La polución somos todos
¬ Salvador Estrada jueves 7, Abr 2016Folclor urbano
Salvador Estrada
La polución es el mal de las grandes ciudades y la nuestra que era la región más transparente ya se contaminó y ahora “después del niño ahogado se busca tapar el pozo”.
El gobierno capitalino está muy pendiente del aumento de los “imecas” y lo que antes autorizó, hoy lo prohíbe, por la contingencia ambiental, lo cual irrita a los conductores de vehículos automotores porque no pueden circular aunque sus placas tengan cero o doble cero.
Y si no se toman las precauciones debidas veremos caer a los pajaritos de los aires y será la señal de que los humanos estaremos condenados a padecer las enfermedades pulmonares y si no se atienden pronto ¡adiós mundo cruel!
Afortunadamente, la autoridad capitalina no hizo discriminación, y todos, ricos y clasemedieros (los pobres no tienen), dejan de usar su automóvil dos días a la semana, enójese quién se enoje, porque ¡la salud es primero!
Empero, esta decisión gubernamental no disminuye la polución, porque hay otros agentes que no toman en cuenta: ¡las marchas!, que hacen conflictivo y contaminante el tránsito capitalino y que en días de contingencia (¡ah que gobierno tan consentidor!) autoriza, no una, ni dos, sino hasta ¡cuatro marchas!
Ha llegado el momento de frenar las marchas. Ante la prohibición de la autoridad para llevarlas a cabo, los marchistas van a alegar la libertad de tránsito que consagra la Constitución, pero primero está la salud y luego la salud y sigue la salud. Ya pasará la contingencia y podrán volver a las calles. Y tal vez para junio los legisladores se hayan decidido a organizar las marchas mediante una ley que prohíba posesionarse de las calles y sólo les autorice marchar por un carril.
Las industrias contaminantes también ya están en la lista del gobierno capitalino a las que ha exhortado a reducir sus actividades, pero falta que cumplan, porque para ellos la lana es primero y si no les anuncian multas cuantiosas por desobedecer un mandato de la autoridad, seguirán echando humo en sus chimeneas.
Y qué decir de los puestos callejeros que venden fritangas, en su mayoría, y que también coadyuvan a la contaminación con los humos de la parrilla. Y los negocios como las panaderías, baños de vapor, tintorerías, las ladrilleras, todas contaminan. Los fumadores también contaminan. La polución somos todos.
El gobierno capitalino debe aprovechar esta crítica situación del medio ambiente y meter en cintura a los puesteros y de acuerdo al refrán “no hay mal que por bien no venga”, dé una revisada a su ley de tránsito que por sus fotomultas redujo la velocidad de los automóviles y aumentó la contaminación, según dice los conductores que de 80 kilómetros por hora bajaron a 50.Y también reducir las multas, que se consideran muy altas por no usar cinturón, los conductores y los pasajeros.
Bueno, ante esta situación, lo mejor es no usar el automóvil, los que tienen, y viajar en el Metro o en el Metrobús, aunque en esos transportes “no hay caricias fingidas” porque la saturación es tal que el contacto “cuerpo a cuerpo” y el aspirar en su interior te puedes contagiar de influenza ¡ahh!.. ¡achís!, ¡achíssss! ¡aaahh!