La clasificación hotelera
Mauricio Conde Olivares viernes 15, Abr 2016“Hora 14”
Mauricio Conde Olivares
El pasado 19 de octubre, en esta misma columna le reseñé la feroz resistencia que opusieron empresarios hoteleros de Cancún a la propuesta del secretario de Turismo, Enrique de la Madrid Cordero, de establecer una clasificación de los servicios de hospedaje, misma que elaboró el Instituto de Competitividad Turística, junto con el Conacyt.
Resulta que finalmente se pospuso esta nueva clasificación de hoteles, ya que Enrique de la Madrid no convenció a los hoteleros.
Carlos Gosselin Maurel comentó a este columnista, en su calidad de presidente de la Asociación de Hoteles de Cancún y Puerto Morelos, que no fueron nunca llamados a participar en la conformación de este nuevo marco legal: “Lo que no estamos a favor en primer lugar, es que se facilite corrupción, y que lógicamente pedimos que el organismo que califique tenga toda la integridad, que no sea de sanción, porque aquí se pretendía que la Profeco viniera a calificar, esa no es su función, eso no me parece, a ningún propietario de hoteles le parece”.
“Además -dijo- proviene de una ley que tiene nueve años. En primer lugar cabe el amparo; en segundo, el que quiera hacerlo lo debe de hacer. Tenemos que ser respetuosos de la ley, pero nueve años después están sacando un reglamento cuando ya ni los coches de hace nueve años se parecen a los actuales, ¡por favor! En el ínter de nueve años, los aviones ahora son 380, 777, en fin, ya cambió el mundo, ¡qué no lo entendemos!”.
Carlos Gosselin afirmó que por eso los hoteleros están en su derecho de rechazar esta normativa, “unos se tendrán que amparar, otros quizá no tengan que hacer nada”.
Y efectivamente, no tuvieron que hacer nada por que la nueva clasificación de hoteles en México se pospuso de manera indefinida, esa que se parecía mucho a la que se aplica en Francia.
El nuevo esquema propuesto era el aplicado por naciones líderes en turismo a nivel mundial y que logra mediante 49 variables que el hotelero se autocalifique para identificar áreas de oportunidad que tiene su establecimiento para mejorar infraestructura y calidad en el servicio.
Dicho proceso de evaluación tiene un puntaje que se traduce en una calificación, que va de una a cinco estrellas, las cuales no se traducen necesariamente en el costo de las habitaciones, pero sí en la información que recibe el turista para elegir dónde se hospedará.
De ahí que vale la pena recordar los alegatos a favor por parte del titular del Instituto de Competitividad Turística, Ernesto Bartolucci Blanco, quien dijo: “Es importante destacar que todo este sistema se ha hecho de la mano y en consulta con los hoteleros. Todo el desarrollo de la plataforma y del sistema de clasificación no se hizo de manera aislada, sino que siempre se hicieron consultas con el sector hotelero, se han hecho pruebas piloto para ir viendo cómo funciona. Es todo un desarrollo que se ha hecho de frente al sector hotelero, con su participación se han tomado en cuenta sus observaciones y opiniones.
Este sistema no se hizo improvisadamente, sino basado en un grupo de expertos, a través del Fondo Sectorial de Conacyt y la Secretaría de Turismo en alianza. Se hizo una convocatoria pública para realizar este sistema y fue avalada por los expertos de Conacyt por la parte científica, implica un estudio internacional de cómo se clasifican los hoteles en Estados Unidos, en Europa, en Sudamérica y en otros lugares, para poder determinar cuál es la mejor manera de clasificarlos y es muy importante poner orden para que el turista reciba la atención que prevé o supone por el número de estrellas que está publicada en la página del hotel”.
Ahora, los buenos propósitos de Enrique de la Madrid y Ernesto Bartolucci quedaron en eso simplemente, en buenos propósitos. Lo importante, destacaban ambos, era ponernos de acuerdo que las dos estrellas, tres estrellas, cuatro estrellas, tengan mínimos comunes de calidad que garantice al turista la atención que él está esperando, que son las expectativas reales del turista.
Este fue el primer agarrón con los potentados de la industria de la hospitalidad de México, porque los hoteleros simplemente “por sus pistolas” se imponen las estrellas que quieren, sin regulación legal.
El programa obedecía a la nueva Ley de Turismo que salió en 2009 y el Reglamento que se acababa de publicar, así que se trataba de una obligación legal de parte del gobierno establecer un sistema estandarizado de clasificación hotelera, pues son los atributos de la Secretaría de Turismo.
El Instituto de Competitividad Turística, dijo Bartolucci, desarrolló un sistema estandarizado, automatizado, que se logra con la información en línea que el hotelero proporciona, para la clasificación hotelera basado en una investigación científica que toma en cuenta justamente la forma en que se clasifican los hoteles en el mundo y toma en cuenta los criterios internacionales de cómo se realiza la clasificación de hoteles en el mundo, pero los hoteleros respaldaron la opinión negativa de su líder en Cancún.
Aquí les reitero los planteamientos de Carlos Gosselin: “Nosotros no estamos a favor, sabemos que las redes sociales son más rápidas con sus contenidos que los medios tradicionales, y no tienen la inversión que estos últimos requieren, por ejemplo, Uber, la empresa más grande de taxis en el mundo y no tiene coches; hoy ya nadie revisa cuantas estrellas tiene un hotel, hoy decidimos el destino por internet y está Trip Advisor, hay clasificación hotelera, tarifas, y ya nadie ve los tenedores Michelin, las estrellas de los hoteles, eso es ocioso”.
Nosotros, insistió, en Quintana Roo creemos que nuestra calidad hotelera es muy superior a la del resto del país; tenemos una hotelería de primera totalmente modernizada, verde, sustentable, y no vemos la necesidad de una reclasificación.
Ya estamos superbien clasificados a nivel internacional, respondió el líder hotelero; pero esto será motivo de posterior análisis en otra entrega de Hora 14.