La cuadratura de las cuentas
Francisco Rodríguez martes 23, Feb 2016Índice político
Francisco Rodríguez
La simulación del aparato hacendario mexicano ha llegado a los niveles de la inoperancia y el ridículo. Gasta más de lo que recauda y de todos es sabido que el SAT está listo para rentar uno de los edificios más caros del Paseo de la Reforma para continuar derrochando los saldos de las exequias financieras.
Todo mundo está instalado en una zona de confort que ya no existe. Como si todavía fueran los administradores de la abundancia petrolera, se aferran a disfrutar de una quimera, sin enterarse de que esos tiempos se fueron para siempre. Que no regresarán jamás.
No saben que ya Gabriel de Mirabeau había dicho hace 240 años que “el gobierno no se ha hecho para la comodidad y el placer de los que gobiernan”. Éstos siguen dando los peores ejemplos de dispendio de que se tenga memoria. Lo malo es que las conductas permean hacia los de abajo y el país ya es todo un circo.
Todos medran, todos derrochan, todos desvían, se endeudan hasta lo inimaginable, pensando que el que venga atrás que arree, que los tape con la misma cobija que ellos utilizaron para cubrir los desfalcos del anterior prócer que les regaló la gubernatura. Moreira podrá saltar la primera varita para no ser recluido, pero es imposible saltar las que siguen. Fue demasiado el lodazal. Los acuerdos a nivel de gobiernos no alcanzan para tanto.
Se la pasan prometiendo obras faraónicas, a cambio de los empréstitos impagables… y éstos acaban en sus cuentas particulares, ya que los mecanismos de fiscalización, auditorías, contralorías y rendición de cuentas, forman parte de la misma farsa. Ellos ponen y quitan a su antojo y conveniencia a los titulares.
La incapacidad y el temor de ejercer el control sobre los derroches y las apatías de los virreyes locales empezó a cundir desde el blandengue Zedillo y se naturalizó con Fox y Calderón. El mecanismo fue sencillo, soltaron todos los mecates del presupuesto y las participaciones federales sin freno, a cambio de que no fueran molestados.
No pusieron una sola condición, un compromiso, una tarea-objetivo para los caudales de los bolsillos populares. Todo fue a cambio de nada. Como una concesión o una merced real de los gerifaltes a sus súbditos, a cargo de otros súbditos de más abajo, que tuvimos que apechugar los desfalcos de lo propio, más los abusos sobre los préstamos de los ajenos.
¿Cómo aspiran a que eso quede impune? ¿ En nombre de qué falso pudor se desgarran las vestiduras el —so called— presidente y todos los paniaguados en los llamados tres poderes de la Unión, que juran por ésta que no hay que hacer juicios adelantados, cuando todas las evidencias señalan que hicieron cera y pabilo con nuestros ahorros públicos? Que defraudaron hasta la confianza de los sufridos electores.
Los llamados gobernantes no quieren ser molestados por nadie. Ellos sólo tienen tiempo para repetir como loros huastecos los mensajes que mandan desde el imperio, para que se fragüen los dicterios del dominio. Y como también aquéllos son tan ignorantes como los nuestros, están convirtiendo nuestra vida en una porquería, peor que la vaticinada por el tango “Cambalache”.
Presiona el SAT sobre 12% de cautivos
Por otro lado, nadie sabe cómo hacerle para exprimirle más impuestos a los mexicanos. El SAT se dedica a voltearle los bolsillos al proverbial 12% de los causantes cautivos, todos sujetos a la cacería de brujas anual, que sigue a “la cuesta de enero”, con amenazas propias de los pirómanos de la Inquisición. ¡Hay de aquél que no sepa cuadrar sus cuentas! Lo convierten ipso facto —que quiere decir: por este hecho— en enemigo público.
Los gobernadores no meten ni un dedito al fuego para sacar alguna castaña, Se arrellanan en sus sillones de mando, esperando, a cambio de su confort, los recursos etiquetados, las transferencias que derivan de los préstamos internacionales y las partidas, siempre condicionadas a los caprichos del “moche” que pide el que reparte. Una comedia bufa.
Nadie reflexiona en que la manera más efectiva de reactivar el mercado interno es provocando que la gente trabaje, para que pueda contribuir fiscalmente. Quien nada tiene, nada puede aportar. Todo mundo se hace pato ante esta evidencia casi atorrante. Los únicos que pueden tener el pulso son los mandarines locales.
Son los que deben saber cuáles son las actividades más adecuadas, en función de las necesidades de cada pueblo, las posibilidades del consenso y la colaboración para apoyar todo un proceso de redistribución del ingreso que urge resolver con la misma velocidad con la que se desmorona el país. Decir que se nos va entre los dedos de las manos, es sólo una benigna tautología.
¿Ya gastaron los 70 mil millones de verdes?
Todos los argumentos de los financieros que sufrimos en la SHCP y en los organismos financieros del extranjero redundan en la solución de echar mano del fondo emergente que tiene el FMI, destinado supuestamente para ellos. Nadie ha confirmado que existe.
Así como están las cosas, en una de esas, los tan llevados y traídos 70 mil millones de dólares de la salvación ya “volaron”, ya no están destinados para el derroche y el boato de los últimos estertores de un sistema presidencialista instalado en el boato, el egocentrismo y la ignorancia. Un país cuyos dirigentes, o como quieran llamarse esta cauda de depredadores, que actúan como tlacuilos de sexto talón, interpretando al revés los acontecimientos internacionales que amenazan con arrasarnos, en medio del pasmo y la incertidumbre de no saber para dónde hacerse al menos para capear algún veranillo el diluvio que viene.
En solitario, la CDMX genera el 22% de los empleos formales y la misma cifra del PIB nacional. ¿Y ni así preguntan?
Se parecen a los tlacuilos que interpretaron al revés los códigos guerreros águilas y tigres y animaron al ambicioso Ignacio de Loyola para que encilindrara al ignorante Felipe Neri para ir a conquistar “los japones”, acompañado de un grupito de seguidores que habían sido preparados para tamaña aventura en el Convento-Fuerte jesuita de Tepoztlán, estudiando artes marciales escritos al revés.
Cuando pusieron un pie en Nagasaki, los osados cien mestizos mexicanos fueron atacados por seis ninjas que los destriparon y los colgaron de cabeza, para ejemplo de quien quisiera repetir su despropósito. El lugar de esos tlacuilos de sexto talón es ahora ocupado por los consejeros de finanzas y comunicación social, todos acechando el “moche”y prebendas que lo acompañan.
Abocarse a la inversión social
Además, en un estado de parálisis institucional, parecido a los restos de un avión estrellado listo para la rapiña del primer buitre que pase, cualquier idea, cualquier propuesta que movilice, perjudica al que está aprovechándose del catatonismo. Por eso, a nadie de los próceres de petate, tiradores a “la grande” le conviene hablar, menos cuando el oído del que manda no funciona.
Pero lo que es indudable es que debe funcionar el Pacto Federal en lo que toca al aparato financiero y recaudador. Un país estancado, recesivo y regresivo, como el nuestro, requiere que todos sus actores se muevan. Abandonar para siempre los ofrecimientos de obras faraónicas irrealizables y abocarse a meter el hombro en la cuestión social, que es para lo único que alcanza ya el poco presupuesto que resta.
Decirle adiós al germen de la inmortalidad, de una vez por todas. La población vulnerable y desprotegida, no está para sufrir dictadorcillos egocéntricos.
Los desvalidos y despojados forman parte de un caldo de cultivo que puede estallar en cualquier momento y provocar gravísimas respuestas de inconformidad, que nuestros próceres no han visto ni en los libros de texto desconocidos para sus nunca inauguradas lecturas.
La pelea es por posiciones de mando que ya les quedan chicas a sus desatadas ambiciones de poder y de multimillonarios dólares.
¡Lo que menos necesitan los desprotegidos son rateros, palafreneros y tlacuilos que se la pasan interpretando al revés los guiones imperiales! ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Sobre distinguido panista versa hoy la décima de El Poeta del Nopal: “Con el semblante afligido / sin darse cuenta resbala / al afirmar que no avala / las reglas de su partido; / en el mensaje emitido / se advierten viejos resabios, / pues sin morderse los labios / exige pedir perdón / y olvida, por omisión, ¡todo un calderón de agravios!”.
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