Las cuentas de Manlio
Ramón Zurita Sahagún lunes 29, Feb 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Sumamente confiado se mostró el dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, en que una buena selección de candidatos les daría la victoria en cuando menos 9 de los 12 gobiernos estatales en disputa el 5 de junio próximo.
La excesiva confianza del sonorense apuntó a la recuperación de las tres entidades que no gobierna en la actualidad su partido: Oaxaca, Puebla y Sinaloa.
Esos tres estados fueron ganados, hace seis años, por una alianza conformada por la izquierda y la derecha, dejando un saldo de un gobernador formado a la derecha, otro a la izquierda y uno más volátil.
La alianza dejó satisfechos a sus integrantes, aunque en el terreno de los hechos no les representó mucho, ya que el de la derecha (Rafael Moreno Valle) continuó gobernando con los políticos allegados al partido en que milita y dejó solamente una plaza libre para un personaje de la izquierda (Luis Maldonado Venegas) que como él provenía del priísmo y había militado en Convergencia antes de pasarse al PRD.
El de la izquierda (Gabino Cué Monteagudo) hizo lo propio y su gobierno se fortaleció con militantes de izquierda y alguna que otra opción de derecha en niveles bajos de su administración.
Ninguno de los estados sirvió para el crecimiento político de los aliados. En Puebla, la derecha se mantuvo en los niveles altos y la izquierda (PRD) quedó relegada. En Oaxaca sucedió lo mismo, la derecha mantuvo sus bajos niveles de votos, mientras la izquierda (PRD) gobernaba a placer.
En Sinaloa, lo volátil del gobernador (Mario López Valdez) y los altibajos de su administración permitieron a los priístas conservar sus cotos de poder, tanto dentro del gobierno estatal, como en las preferencias ciudadanas.
Los de la alianza izquierda y derecha fueron relegados y los seguidores de “Malova” se entronizaron en el poder.
El experimento no arrojó los resultados esperados, aunque permitió a los panistas y perredistas consolidarse en dos de las tres entidades.
Fue por eso que insistieron en amarrar otras alianzas y explorar nuevas entidades en busca de alcanzar triunfos.
Ante esta situación, los priístas buscaron la forma de mantener la unidad en la selección de sus candidatos en los 12 estados, ensayando una fórmula que dejó satisfechos a la cúpula del partido, pero que generó molestias entre varios de los aspirantes que no obtuvieron la nominación.
La manipulada fórmula de unidad llevó a los aspirantes, con posibilidades o sin ellas, a tomarse la foto con el dirigente nacional del partido y asumir el compromiso de sumarse a la campaña del beneficiado.
Para la mayoría de los relegados fue una simple burla, ya que desde el principio se manipularon los nombres de los que serían.
Y es que en los estados gobernados por el PRI se permitió a los gobernadores seleccionar a sus “delfines”, en la mayoría de los casos.
Esteban Villegas fue el primero, un personaje cercano al afecto del gobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera, mientras que a la senadora Juana Leticia Herrera, que buscaba la nominación, sin el aval del gobernador, fue enviada como aspirante a la alcaldía de Gómez Palacio.
Enrique Serrano, personaje vinculado al gobernador César Duarte, fue postulado en Chihuahua, para lo que fue necesario que dejara la alcaldía de Ciudad Juárez. Las senadoras Graciela Ortiz, Lilia Merodio y otros más fueron invitados a la ceremonia de unidad, aunque ya sabían que el abanderado sería el mencionado Serrano.
Mariano González Zarur impulsó en Tlaxcala a su “amigo” Marco Antonio Mena, quien fungió como secretario de Turismo en su administración, dejando de lado las posibilidades de otros aspirantes.
En Zacatecas se usó el mismo procedimiento de unidad, con la unción de un candidato (Alejandro Tello) vinculado al gobernador Miguel Alonso Reyes.
Por un designio de Los Pinos, Alejandro Murat Hinojosa fue enviado como candidato a un estado que no gobierna el PRI, pero que desea recuperar, lo que fracturó a la militancia, aunque hayan participado en la reunión de la unidad.
Lorena Martínez Rodríguez fue la seleccionada en Aguascalientes, con todo y la oposición del gobernador Calor Lozano de la Torre, a quien no se le tomó en cuenta por el pobre papel desempeñado en la administración pública estatal.
Para Puebla se pensó en nominar (aquí sí) al candidato mejor postulado, la senadora Blanca Alcalá Ruiz, la que se consideró podrá dar la lucha en las urnas.
Quintana Roo produjo una baja sensible con uno de los aspirantes mejor posicionados, Carlos Joaquín González, quien de plano renunció al partido y se fue a la oposición, para participar como candidato de una nueva alianza entre panistas y perredistas.
Tamaulipas era bola cantada que Baltasar Hinojosa sería el candidato, por lo que la fórmula de la unidad fuer considerada como una burla para los demás aspirantes.
En Sinaloa sacaron a un desconocido (Quirino Ordaz Coppel). Héctor Yunes Landa se sacó la rifa del tigre en Veracruz y en Hidalgo se procedió a cumplir con el mejor posicionado (Omar Fayad).
Con todos esos candidatos y los ritos de unidad desplegados por el PRI, aparentemente, las cuentas de Manlio Fabio Beltrones no parecen cuadrar y los priístas se encuentran ante el riesgo de perder más allá de los tres gobiernos estatales presupuestados por el dirigente nacional del partido.
Oaxaca, Puebla y Veracruz, los tres principales estados en disputa, muestran números adversos para el partido tricolor. No se diga Q. Roo, Sinaloa, Tlaxcala, Zacatecas, Tamaulipas y Durango, donde hubo problemas internos.