para legitimar a su valedor salinista, los fraudes patrióticos, la guerrilla chiapaneca con fusiles de madera, la traición zedillista, las babosadas de Fox, las sarracinas y crímenes de Estado de Felipe Calderón, las reformas «estructurales»… y lo que venga.
Intelecualidad hereditaria; ahora los hijos son peones
Insaciables depredadores. Enterradores prosaicos de la última esperanza. Convenencieros hipócritas, cómplices de los enemigos de la nación, han demolido hasta la conciencia moral de sus hijos, con el único propósito de engrosar la nómina de nuestros infelices y descastados próceres de petate.
Ellos siempre se daban la razón, porque son todos de la misma pasta. Forman un grupito de halagos mutuos. Se nutren de lo mismo, justifican los silogismos de la engañifa, ponen a los culpables, dedean a los intrigantes, y por si fuera poco, les financian programas, revistas, empresas editoriales estatales, periódicos, viajes de sultanes, cochupos, presupuestos para la mentira.
Y todavía, involucran a sus hijos, para disfrazar sus «graciosas huidas» y ya no ofrecer su «apasionada entrega», dijera Pepe Alameda. Mandan a sus vástagos a oír las clases de Carlos Salinas de Gortari a su casona de Santa Teresa, donde les alecciona en diversas artimañas, hasta en la forma en que deben actuar para llevar a la Presidencia a una desvalida,.
El hijo de José Carreño Carlón, Paulo Carreño King, uno de los mandados asiduos a esa «Academia» bufa de Santa Teresa –barrio donde se ubica la residencia de CSG–, ha sido habilitado como subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte para ese propósito, no para la tarea ridícula e imposible de frenar la popularidad creciente del fanático wasprepublicano Donald Trump, desde los calpullis chichimecas. Una tarea que rebasa al ex publirrelacionista de Los Pinos.
Y con dicho nombramiento, una posible reyerta en la cúpula intelecual por cual, habida cuenta de que fue Carreño King quien filtrara a los medios la estrecha relación que Héctor Aguilar Camín sostenía con Carlos Salinas de Gortari, lo que le permitía al escritor cobrar facturas por adelantado, que le aceptaran cobros adicionales por retraso en el trabajo del grupo «Nexos» y hasta recibir «ayuda solidaria» para que resolviera sus apuros personales.
Todo ello, luego de que en un acto que lo pinta de cuerpo entero, Aguilar Camín renegó de Salinas. Son serias revelaciones periodísticas, ya que lo que usted y yo hemos comentado desde hace meses: la traición a los mecenas y al país, incluso las maquinaciones criminales de los intelecuales orgánicos del sistema. Cientos de millones de viejos pesos y de vigentes dólares, entregados para la putrefacción editorial.
Historias de chacales
Todo un caudal de nuestros impuestos, destinado a resolver y a facilitar la vida del pontificador de la historia chusca, Héctor Aguilar Camín, que ahora es el defensor contumaz de la entrega soberana del petróleo a los prestanombres del exterior, a los manipuladores del dinero sucio en la Bolsa de Valores, a los ungidos con la medalla Belisario Domínguez.
Peculado redondo y comprobado, suficiente para sumergir en el calabozo a quienes han truncado toda esperanza de información cierta y sólida. A uno de los supuestos puros, que al igual que Sergio Aguayo y José Carreño Carlón, se la pasan fustigando a la corrupción, que por lo que se ve, es sólo una desdichada rehén de sus instintos esquizoides.
La peor infamia. Algo que no se puede encontrar ni en la más descarnada tragedia griega o latina: que hubiera sido el mismo vástago de José Carreño Carlón, el encargado de filtrar los documentos. Una historia de chacales, los mismos que ayudaron a esparcir la noticia en redes digitales de la muerte de su protector, Salinas de Gortari, en Nueva York, hace unos días.
Así, corrompiendo a sus cachorros, los chacales ratifican su falta de apego a cualquier cosa. Su ausencia de compromiso, su asco reiterado por lo que queda de patria.
Índice Flamígero: Dada la pésima imagen que el chihuahuense César Duarte tiene y mantiene en las metrópolis políticas del país, hay quienes aún piensan que Enrique Serrano, candidato del PRI a la gubernatura de Chihuahua, tiene un difícil reto frente así. No es así. En la vasta entidad norteña, Duarte mantiene muy niveles de aceptación y popularidad –en contraste con ya sabe usted quién–, el independiente “Chacho” Barraza no es antisistémico y, por ende, no enciende ni un pabilo; el “panista” Javier Corral no es de aquí ni es de allá y, en reciente visita, invitado por el propio candidato alibiceleste, Cuauhtémoc Cárdenas, fue a decirle que no merecía su apoyo “moral” siquiera. Serrano, en cambio, comunica bien con la gente, no establece compromisos que no pueda cumplir y, cual presumen los norteños, es franco y directo lo que gusta a sus potenciales electores. En esa entidad que ha sido escenario de todas nuestras luchas revolucionarias, Manlio Fabio Beltrones, quien estará por allá a principios de mayo, no tiene apuro alguno.
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