Patadas de ahogado
¬ Augusto Corro miércoles 2, Mar 2016Punto por punto
Augusto Corro
La semana pasada la Auditoría Superior de la Federación (ASF) declaró que el gobierno de Veracruz, encabezado por Javier Duarte, no estaba en disposición de aclarar el destino de más de 13 mil millones de pesos, acumulados de la cuenta pública de 2011 a 2013.
Esa información surgió en momentos políticos difíciles para el mandatario estatal, que no ve lo duro, sino lo tupido, por la serie de conflictos que enfrenta, entre otros, la sucesión en la gubernatura, la inseguridad y las deudas oficiales, como la relacionada con la Universidad Veracruzana.
Ante esa situación crítica en pretemporada electoral, el impresentable Duarte recibió una andana de acusaciones que revelaron su ineptitud como gobernante, así como el descontento de los veracruzanos aterrados por la ola de violencia en esa entidad, que encabeza la lista de periodistas asesinados.
Alguien le dijo al mandatario estatal que era necesario que se defendiera de tantas acusaciones de propios y extraños y lo hizo.
LA CONFERENCIA
El lunes pasado, en una conferencia de prensa, a la que llevó a su familia para efectos de imagen, el vilipendiado Duarte se fue por la salida fácil y sin rebuscamientos al afirmar lo siguiente:
“No se ha empleado un solo peso fuera de las actividades propias de la gestión del gobierno. Tengo las manos limpias y vengo con la frente en alto a decirles a los veracruzanos lo que pasa”.
Por supuesto, nadie creyó las palabras del Ejecutivo veracruzano, quien tendrá que utilizar otras maniobras políticas si quiere evitar una derrota mayúscula del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el proceso electoral que se avecina.
Porque si bien es cierto que no podría pisar la cárcel por sus tropelías en la administración gubernamental, incluido el supuesto desvío de los recursos públicos, tampoco se encontraría en condiciones de evitar ser juzgado por los veracruzanos, quienes ya lo tienen catalogado como corrupto e inepto.
IMPORTANTE RESERVA DE VOTOS
En estos días, la situación política de Duarte es más que incomoda para su propio partido tricolor que tendrá que ganar las elecciones en junio próximo, a como se pueda, porque Veracruz es una reserva importante de votos después de la Ciudad de México y el Estado de México.
Y si los priístas pretenden llegar sin sobresaltos a las elecciones presidenciales del 2018, uno de los pasos importantes para evitarlos sería asegurar el triunfo en el bastión veracruzano, donde apenas empieza la guerra de lodo entre los aspirantes al cargo de gobernador.
¿La conferencia de prensa del gobernador se debe interpretar como simples patadas de ahogado ante su posible sacrificio político? ¿O se trató de una autodefensa inútil de Duarte?
Lo que queda claro es que el horno veracruzano no está para bollos, como se dice coloquialmente.
OAXACA Y EL PERREDISMO
En Oaxaca, el caldero político se encuentra en plena ebullición. Priístas, perredistas, etc., se preparan para la campaña electoral, que tendrá su punto máximo en junio próximo.
Como se sabe, en ese mes se elegirá al nuevo gobernador que sustituya al inepto Gabino Cué, el aliancista que llegó al poder con su carga de mediocridades. Los candidatos oficiales del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido de la Revolución Democrática (PRD) son Alejandro (Murat), ojo: no le gusta usar el apellido de su padre José, y José Antonio Estefan Garfias, respectivamente.
RECHAZO AL MEJOR POSICIONADO
En el caso del primer aspirante, su designación se efectuó de acuerdo con los cánones de sumisión de su partido; los otros aspirantes tricolores, mejor posicionados políticamente tuvieron que agachar la cabeza y sumarse a la cargada de Alejandro. No problema para apoyar al mexiquense que llegó como explorador a las tierras oaxaqueñas.
En el PRD las cosas fueron diferentes. No tenía por qué ocurrir de otra manera. La conducta divisionista de la llamada izquierda mexicana volvió a lucir con sus mejores galas.
Desde antes de la nominación del candidato amarillo, se notaron signos de violencia con la explosión de cápsulas de gas lacrimógeno en el recinto perredista. El ambiente se tranquilizó, no así el ánimo de uno de los contendientes: el senador Benjamín Robles Montoya.
El legislador oaxaqueño fue derrotado por sus correligionarios, a pesar de encontrarse en la mejor posición para enfrentar al priísta Alejandro, con las posibilidades de ganarle; pero la dirigencia perredista, que preside Agustín Basave, optó por darle prioridad a sus intereses personales y descartaron la candidatura de Robles Montoya.
El senador, decepcionado de su partido, presentó su renuncia a la militancia amarilla y buscará aparecer en las boletas electorales como candidato independiente o apoyado por alguna agrupación política local, como sería el Partido Renovación Social (PRS).
Esta por demás decir que el PRD cada vez camina más rápido al abismo.