Nostalgia y pasión iberoamericana desde el norte de América
* Especiales, _• Letras Iberoamericanas •_ viernes 3, Sep 2010Cuando pensamos en Iberoamérica nos enfocamos en un territorio confinado por diversas fronteras. En el continente americano, por la frontera norte con Estados Unidos y en el caso de Europa, en una parte, por los Montes Pirineos que dividen a España de la República Francesa. Sin embargo, Iberoamérica no sólo es territorio, es una cultura viva, joven, que busca consolidar valores comunes que la potencien, que la unan. Es así que la frontera se vuelve tenue y se solidifica en las relaciones humanas que mantenemos en otros territorios.
Ahora, Iberoamérica se remonta a su pasado, a su lenguaje, a sus sabores y olores exóticos, a su idiosincrasia, a su forma de convivir con la muerte, con el amor, con el poder y en este contexto se proyecta hacia el mundo como un ente contradictorio. ¿Cómo ser homogéneo en la diversidad? Sólo Iberoamérica lo puede hacer.
En este escrito, David Cáceres nos relata la crónica descrita… partir a un territorio no iberoamericano pero en un ambiente que sí lo es; donde las distintas nacionalidades se unifican en un idioma abundante que se complementa con otras lenguas y donde la frontera pareciera desvanecerse a nuestro paso.
Estimados lectores, es para mí un honor compartirles este escrito vivencial, donde David deja parte de su corazón al redactar y donde nos acerca a otra realidad Iberoamericana. Espero lo sea también para ustedes.
Edgar Gómez
coordinador Letras Ibero@mericanas
edgargomez_cide@yahoo.com.mx
David Caceres •
Escribir desde Miami es un honor, vivir en Miami también lo es. Si los Estados Unidos son un “collage” de diversas culturas, Florida y particularmente Miami lo es todavía más. En mi opinión, Miami es la ciudad Latinoamericana más cercana a los Estados Unidos. Y lo digo poco en broma, pero aun más lo digo en serio. Cuando llegué a vivir al Sur de la Florida en el año 2000, llegué con la ilusión y la expectativa de un nuevo país, de una nueva cultura, de vivir en la playa y el sol, de una vida diferente y entre otras ilusiones la de perfeccionar mi inglés.
En términos de negocios, Miami es el punto donde se concentran las oficinas de las grandes corporaciones que conducen negocios en Latinoamérica. Durante el inicio del siglo, el crecimiento de la economía estadunidense incentivaba las exportaciones, amplificaba el consumo y las relaciones comerciales entre Latinoamérica y la propia Unión Americana. México, en particular, sentía finalmente el ansiado acceso al primer mundo. Estaba justo ahí en la puerta. Más aún por las afinidades de los dos vaqueros (ahora hechos Presidentes), el de Texas (George W. Bush) y el de Guanajuato (Vicente Fox Quesada), quienes ayudarían, por fin, a consolidar la relación.
Dentro de este contexto, es fácil imaginar el Miami de inicios del 2000, una gran migración de latinoamericanos al Sur de la Florida, empresas de tecnología trasladaban sus oficinas de Latinoamérica a Miami. Familias enteras incrementaban la demanda de vivienda, escuelas, servicios y productos. Mientras que en California, Texas, Arizona, Nuevo México, la migración latina era en su gran mayoría compuesta por “refugiados económicos”; por aquellos que migraban porque en sus países no tenían oportunidad o trabajo, o por que la tierra no generaba lo suficiente para salir de la pobreza. En Florida; sin embargo, la migración latina era compuesta por “refugiados políticos” provenientes de Colombia y Venezuela; profesionistas, empresarios que llegaban a Florida huyendo de la situación política de sus países: así como de jóvenes ejecutivos que tenían la oportunidad de llegar a los Estados Unidos con trabajo, con papeles, trasladando su vida de su país de origen al Sur de la Florida. Todos de distintos países, distintas experiencias, distintas culturas pero con un gran común denominador, todos hablaban español.
Diez años después, el legado de esa gran ola de migración al Sur de la Florida está más viva que nunca. El español argentino, colombiano, venezolano, cubano, chileno, puertorriqueño, dominicano, centroamericano y mexicano, es el que se escucha comúnmente en las calles de Miami. Los acentos son característicos y muy particulares, es fácil reconocer y ser reconocido. La comunicación se complica por las diferentes palabras que se usan para describir una misma cosa dependiendo del país. Por ejemplo, la palta y el aguacate no son lo mismo, hasta que entiendes que lo son. En la mayoría de las ocasiones se recurre al inglés para facilitar el intercambio de ideas cuando la palabra no es en común. Ahora en esto, se entiende sin duda aquel comentario de un escritor latinoamericano que dice: “… el español de Miami no es ni bueno ni malo….es horrible…”.
Uno de esos legados de dicha migración es que los efectos de acontecimientos mundiales se reflejan de manera muy interesante en una comunidad tan diversa como esta. Desde la elección competida y poco transparente de George W. Bush en el 2000, la alternancia pacifica del poder también en el 2000 en México; el ataque terrorista a las Torres Gemelas y sus efectos en el nuevo orden mundial; la elección, re-elección, golpe de estado y reestablecimiento en el poder de Hugo Chávez; el retorno de Elián González a La Habana; el retiro de Fidel Castro del poder y el ascenso al poder de su hermano; la guerrilla de las FARC y el proceso de pacificación de Colombia con los rescates de Ingrid Betancourt y muchos más secuestrados; la explosión de violencia en México y la expansión y control del narcotráfico en la sociedad. Todos esos eventos generan opiniones, emociones, polémicas, demostraciones, discusiones, acuerdos y desacuerdos.
Los latinoamericanos en Miami vivimos y sentimos en carne propia lo que sucede en nuestros países, es verdad, no estamos ahí físicamente, pero nuestras familias lo están. Las ligas que nos mantienen conectados a los efectos reales de los acontecimientos están ahí, viven ahí; respiran, observan y padecen sus efectos.
Nuestras familias son despojadas de sus bienes, ya sea en Venezuela por una cuasi-dictadura populista, o en México por una sociedad que busca alternativas al estancamiento político, económico y social. Despojadas de su libertad, por guerrillas que perdieron su legitimidad y buscan mantenerse vigentes mediante la violencia y el secuestro; o por un oligarquía que se aferra a un socialismo decrépito e ineficiente; despojadas de su paz mental y tranquilidad por la necesidad de supervivencia de mayorías que viven en pobreza que es difícil imaginar y casi imposible vivir, y que son un factor común de la realidad latinoamericana.
La mayoría de las ilusiones con las que llegué aquel 28 de febrero del 2000, se han cumplido de una u otra manera, sin embargo, lo que sigue vivo dentro de mí y dentro de los más de tres millones de latinos que vivimos en el Sur de la Florida es el “ser” latinoamericano. Ese “ser” que nos mantiene conectados, no sóo con nuestra tierra, sino entre nosotros mismos, el que nos da un sentido de pertenencia en un país que nos otorga una oportunidad de vida y al que llamamos hogar, pero que a la vez sigue siendo extranjero. Eso que nos distingue más allá del idioma, que nos caracteriza, que se nos envidia y que atrae. La pasión, la alegría, el “sabor”; eso es el “ser latinoamericano”.
La oportunidad de contribuir a Letr@s Iberoamericanas, es un privilegio, donde pretendo aportar, queridos lectores, la perspectiva de un latinoamericano viviendo en los Estados Unidos, sin la “contaminación” local de quien vive día con día la frustración por las injusticias, por los problemas y las inseguridades de nuestros países; pero con el sesgo del amor y la nostalgia por el país, por su gente, por su comida, por sus tradiciones, sus sabores y sus olores.
• Egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Ciudad de México y de Nova Southeastern University, Fort Lauderdale, Florida. Actualmente se desarrolla como Financial and Business Controls Manager para Telecom Italia – Latin American Nautilus