Trump está imparable
Francisco Rodríguez jueves 17, Mar 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Ahora sí: los tableros del Grand Old Party están que se incendian. Todos los piratas del republicanismo gabacho sienten que se les quema el cuarto de máquinas del viejo navío bucanero. Hasta los heraldos y los portavoces andan asustados. Ya no saben qué sigue. Sólo gritan a voz en cuello que ¡alguien pare a Trump!
Donald Trump, un personaje amorfo, salido de sus filas, preparado en las escuelas de gángsters marca Rockefeller, ha sido empollado por otros buitres que no conocen ni respetan los parámetros tradicionales donde se mueve la hipocresía financiera, económica y agropecuaria de los viejos elefantes republicanos.
Aunque interviene el Tea Party con todas sus fuerzas en los caucus para sacar adelante a Marc Rubio y/o a Ted Cruz —hijos de resentidos antillanos y gusanos que les inculcaron todas las afrentas ancestrales que recibieron de los gobernantes isleños y las bondades del trato de los feroces republicanos— no le alcanza.
Los más conservadores y groseros, intolerantes y discriminatorios, los icónicos violentos y racistas del republicanismo ilustrado, no pueden parar a Donald Trump. Sienten que se les está escapando, por varias leguas de distancia, y que en eso, ni la ayuda de los demócratas alcanza. El palurdo maneja un lenguaje más agresivo que el de El Guasón frente a Batman en Ciudad Gótica.
Es tan letal como la kriptonita que Lex Luthor le “recetaba” a Clark Kent, cada vez que quería intervenir para salvar al mundo. Los ardides republicanos llegaron a su tope. Y es lo que existe. No hay más.
Rapiña, el flanco más débil de la relación bilateral
Y es que por más “osos” que ha hecho Obama para empujar, hasta en los programas del corazón, la imagen de Hillary, ya es contraproducente. Cometió demasiados errores: prometió a los cubanos lo que no estaba en sus capacidades alcanzar; engañó por años a los migrantes, sin tener los votos necesarios para sacar las ofertas en el Congreso. Su gesto bobalicón es ya un despropósito. Le ayuda demasiado al magnate retrógrada.
El gobierno ha mostrado el lado más flaco de la relación bilateral México-Estados Unidos, y de esa liana se ha colgado Trump para destrozar, para inculcar, para enloquecer a los conservadores republicanos que ven en él a su adalid, al “Mesías WASP” anhelado. Mexicanos y mahometanos son la delincuencia de exportación, el eje del mal. Lo que hay que extirpar, so pretexto del fin de la historia.
Todo es ficción; sólo Trump es realidad de carne y hueso
Los aparatos de justicia, controlados a placer por los viejos republicanos, no han podido probarle un solo desacierto. Trump ha sido blindado por años y ellos mismos tuvieron las tuercas, las caparazones y los cautines para hacerlo. Trump es un error total de ese sistema político envejecido, de esa carcacha que ya no sirve. Es la cafetera de los Beverly Hillbillies. Ni a los Simpson, ni a Frank Underwood, el villano congresista y hoy presidente en la exitosa serie House of Cards, se les puede ocurrir un argumento que cale hondo entre los viejos del Grand Old Party, que los haga recapacitar. Todos saben que son ficción y Trump es la realidad hecha carne.
Es más: Trump ya logró embadurnarse políticamente hasta el cerebro con el “efecto teflón” y los mexicanos sabemos, por experiencia propia, cuando panistas y jovencitos raros fueron inoculados por las babosadas de Fox, el vacío del Bajío en el 2000, que cuando eso pasa, no hay poder humano que lo oxide.
Aquí se atenta a diario contra nuestras vidas y dinero
¿Quién le va a creer a Frank Underwood, encarnado por un personaje de carne y hueso como el actor Kevin Spacey, que ha gritado a los cuatro vientos su simpatía y amistad con el basquetbolista Obama —y a quien aquí le pagaron un buen billete por una selfie—, cuando en la enésima temporada de House of Cards protagonice la temida presidencia de un filofascista como Donald Trump?
Si la realidad supera a la ficción. Si en la vida real tienen abajo, en su frontera sur de 3 mil kilómetros, el ejemplo cotidiano de que es el fascismo ordinario. Si aquí se atenta todos los días contra el dinero de los demás, si acaso el símbolo sagrado de los reacios ultramontanos del republicanismo proverbial, ¿quién hace el contrapeso?
Si aquí no se respetan las leyes, ni el esfuerzo, ni los compromisos, ni el honor. Si todos los medios creíbles para los votantes WASP —blancos, anglosajones y protestantes, por sus siglas en inglés— construyen desde hace tres años toda la escenografía que no quieren volver a vivir. ¿Si hasta el The New York Times ha señalado el totalitarismo y el desprecio a los derechos fundamentales que ejercen?
Ni Kevin Spacey, ni Obama, ni Hillary, que desde ahora se puede augurar que hasta tienen perdida la mayoría en el Congreso para este próximo noviembre, pueden cargar con ese fardo. Lo mejor que les espera es repetir la truculenta demagogia de los últimos ocho años de los demócratas en el poder. Quienes más mexicanos han deportado a nuestro país… no se olvide.
El muro, contra las políticas delincuenciales
Ahora, todas las barrabasadas catapultan a Trump. Porque le dan todos los argumentos que sustentan sus invectivas y ofensas contra los migrantes.
El muro de Trump simboliza la detente contra las políticas delincuenciales, contra la corrupción. Y eso lo entienden bien en el gabacho.
Los medios se empeñan en seguir tendiendo esa cortina de humo.
Sólo se atreven, cuando mucho, a referirse a Trump como un descocado, pero nadie ha dicho que puede ser un producto para entregar en charola de plata el argumento del desastre total, del país que se incendia en el patio trasero, como nos llaman los viejos republicanos, desde el aparente demócrata, el presbiteriano Cleveland , hasta nuestros días.
El reciente episodio de la traición, por medio de chantajes, sobornos y entrega contra el dinero comprometido por El Chapo Guzmán, ha sido como limón en la herida del sentimiento republicano contra los que consideran embaucadores y taimados políticos. Así, menos se puede.
El viejo electorado WASP del Grand Old Party es retrechero, necio. La historia ha enseñado que cuando toma una decisión electoral, ésta no tiene recule. Sus símbolos del progreso —o como quieran llamarle— son el becerro de oro, la expansión a como dé lugar, el intervencionismo, el ¡sálvese quien pueda!
Miseria política en el horizonte de los gabachos
Si alguien podría salvar de la debacle a los demócratas, sería un furibundo republicano como Ralph Nader o un ultraconservador jurado contra la delincuencia como el viejo Ross Perot. Serían las vejigas de salvación que pudieran tirarse para salvar a Hillary Clinton, a punto de ahogarse en medio del mar proceloso.
Serían los personajes que, inscritos como “independientes”, podrían restar a Trump siquiera un diez por ciento de los votos que necesita la fémina representante de la sociedad secreta de Huesos y calaveras, la esposa de Clinton, el que nos embarcó en la debacle del consumo indiscriminado de drogas, según él mismo lo reconoció en una universidad hace un año.
Pero esos fueron otros López. Hoy por hoy, no hay alguien que atraiga respeto y credibilidad en ese horizonte de miseria política en el que se ha convertido el territorio gabacho. Las mentiras también tienen fecha de caducidad, y más, en medio del pavoroso crecimiento de pobres y hambrientos, cobijados por la bandera de la “tierra de los valientes”.
La suma de todos los miedos se ha apoderado del cerebro de la potencia imperial más inclemente de la historia. Y todavía hacemos como que la virgen nos habla. Nadie opera. El “académico embajador” Basáñez y la sobrina cancillera, catatónicos, esperando un milagro.
Si ya no se va a respetar el toma y daca de la expulsión -contratación de migrantes por temporadas de necesidad gabacha, para salvarles otra vez su quiebra agropecuaria, ¿qué vamos a hacer aquí con 8 o más millones de indocumentados?
¡Que alguien le explique a demócratas, republicanos!
¡Les urge saber quién se echa ese trompo a la uña! A menos que otra vez quieran jugarse su destino a un volado de barquillero. Sólo que ahora, el nevero anda drogado, borracho y usa el anaranjado pelo muy alborotado.
Índice Flamígero: Agradezco al Club de Periodistas de México, a sus directivos Mario Méndez Acosta, Mouris Salloum George y la valiente Celeste Sáenz de Miera el premio a Columna Política dentro del Certamen Nacional de Periodismo. El reconocimiento es para los lectores del Índice Político. Me siento orgulloso, asimismo, de pertenecer al equipo de colaboradores de Azteca Opinión, cuya labor da visibilidad en las ondas hertzianas a diversos puntos de vista. Felicidades a nuestra directora Adriana Delgado Ruiz, quien ayer también recibió ese muy merecido galardón. + + + Y El Poeta del Nopal no se quedó impasible ante la información divulgada el lunes sobre el índice de aprobación de Enrique Peña Nieto, en trabajo demoscópico de Buendía & Laredo. Su epigrama de hoy se titula “Míster 32%”, y dice: “Lanzó su mejor apuesta / en carrusel aleatorio / y nos mandó al Purgatorio / antes de subir la cuesta; / una milagrosa encuesta, / bien a modo, por supuesto, / le otorga un bono maestro / de consultores muy duchos, / ¿pero el 32?, son muchos, / ¡ni rezando un Padre Nuestro!”.
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