Violencia, más de lo mismo
¬ Augusto Corro jueves 31, Mar 2016Punto por punto
Augusto Corro
Van varios años que los guerrerenses no saben qué es la seguridad.
La población se encuentra sometida a extorsiones, venganzas, secuestros y ejecutados debido a las acciones de decenas de bandas criminales en toda la entidad.
Acapulco, el puerto emblemático de Guerrero, ahora es reconocido mundialmente como uno de los sitios más peligrosos.
Es difícil llevar una lista de todos los crímenes que se cometen en ese estado del país.
Y la crisis se agudiza porque los delincuentes no son castigados y crece la impunidad.
A raíz de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, se conoció la relación de la delincuencia organizada con las autoridades locales.
El alcalde José Luis Abarca, de extracción perredista, se encuentra en prisión como presunto responsable intelectual del secuestro colectivo de estudiantes, perpetrado por policías municipales y elementos del cártel “Guerreros Unidos”.
Esa alianza entre políticos y narcos hizo que las autoridades federales investigaran a ediles con el propósito de conocer hasta dónde llegaba la corrupción de las autoridades. De esas investigaciones efectuadas en 2015, nada se supo.
Hace poco, los propios diputados federales por Guerrero denunciaron que la inseguridad que atraviesa el estado, “se debe a la colusión que existe entre grupos del crimen organizado y las autoridades locales”.
Quizá esa alianza criminal no permite funcionar debidamente la estrategia de las autoridades federales contra las bandas de delincuentes.
El martes, antier, por la noche, varios hombres armados levantaron al ex alcalde priísta (2009-2012) Rolando Sánchez Sosa, de Cualac, Guerrero. El municipio se encuentra en la región de La Montaña. Los sujetos interceptaron la camioneta Ford Lobo, blanca, en la que viajaba el ex edil. Esto ocurrió en la carretera Huamuxtitlán- Cualac. Luego el vehículo fue encontrado abandonado.
El secuestro de Sánchez Sosa y sus consecuencias se sumarán a la lista interminable de hechos criminales en Guerrero, donde los delitos se ven como algo normal, cotidiano, donde la impunidad es la reina.
ELECCIONES Y GOBERNADOR
Son varios los gobernadores que ven cómo se complica su situación política en temporada de elecciones locales.
Sin embargo, uno de ellos, Javier Duarte, tiene la situación complicadísima.
Su pésimo gobierno representa un lastre para el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Veracruz representa para los organismos políticos una fuente importante de votos, después de la Ciudad de México y el Estado de México. Durante su administración, el gobernador Duarte se significó por su ineptitud para brindar seguridad a la población veracruzana.
Los problemas que traía el citado gobernante se agudizaron con las muertes de periodistas, la desaparición forzada de jóvenes y en los últimos días los escándalos de violaciones sexuales.
En este último tema se señala al gobierno de Duarte de proteger a los cuatro “juniors”, conocidos como “Los Porkys” quienes atacaron a Daphne, una menor de edad que clama justicia.
En medio de acusaciones y descalificaciones, el también gobernador priísta enfrenta la desaparición forzada de muchachos en Tierra Blanca y Papantla a manos de policías uniformados.
Duarte perdió la brújula y espera alguna decisión que le permita dejar el gobierno con la imagen menos dañada. Imposible.
En esta ocasión los señalamientos contra el mandatario estatal se basan en realidades que no admiten dudas. De ahí que será difícil tapar el sol con un dedo.
Aquí cabe la pregunta de nuestro colega columnista Roberto Vizcaíno: ¿Cuánto más puede durar Javier Duarte al frente de Veracruz?
LA CONTINGENCIA AMBIENTAL
Algunos diputados dejaron sus vehículos y decidieron llegar a San Lázaro en Metro en aquellos días aciagos de contingencia ambiental.
Sin duda, se trató de una actitud valiente, de una osadía, que los representantes populares se arriesgaran a viajar en el transporte colectivo del pueblo.
No faltó quien les gritara a los legisladores que se trataba de una burla, la medida demagógica de usar el Metro.
Entre los diputados se encontraba el priísta, César Camacho, quien seguramente dejó en su casa el carísimo reloj que usa, por esa debilidad que siente por comprender y entender que es el tiempo, como el mismo lo dijo.
En el vagón, un usuario le dijo al político lo siguiente:
“Ojalá que todos los días usted utilice el Metro señor diputado de la Cámara, para que se dé baños de verdadero pueblo, para que tengamos mejores condiciones…”
El viaje del mexiquense en Metro pudo ser más interesante en horas pico cuando en los vagones no hay sitio ni para un alfiler; pero eso no ocurrirá, lo que buscaba Camacho era un poco de publicidad, de demagogia.