El nacionalismo mexicano
Francisco Rodríguez martes 2, Feb 2016Índice político
Francisco Rodríguez
¿Los ciudadanos han leído la Constitución? ¿Conocen el espíritu de nuestras leyes? ¿Se han preocupado por saber dónde están sentados? ¿Les ha servido de referente? ¿ Saben acaso por lo que han luchado los guerreros y los hombres de ideas de nuestro país? La respuesta es no.
Si fuera lo contrario, ya seríamos otro país, pues hemos tenido todo para serlo. Con el garlito de que las instituciones son impecables y lo que fallan son los hombres, hemos tendido el velo de la impunidad. ¿Qué querían, que las instituciones funcionaran solitas?
En México todo se puede. Nadie ha podido comprobar que aquí la ley se aplica, sin distingos ni exclusividades, como lo demanda uno de los artículos más representativos de la Constitución, en el que se apoya la visión nacionalista, democrática, plural y el diseño futuro de país que soñaron los padres fundadores. Aquí pasa todo y no pasa nada. El país es mágico, reviran los privilegiados. A ese sonsonete se ha formado el club del 1% de los archimillonarios, frente al 99% de los hambrientos y de los que vivimos al día.
No hay compromiso con la ley
Posiblemente, esa sea la principal razón de nuestro desamparo. Pues está demostrado que los grupos que se hacen con el santo y las limosnas, nunca han leído la Constitución o nuestras leyes más emblemáticas del sistema jurídico-político.
Todos los grupos de interés político que llegan a asumir el poder, desde que tenemos memoria, llegan a hacer gala en sus declaraciones públicas que su objetivo es atraer la inversión extranjera y nacional para fomentar el empleo y la distribución del ingreso. Pero ninguno llega a ofrecer que aplicará la ley a todo trance. Que luchará porque se sentencie a quién se oponga.
Todos se desgarran las vestiduras, prometiendo arrasar con los errores y vacíos del pasado. Pero ninguno hace profesión de fe política de su objetivo prioritario: aplicar la legislación vigente. Se hacen cruces inventando otro tipo de ideas, para confundir al respetable, pero nadie se ha ceñido a lo que disponen la Constitución y sus leyes secundarias.
Poder que arbitre, no arbitrario
Hace unos años, dos investigadores de la ciencia jurídica, así como suena, se dieron a la tarea de explicar cuáles eran los vacíos sociales en los que era mejor la no aplicación del Derecho, que la ley dura y pura. Lo hicieron con el mejor objetivo, pero sólo lograron desviar la atención sobre lo fundamental.
Haberle y Ferrajioli, que así se llaman los investigadores, quisieron explicar que la función del Derecho es reducir al mínimo posible los excesos del Estado autoritario y aumentar los derechos esenciales de los ciudadanos frente al poder descarnado.
Pero, agregaban, lo importante para una comunidad es que ningún acto del poder quede ajeno a alguna forma de control, sea jurisdiccional o político. Si es previsible que la autoridad se exceda en sus funciones, debe existir el medio institucional que repare la afectación.
Sí es deseable que en ocasiones la autoridad no aplique la norma, porque así se ocasionan menores perjuicios a las personas, agregaron, debe existir también el órgano que valore y resuelva sobre esta decisión, para que el árbitro no acabe siendo arbitrario.
Porque los políticos en México lo que evaden declarar es que su objetivo prioritario, al no aplicar la ley a los mendaces, corruptos y trapaceros, es su principal despropósito, pues al no aplicar la ley, al ser permisivos con sus castas doradas y depredadoras, logran ahuyentar cualquier tipo de inversión foránea y acrecentar los apetitos de los locales.
El reino de jauja prevalece. Un Estado cutre que deja hacer y deja pasar cualquier desfalco al erario, cualquier violación a la soberanía jurídica, cualquier esbozo de independencia, aunque haya formado parte de su ideario fundamental de campaña, de levantar las esperanzas de los desposeídos, desdice todo propósito social.
En este renglón no hay un solo expediente judicial, siquiera una averiguación somera acerca de los desenfrenos de sus claques, de la voracidad con la que pretenden acabarse al país, si a esto todavía podemos llamarlo así.
Todo lo tapan con la cobija de la amnesia. Cuando en todo el mundo se sabe que argumentar eso no puede ser posible, en un sistema tan regulado penalmente, al menos en el papel, como el mexicano. Consideran que esos sistemas de procuración e impartición de justicia forman parte del mismo objetivo del grupo en el poder: enriquecerse a toda costa, en el menor lapso posible.
Estado de Derecho, para la democracia y desarrollo
La teoría de no aplicación de la ley, opera sólo en casos excepcionales. No se afecta la obligación moral de obedecer la ley, que corresponde estrictamente al principio contractual social de cooperación y al origen primigenio del Estado, a lo que se llama en todos los países civilizados el juego justo. Sólo debe operar para contener los excesos del Estado contra los ciudadanos.
Sólo debe operar cuando la aplicación de la ley, cruda y desnuda, afecte más intereses públicos, que aquéllos que debe proteger contra la mendacidad, la voracidad y el desenfreno político. Pero eso no lo entendieron. Ellos sólo sacaron la parte del león en aquello que les beneficiaba. En eso acabó en México la teoría de la no aplicación de la ley.
El estado de Derecho es un principio sin el cual la democracia y el desarrollo económico y social resultan imposibles de alcanzar. El constitucionalismo forma parte de un largo y doloroso proceso de racionalización del poder. Esta concepción rebasa todo privilegio y toda excepción aplicada a favor de los poderosos.
Encubridores y cómplices nos desprestigian
Los principios de excepción no se hicieron para provocar el catatonismo del sistema. Tampoco para que el país quede mal en el nivel internacional.
Encubridores y cómplices siguen desacreditando, no sólo al sistema de justicia, sino a todos los ciudadanos. Por eso, Felipe Calderón puede formar parte de la comitiva que fue a entregar las reservas de hidrocarburos a los Emiratos Árabes.
Por eso nos agarrarán en Babia todos los tribunales del mundo y todas las corporaciones policíacas trasnacionales que quieran cobrar sus cuentas a cualquier mentecato ramplón, de los que aquí abundan entre nuestros próceres borderline. Y nuestros políticos lo seguirán atribuyendo a golpes bajos, sin soporte.
Los casos de que secó con una mano todo el sistema económico del país. Los casos de los gobernadores que han incurrido en graves peculados a propósito de endeudar a sus estados, son lamentables. Pero aquí, en todas las instancias judiciales de procuración e impartición de justicia, no existe una sola coma, una tilde que los involucre.
Según el sistema de procuración e impartición de justicia, “todos están limpios”, hasta que en el extranjero se demuestra todo lo contrario, aunque se parta de presumir inocencia.
¿Y así no quieren que en el extranjero se burlen de nuestra precariedad? ¿Así quieren atraer las inversiones? ¿Así quieren que funcione su subasta del país? Afortunadamente, eligieron, como siempre, ¡la ruta equivocada! Por ese camino, gracias a su ignorancia y desenfrenada ambición, ¡ya fallaron! Nunca podrán acabarse el país, como siempre ha sido su manifiesto propósito. Su traición de fondo: la ignorancia y no aplicar la ley.
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