Siete Méxicos
Freddy Sánchez jueves 3, Mar 2016Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Falso de toda falsedad: dos Méxicos, uno de pobres y otro de ricos, no son los únicos que tenemos en territorio nacional. Hay más.
El de los pobres más pobres que se mueren de hambre y sobreviven de milagro recibiendo migajas institucionales y por ello se la pasan expuestos a toda clase de enfermedades, desnutrición y muerte. Son los que están ubicados en el rango más ínfimo de la escala social.
Después están los que ni siquiera reciben un salario mínimo como pago de empleos pésimamente remunerados y ofertados con cinismo a personas que no tienen más remedio que aceptarlos para medio comer y prácticamente vestir en harapos, careciendo de servicios básicos para una condición digna de vida.
En tercer lugar tenemos una clase social que vive menos peor por estar dedicada a actividades independientes de comercio con ingresos algunas veces satisfactorios, pero no por ello suficientes y regulares para poder adquirir una casa propia, auto familiar y otros satisfactores básicos para llevar una vida de calidad.
Enseguida encontramos a los que en empleos burocráticos o del sector privado reciben salarios relativamente menos magros, aunque para su fortuna lograron conseguir créditos inmobiliarios institucionales para la adquisición de una casa o departamento en zonas populares, no pocos de ellos gracias a las dádivas que tuvieron que repartir entre personas corruptas del gobierno o bien particulares dedicados a este deleznable negocio.
Otra clase social la representan pequeños y medianos empresarios, además de burócratas en áreas de dirección, con mejores ingresos económicos, en torno a cuyas actividades fluye con facilidad el dinero de la corrupción hacia los bolsillos de quienes lucran con sus funciones, aparte de tener a su alcance diversas prestaciones que les permiten llevar un vida más cómoda en unos de esos otros Méxicos con los que contamos.
En ese tenor habría que mencionar en este análisis a grandes empresarios y políticos de altos vuelos, líderes sindicales, pastores religiosos, cotizados profesionistas e intelectuales y aquellos que desde las sombras obtienen jugosos ingresos con prácticas deshonestas o simple y llanamente poco éticas e incluso delictivas.
El México de estos acaudalados está a una distancia abismal de los antes mencionados.
Y qué decir del que se ha convertido en el reino imperial de unos cuantos multimillonarios en posesión de negocios sumamente rentables en casi todas las ramas de las actividades económicas y que al tener a su disposición tantísimo dinero lógicamente se dan una vida de magnates como los más ricos del mundo.
La brecha pues entre tantas clases de pobres y de ricos en nuestra nación se ha hecho tan grande que cuesta trabajo creer en la posibilidad de que algún día realmente provendrá desde los cargos institucionales y las grandes firmas ejecutivas privadas un verdadero deseo y la firme voluntad de emparejar el terreno en beneficio de la mayoría.
Discursos políticos, programas sociales, reformas legales, sustitución de los responsables en cargos electorales y recurrentes anuncios a favor de los derechos humanos y las mejores causas de la sociedad, lamentablemente van y vienen sin que cambie de fondo y no sólo de forma la geografía de al menos esos siete Méxicos.