Tiempo mexicano
¬ Humberto Matalí Hernández lunes 6, Sep 2010Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
“…en México es el tiempo el que se burla
del hombre y sobre todo del escritor.”
Carlos Fuentes. | “Tiempo Mexicano”
Ante la vacuidad oficial para conmemorar el Bicentenario del inicio de la lucha de Independencia, que 10 años se conseguiría en 1821, algo que la hipocresía oficial calla y se concreta al movimiento encabezado por Miguel Hidalgo y los insurgentes de Guanajuato, ahora que con bombo y platillo, ridícula canción y desfiles en donde faltan los monos de Disney, mientras los héroes patrios son convertidos en caricatura y representados por malos actores en telenovelas, más vale buscar refugio en la literatura nacional.
Al margen de otros ensayos y sobre todo su obra novelística y de cuentos apareció un tomo de colección de artículos y ensayos sobre México, los mexicanos y un escritor llamado Carlos Fuentes, tan soñador e idealista e intemporal como la nación mexicana. Él mismo autor lo reconoce en los textos que forman esta colección. Fueron publicados en las revistas “Política”, “Siempre y “El espectador” y en los suplementos “México en la cultura” y “La cultura en México” dirigidos por don Fernando Benítez y otros son encargos de publicaciones de diversas naciones, según confiesa Fuentes.
Es lamentable que entre la amplia y variada obra de Carlos Fuentes el volumen de “Tiempo mexicano” se poco conocido y por lo tanto editado, sin embargo es útil para la lectura de las novelas y en especial en donde el tema es la Revolución Mexicana, de la que Carlos Fuentes es un estudioso. Incluso propone en el artículo “Los caminos del cambio”, que 40 años después permanece incierto y mítico en la política nacional bajo la fórmula desarrollo económico con justicia social y libertad política, lo que es obvio no forma parte de los conceptos de la corriente global, tecnócrata y derechista en el poder.
Certero en su propuesta y crítica, las afirmaciones de Carlos Fuentes se toman con la indiferencia de la derecha que gobierna México, con mayor dureza que a los gobiernos priístas. Si antes existió esperanza, fue a partir de los neoliberales y tecnócratas en el poder, que se notaron impedimentos a la justicia social, pero que fue cancelada brutalmente por los empresarios en el poder gubernamental, amparados en la derecha reaccionaria y se demuestra en los últimos meses, de un oscurantismo y doble moral ofensivos para estos tiempos.
En cuanto al concepto del tiempo mexicano presentado por Carlos Fuentes, en lo escrito hace casi 40 años, lo iguala con la percepción del escritor Soren Kierkegaard, con toda la frialdad y análisis europeo convertido en unidad lineal y en progreso hacía adelante, con el pasado asimilado. Refiriéndose a los mexicanos dice Fuentes: “Entre nosotros, en cambio, no hay un solo tiempo: todos los tiempos están vivos, todos los pasados son presente. Nuestro pasado se nos presenta impuro, cargado de agonías resistentes.” Después define “…la historia de México es una serie de “Edenes subvertidos” a los que, como Ramón López Velarde, quisiéramos a un tiempo regresar y olvidar”.
Tener acceso a este libro de Carlos Fuentes es una fortuna, primero por la claridad de razonamiento y análisis del autor, que se asume como mexicano, con todas las virtudes y defectos, los conflictos internos y las añoranzas por lo inalcanzable realizado y de acuerdo con su juego, lo realizado que se torna inalcanzable. No es el intelectual situado en el trono del Olimpo literato, como sucedió con otros y seguro sucederá en el futuro. Es Carlos Fuentes el que se salpica festivamente, de mexicanidad para saborearla y gozarla entre sufrimiento y lágrimas de la “vida no vale nada” del filosofo José Alfredo, el Único. A él, a todo el tiempo mexicano saboreado entre tragos de tequila y lagrimas de frustración es el Tiempo Mexicano de Carlos Fuentes, en donde con enorme claridad nos recuerda la definición que hizo hace 40 años de la profesión de su vida: “Qué incomodidad, digo yo de México: tener todo el pasado por detrás y ser precisamente un escritor de la burguesía, pequeña y grande, capitalina…”
Pero hace casi 40 años dio una solución: “Qué incomodidad. Rápido, avancemos, no hay tiempo: debemos llegar a 1910, debemos hacer la revolución…”
Poco le falto a Carlos Fuentes, tan entregado y admirador de la revolución de 1910, para igualarla con la lucha independentista de 1810, que en realidad fue una revolución también por justicia social, a pesar de iniciarla un grupo de criollos añorantes de una corona española. Eso es lo que olvidaron entre los huecos festejos la derecha gobernante y la corte de millonarios, que se enriquecerán más con los tres mil millones de pesos, que cuestan las fatuas celebraciones, incluida la negrófila “restauración de las osamentas” de los depositados en la Columna de la Independencia y que ahora son exhibidos, ofensiva y torpemente, en Palacio Nacional, ese al que los presidentes ya no acuden a trabajar, para aislarse más del pueblo, de los mexicanos comunes, los que no pertenecen a la elite del dinero. Son los que hicieron la guerra de Independencia y las batallas de la Revolución. Los anónimos.