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Ramón Zurita Sahagún viernes 29, Ene 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La disputa por las candidaturas presidenciales se encuentra en una de sus etapas previas, aunque eso no las hace menos interesante que dentro de dos años.
Todos los movimientos de los que se consideran prospectos van enfocados a ese tema, por lo que se les sigue con lupa cada una de sus acciones.
Es cierto que la mayor parte de ellos se encuentran plenamente identificados, por lo que se les da un especial seguimiento y hasta se levantan encuestas y sondeos periódicos tendientes a mostrar el crecimiento y las bajas registradas en lo tocante a popularidad.
Nadie duda que Andrés Manuel López Obrador estará en la boleta y que Miguel Ángel Mancera y Margarita Zavala harán hasta lo imposible por colarse en su aparente papel de independientes, mientras Rafael Moreno Valle, Miguel Ángel Osorio, Luis Videgaray, Graco Ramírez, Aurelio Nuño, Manlio Fabio Beltrones, Ricardo Anaya y otros más intentarán que sus respectivos partidos los incluyan como aspirantes.
Todos ellos guardan esa esperanza, aunque algunos como Beltrones se resistan y públicamente declaren que no tienen esas intenciones.
En ese aspecto, el de aspiraciones, nadie le cree a los políticos, ya que siempre declaran que terminarán en los cargos que ocupan y nunca cumplen su palabra.
Si acaso Marcelo Ebrard Casaubon lo hizo, pero obligado por las circunstancias y no porque así lo decidiera, para cumplir con los electores.
En el caso de Beltrones, él sabe que sus posibilidades van de la mano con los resultados electorales que su partido obtenga, bajo su conducción, en los comicios estatales en 12 entidades del país.
Por lo pronto cumplió con su propósito de refrendar la victoria en Colima, pero tuvo a su favor varios factores, especialmente el de la guerra sucia desatada contra el candidato panista, Jorge Luis Preciado, quien cayó en las preferencias electorales más de 10 puntos en dos semanas.
Fuera de Manlio, nadie se atrevió, hasta el momento a descartarse en la ruta del 2018.
Los panistas no tienen muchos prospectos, ya que hasta ahora sus cartas se reducen a Margarita Zavala (está dispuesta a ser independiente), Ricardo Anaya, el presidente del partido y Rafael Moreno Valle, el mejor posicionado.
Pero que sucedería si Margarita es rechazada por los panistas, los que se muestran contrarios a los procedimientos que viene usando y a las críticas que realiza constantemente al partido, lo que nunca se atrevió a hacer cuando su esposo fue dirigente nacional del mismo, ni mucho menos cuando manejaba la estructura desde las altas esferas del poder público.
Si el candidato (José Antonio Gali) de Rafael Moreno Valle pierde los comicios del próximo cinco de junio y los bonos del gobernador de Puebla descienden súbitamente, dejándolo en imposibilidad de competir por la nominación de su partido.
Entonces solamente quedaría Ricardo Anaya como opción, por lo que los panistas buscan fabricar otra figura, pues los nombres del senador Ernesto Cordero y el de Josefina Vázquez Mota no conmueven a nadie dentro del partido y mucho menos fuera de él.
Los priístas saben que, además del descartado Manlio, cuentan con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio; el de Hacienda, Luis Videgaray; el de Educación, Aurelio Nuño y hasta del gobernador mexiquense Eruviel Ávila, en caso de emergencia.
Todos ellos contarían con el suficiente tiempo para ser placeados y reunir el respaldo necesario para competir como candidatos.
Los priístas ya dejaron atrás los métodos democráticos que contribuyeron para que el partido perdiera clientela, como fueron los casos en que Francisco Labastida Ochoa, Roberto Madrazo Pintado, Manuel Bartlett Díaz y Humberto Roque Villanueva, compitieran por la nominación presidencial, en medio de descalificaciones, guerra sucia y acusaciones de todo tipo.
Igual sucedió con la contienda en la que Madrazo Pintado le ganó la presidencia del partido a Beatriz Paredes Rangel y se lanzarán acusaciones más fuertes todavía, hasta el grado de llamarse delincuentes.
La contienda presidencial del TUCOM fue un fracaso, luego de que se mostrara la riqueza de Arturo Montiel y este desistiera de competir contra Roberto Madrazo y al final Everardo Moreno se prestara a la farsa de una elección interna.
Todos esos fueron meros intentos democráticos que mostraron la realidad del priísmo, que es la de lanzar candidatos de unidad, sin exponerse a la descalificación pública.
Los priístas saben que su candidato deberá salir de esa forma, luego de que los contendientes firmen un pacto de unidad y se sepa con antelación quien será el candidato, como sucede en la selección de candidatos a gobernadores.
Hasta ahí los priístas la tienen clara, igual que los panistas.
Pero donde se muestra todo nebuloso es en la izquierda, donde AMLO aparece como un sol, pero que no irá con el respaldo de los otros partidos.
Mancera buscará ser candidato por el PRD, pero de no lograrlo buscará la candidatura independiente. Graco Ramírez está decidido a ser el abanderado perredista y los partidos de izquierda intentarán negociar con López Obrador para formar la unidad de izquierda.
AMLO está firme como el candidato de Morena, pero que después de él quién.
El Movimiento de Regeneración Nacional no está preparado para una candidatura ajena a López Obrador, ya que deposita en el tabasqueño sus posibilidades de ganar la elección presidencial.
AMLO se encuentra comprometido para ir por una tercera posibilidad, pero y si él no puede, entonces quién.
Los militantes de Morena no preparan ninguna otra alternativa, ya que el partido gira alrededor de su fundador y dirigente y en él basan todas sus expectativas.