Salarios paupérrimos
Freddy Sánchez jueves 21, Abr 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Uno podría creer que las reformas estructurales en materia de empleo caminan a buen ritmo, (compartiendo la lectura del sector institucional en ese aspecto), aunque es imposible dejar de pensar que lo requerido es que avancen a un gran trote para satisfacer las expectativas sociales insatisfechas durante varios sexenios.
Porque el déficit en la oferta de empleo sigue siendo mucho y lo más grave, los ingresos laborales no aumentan sustancialmente para la mayoría con un trabajo en la economía formal.
Según ciertas cifras que manejan los analistas laborales, en México siete millones de trabajadores apenas reciben al mes un salario mínimo, doce millones ganan dos salarios y un poco más de tres millones de personas cobran más de cinco salarios.
Por lo que se refiere a la demanda anual de empleos los resultados emanados de la reforma laboral siguen estando por debajo de lo deseable.
Lo más que se ha logrado es revertir medianamente la pérdida de fuentes de trabajo que caracterizó los dos anteriores sexenios panistas después de la balandronada foxista de que anualmente se lograría la creación de un millón de empleos y cinco por ciento de crecimiento económico.
Propósitos ambos que no se cumplieron con los panistas y hasta ahora tampoco con el priismo.
Sobre todo en lo que toca a una mejoría real en el ingreso económico familiar no sólo con más empleos sino mejor pagados.
Ese binomio sería fundamental para que la gente en verdad sienta que las reformas estructurales están funcionando en beneficio de la colectividad y no únicamente de ciertos grupos de poder económicos.
Baste decir al respecto que los pingües negocios que pudieran estar en proceso en materia de telecomunicaciones, el rubro financiero y la industria petrolera dadas las nuevas condiciones legales que lo permiten, de ninguna manera pueden ser considerados como el paso en firme que permitirá en el corto plazo alentar el bienestar de la población en general.
En efecto, una reducción en la tarifas eléctricas y de otros servicios de uso cotidiano significan un alivio para la mermada economía familiar, (un lastre que se viene cargando desde hace varios sexenios), pero no son ninguna panacea ni equivalen a un cambio sustantivo en favor de una mejor situación en los hogares mexicanos.
Eso ameritará hacer que la reforma laboral logre lo que tanto se ha dicho desde el sector público: que los nuevos empleos se acrecienten mucho más de lo que hasta la fecha ha sucedido y que los sueldos aumenten a un nivel que permita a los trabajadores satisfacer un mínimo de bienestar y no solamente ganar un salario que esta lejos de atender sus más elementales necesidades de subsistencia.
De ahí la urgencia de promover acuerdos con la iniciativa privada para que las empresas sean más productivas y a la vez sus trabajadores obtengan mejores salarios.
Sólo así se podrá decir con razón que la reforma laboral está operando con eficacia en bien de la sociedad y para ponerle un alto al deterioro de la economía familiar que obedece entre otros motivos a la indeseable y recurrente paga de salarios paupérrimos.