Transporte de masas
Freddy Sánchez martes 5, Abr 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Ahora sí no habrá excepciones: el “Hoy No Circula” es obligatorio para todos los automovilistas. Las viejas carrocerías rodantes y flamantes unidades último modelo tendrán que dejar de circular una vez por semana.
Como se ha informado ampliamente, la medida no se limitará a los usuarios de vehículos particulares de la Ciudad de México. Se incluyen en la restricción circulatoria los autos de 18 municipios del Estado de México. Un medida ambiental que tiene por objeto aminorar la contaminación y sus efectos nocivos para la salud humana.
Así que desde ese punto de vista lo que se acordó institucionalmente no puede ser objeto de justificada molestia entre los automovilistas. Tratándose de salvaguardar la salud comunitaria todos tenemos la obligación de colaborar.
La cuestión es que los encargados de actuar desde las esferas públicas no pueden tampoco ocultar su propia responsabilidad en la indebida y mala planeación y ejecución de programas oficiales en materia de transporte y vialidad en al menos los tres últimos sexenios.
Haber tenido que “endurecer” las acciones restrictivas para la circulación vehicular remite inevitablemente a una aseveración irrefutable: los principales culpables estuvieron e incluso no pocos siguen estando al frente de empleos en el gobierno y áreas legislativas.
Por tal razón, es de desear que de aquí al mes de junio en el que se dará a conocer un nuevo plan oficial para combatir la contaminación ambiental los funcionarios encargados de hacerlo reconozcan y corrijan las grandes pifias del pasado.
Entre otras, la de priorizar las construcción de vías del tránsito para los automotores, sin haber promovido al mismo tiempo el crecimiento y mejoramiento del trasporte colectivo de superficie recurriendo no sólo a la construcción de nuevas líneas del Metro, sino pensando en opciones distintas para alentar a los automovilistas a dejar de usar el automóvil por su propia voluntad y no por obligación.
El enorme gasto que se hizo para construir los segundos pisos en el Periférico, así como muchas obras viales pensadas únicamente en facilitar el tránsito de vehículos consumidores de gasolina (sin darle la misma importancia a la construcción de mayores y mejores opciones de un transporte colectivo no contaminante) fue inequívocamente una decisión miope e irresponsable.
De ahí, las funestas consecuencias a afrontar por los automovilistas, debido a la falta de sensibilidad social de quienes no tuvieron el más elemental sentido común para prever que a la postre sólo estarían causando mayores índices de contaminación ambiental por su torpes decisiones de alentar el uso del automóvil y no promover el transporte colectivo.
Confiemos pues que de ahora en adelante los que están a cargo de áreas institucionales y legislativas (particularmente aquellos que se equivocaron en el pasado), enmienden sus errores, adoptando los cambios que realmente favorezcan el interés comunitario en materia de transporte y vialidad, a manera de que en un mediano plazo las restricciones para el uso de automóviles dejen de ser inevitables y cada vez más rígidas.
En ese aspecto hay que decir fuerte y claro que la única opción para mejorar la calidad del aire que respiramos tiene que ver con la firme voluntad institucional para regular eficazmente las emisiones industriales, a fin de cerrar negocios altamente contaminantes y lo que es más importante: crear nuevas alternativas no contaminantes para el transporte de masas.
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