Haciendas yucatecas
¬ José Antonio López Sosa viernes 4, Mar 2016Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Santa Rosa, Yucatán.- La Conquista significó en el siglo XVI, que los españoles comenzaran a tomar la parte occidental de la península de Yucatán, los mayas quedaron del lado oriental (desde la zona de Valladolid y hasta la costa del Caribe). En Yucatán las misiones católicas y la agricultura fueron gestando la construcción de grandes haciendas, mismas que eran producto del regalo o venta por parte de las autoridades eclesiásticas o novohispanas, curioso, pero todo comenzó aquí, regalando lo que no era de nadie. Así se repite la historia de nuestra nación.
En el siglo XIX, el henequén significó enriquecimiento de la península de Yucatán, bueno, más bien de los dueños de las haciendas, porque el pueblo yucateco siguió sumido en la pobreza, como hasta hoy. En síntesis, con esos regalos y ultrajes de tierra, unos cuantos se hicieron ricos a costa del trabajo casi de esclavos del pueblo en general.
Tras la Revolución Mexicana, las grandes haciendas fueron divididas y repartidas en ejidos, las familias de terratenientes siguen en muchos casos, quejándose hasta hoy del despojo (cuando en muchos casos, la propiedad de estas obedecía también a otro despojo…). Conservaron en su mayoría los cascos de las haciendas y con la aparición de las fibras sintéticas, el negocio del henquén se vino abajo, cerrando definitivamente su producción alrededor de 1984.
Hoy día, esta historia que he tratado de sintetizar en unas líneas y que es por mucho, más extensa y apasionante, se puede vivir literalmente en cada una de las haciendas que se han transformado en productos turísticos en Yucatán. Algunas museos, otras sitios de visita y unas más hoteles.
La hacienda Santa Rosa es un claro ejemplo, transformada en hotel-boutique, parte de The Luxury Collection de la cadena Starwood, deja ver entre sus muros, pasillos y jardines, historias con más de tres siglos. Algunas cosas entre los españoles y criollos que vivieron en su casco, otras trágicas de los mayas, asiáticos e indígenas del centro del país que fueron sometidos a una esclavitud disfrazada, pero al final, páginas que escribieron la historia del Yucatán y el México de hoy. Tuve la buena suerte de pernoctar en la “habitación del patrón”, en esta durmió por largos años el dueño de la hacienda, los techos de más de 4 metros del altura, el baño original con más de un siglo, los ventanales y estructuras permiten experimentar con la historia desde otro ángulo.
Hay muchas haciendas que visitar en Yucatán, pasamos por Yaxcopoil (donde aún vive el descendiente de los dueños originales desde 1860), por la hacienda Tekik de Regil y por algunas otras en los alrededores de la zona sur del estado. Sin lugar a dudas, una forma de acercarnos a la historia de esta tierra, de entender por unos instantes la opulencia con la que vivían unos y la miseria con que vivían otros. Una experiencia que vale la pena vivir en el sureste mexicano.
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