Candidatos, no hay de otros
Francisco Rodríguez lunes 8, Feb 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Parece que en el fondo ha triunfado la teoría de que “entre menos burros, más olotes”. Las postulaciones de personitas medianas a las candidaturas de los virreinatos lo confirman palmariamente.
Aparte de que no hay de otros en su baraja, los que proponen son precisamente los indicados para ejercer a la perfección una pauta de opereta bufa, de obediencia lacayuna, de palafreneros de la exacción sin límite, del enriquecimiento punible sin consecuencia legal alguna. De provocación abierta, de desafío a la razón y al pudor.
No les interesa que sean los únicos en salvarse. Que no haya más en el panorama. Al contrario, su ideal es ser el mismo grupito de indeseables el que brinque todas las varas, aunque sea en medio de un yermo miserable, indignado y en pie de guerra. Sus luces no alcanzan a vislumbrar los resultados.
Ellos llegan con grandes maletas de dinero a “registrarse” para competir, en una lisa que se llevará a cabo en suelo disparejo y excesivamente desequilibrado. Con ese montón de atributos no hay quien pueda —ni quiera— ponerse enfrente. Se afloja cualquier agarradera de voluntad democrática. Nunca mejor aplicado aquello de “vale más pájaro en mano, que ver un ciento volar”.
La decisión está tomada: plata o plomo, igual que en las consejas del narco. Porque en la guerra se muere una vez, pero en la política se puede morir todos los días y a cada rato, Churchill dixit. Obvio, los presuntos contrincantes de los ungidos, prefieren morir una sola vez, y qué mejor muerte que la propinada a billetazos.
No los enseñaron a leer o a medio escribir para la solidaridad, mucho menos para cualquier incipiente práctica de justicia social. Ellos están en lo suyo. Mientras más acumulen, son más exitosos, aunque la población sufra. Aunque la competencia democrática brille por su ausencia.
Se cumplen las profecías de lo peor. El gobierno de San Pedro de los Sahuaros de La Ley de Herodes, la comedia satírica de humor negro, se reproduce por todo el país, en los estados más emblemáticos y entrañables, en las provincias que fueron parte importante de nuestro orgullo. “Ahora sí, ¡nos salieron más cabrones que bonitos!”, dice la protagonista.
Como siempre, los paniaguados comentócratas y los textoservidores —cual bien les dice el colega Aurelio Contreras— recurren a la explicación salvífica proveniente del exterior. El reconocido fracaso de las teorías y técnicas del capitalismo salvaje y del neoliberalismo, jamás tuvo como propósito proponer el retorno del Estado para asumir la vanguardia en la conducción de los pueblos. Fue simplemente rehuir la responsabilidad en la eliminación del ahorcado.
Quiere decir que ¿mientan la soga en casa del ahorcado, después de que ellos eliminaron al infeliz? ¿Quieren fabricar nuevos villanos? ¿O ya no se acepta responsabilidad alguna en el fallido cálculo político?
Burra al trigo… ¡y todo se fue al diablo!
Porque si ya se sabía que la catástrofe que se vislumbraba no se podía corregir ni con más globalización, ni con criterios monetaristas, ni con enfoques tecnocráticos que abandonan la soberanía y entregan todo a las ideas de importación, al corporativismo totalitario, al reino de los financieros, ¿por qué otra vez la burra al trigo?
¿Qué no sabían los mismos “consejeros” que ahora se conduelen, que el manejo político, la gestión pública, es sobre todo la capacidad de medir los momentos de la decisión, calcular políticamente los acontecimientos y escoger las mejores opciones para remediar las necesidades? ¿O se hicieron como el “tío Lolo”?
Si el objetivo era incentivar la participación política del ciudadano, la conformación de una opinión pública formada e informada, abonar las mejores cuentas sobre la buena marcha de la cosa pública y la exigencia de un gobierno confiable para que prevalecieran los auténticos valores colectivos, todo se fue al diablo.
Si el desafío era hacer posible la convivencia y proteger a los gobernados frente a su vulnerabilidad, en un entorno cada vez más frío y desprovisto de apoyos a los más necesitados, y si así lo ofrecieron en una campaña cara y mala, el tiro les salió por la culata.
Se requería fortalecer el mercado interno
La reata está a punto de reventarse. El pronunciamiento no debe salir por fuerza de adentro. También puede venir —es lo más seguro— de afuera, de quienes sienten que sus intereses han sido postergados y desfalcados. La ley de compensaciones y el elemental equilibrio del paralelogramo de fuerzas, requería una respuesta de fortalecer el mercado interno, para seguir en el juego de gana-gana.
De otro modo, con estas debilidades y flaquezas, no les sirven para nada. No funcionan ni para “hacerle al Tancredo”, ni para ser el Tartufo sacrificable. No son ni carne de cañón. Se ubicaron en un tablero de indefensión más sencillo que la tabla del uno. Más sencillo que quitarle la paleta a un niño pirrurris.
Parece que los hombres del poder calcularon todo para perder. Lastimaron las conciencias de los “buenos ladrones”. Quedaron tan horrorizados en el imperio que tuvieron que inventar émulos de Barry Goldwater —aquel candidato republicano que blandía cómo símbolo pertinaz de su campaña soltar la bomba atómica—, para contraatacar con bodrios como Ted Cruz o Marco Rubio.
Todo un teatro para balancear desatinos de desquiciados allá y acá. Para recomponer una ingobernabilidad continental, un hartazgo ciudadano que pesa más que la roca de Sísifo. Que atenta seriamente contra su propia insaciabilidad, contra su rapiña desenfrenada. Que rebasa con mucho los voraces apetitos de sus financieros.
La regla es simple: si ya no hay a quién prestarle, el juego no funciona. El hocico del puerco no sirve de nada en un chiquero destrozado. Hay que volver a construir el escenario. Urge que otorguen una “samaritana” protección que simule una expoliación más inteligente y sin competidores desenfrenados que no pueden sostener ni lo macabro de las peores intenciones.
En geopolítica, no puede ser de otra manera. Sólo lo que resiste apoya, como lo decían los clásicos españoles salmantinos. Es tan indefensa y tan pueril, que ni resiste, ni apoya. Todo lo contrario: engaña… o pretende engañar. El colmo de la estulticia. ¡Hacer como que se entrega, cuando todo es para su santo!
Candidatos a gobernadores salen de esas trapacerías
Las reformas estructurales despedazaron la Constitución, supuestamente para ofrecer —y así lo hicieron— al país en charola de plata. Hasta el semanario Time se fue con el trapo, ensalzando al a quien llegaba al poder. A los pocos meses demostraron que las reformas estaban concebidas para sus propias empresas.
Destrozan las “empresas productivas” del Estado para sus ganancias personales.
Abrieron la venta de garage de las obras faraónicas, estimulando el apetito de las compañías foráneas, para bajarlos del caballo —con licitaciones ganadas— para querer entregarlas impúdicamente a los changarros de su exclusiva propiedad. ¡Hasta los candidatos a gobernadores del PRI-PVEM salen de esas trapacerías!
Fabricaron un bodrio de reforma educativa para concentrar nóminas y evaluar a los educadores. Frustraron todas las esperanzas, y ahora, cancelan por decreto la evaluación, la calificación de los alumnos y manufacturan los saldos a su favor. Y así, hasta el infinito, fabrican a sus nuevos próceres. Nadie los supera. Según ellos, nadie los observa. Creen, como los niños contrariados, que están solos en su mundo de desatinos y caricaturas.
Y mientras, la gobernabilidad está ausente.
Índice Flamígero: Abrieron las puertas del infierno en Nuevo León. El juez segundo de lo penal absolvió a cuatro secuestradores que hace 4 años privaron de la libertad y asesinaron al empresario Damián González del Río. Diego Zárate Ibarra alias El Negro, José Fidencio Armendáriz Guardiola El Perro, José Antonio Porras Ramírez, llamado El Hecho Garras, y José Ángel Álvarez Lazo, apodado El Pelón. Ya habían sido sentenciados a finales del 2013 con penas que iban de los 55 a los 90 años. Los cuatro delincuentes apelaron la condena y una sala colegiada en materia penal ordenó reponer el proceso. Aún así, las pruebas demostraron nuevamente en abril del año pasado que los cuatro eran culpables. Y por segunda vez fueron sentenciados hasta con 74 años de prisión. La Fiscalía demostró que el crimen del empresario fue por una venganza de su ex empleado José Ángel Álvarez Lazo, apodado El Pelón. Éste se quejó con el entonces jefe de Los Zetas en el municipio de Santa Catarina. Dijo que la víctima lo había despedido. Fue entonces cuando lo secuestraron y asesinaron. Hechos, los anterioresm que el juez Segundo de lo Penal no consideró. Señaló que hubo fallas en la investigación y el debido proceso y ordenó la libertad de los criminales. Un punto más para la impunidad que priva en el país. + + + Y sobre otro impune, el “inocente” Humberto Moreira, El Poeta del Nopal nos obsequia gustosa décima: “Hay aves que cruzan el pantano / y salen relucientes de blancura, / hay una madriguera en la espesura / refugio permanente del tirano; / corrupción, ese tema tan humano, / que subyuga las almas inocentes, / la sentencia no sienta precedente / si el ladrón a su feudo se retira, / cuando el juez revalida la mentira / ¡la Justicia es asunto de dementes!”.
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