Graco, gobernador de un estado fallido: Iglesia católica
Roberto Vizcaíno miércoles 13, Ene 2016Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
El gobernador de Morelos, el perredista Graco Ramírez, no encuentra la punta de la madeja para salir del atolladero en que lo tiene el avance del crimen organizado y la violencia en Morelos.
De nada sirvió la conferencia de prensa organizada para él en un salón del caro hotel Regency del DF, en que lo único que hizo fue repetir hasta el cansancio que nada le hará recular en imponer el Mando Único Policiaco al estado que gobierna.
Y, a contrapelo de las cifras y datos de organismos oficiales, aseguró que bajo su administración en Morelos, “de 2013 al 2015 el secuestro se redujo en un 80 por ciento, la extorsión en 55 por ciento y los delitos de alto impacto en 28 por ciento.
“En el mismo lapso en Cuernavaca, el secuestro se redujo en un 88 por ciento, extorsión en 85 por ciento y delitos de alto impacto en 34 por ciento”.
Lo afirma a pesar de que apenas el domingo pasado un niño de 10 años y una niña de 12 resultaron muertos en la colonia Satélite de Cuernavaca, luego de que desde un taxi les dispararon a ellos y a otras tres personas.
Hechos como éste llevan al senador perredista Fidel Demédicis Hidalgo, originario de Temixco, municipio en el que a fines de la semana antepasada fue ejecutada la alcaldesa Gisela Mota Ocampo, también perredista, quien había asumido el cargo el día anterior.
“El asesinato de la compañera Gisela es un asesinato que destapa una cloaca en Morelos… para nadie (allá) es desconocido que la situación de Morelos es de violencia generalizada… de violación sistemática de los derechos humanos.
“Una situación donde la población vive en la psicosis, de terror colectivo producto del acoso de la delincuencia.
“(En Morelos) Somos primer lugar en extorsiones, segundo lugar en secuestros, segundo lugar en robos de vehículos con violencia, segundo lugar en asesinatos homicidios con violencia”, aseguró el legislador.
Recordó Demedicis que todo eso ocurre a pesar de que el gobernador Graco Ramírez impuso desde hace 40 meses el Mando Único Policiaco y que ahora ha validado a través de un decreto.
El gobernador Ramírez -recordó el senador-, decía que con eso “iba a resolver en 18 meses la inseguridad” en el estado.
“Hoy, a 40 meses de distancia, la población lo único que tiene es miedo del propio Mando Único, porque se ha acreditado que este tipo de policía es responsable de muchos ilícitos en nuestra entidad…
“Mientras tanto la situación de violencia en Morelos ya es insostenible… y la pregunta aquí es: si su Mando Único no ha sido capaz de resolver la inseguridad en Morelos en los tres años anteriores, ¿por qué sostenerlo e imponerlo ahora a los alcaldes que acaban de llegar (los ediles de los 33 municipios de Morelos tomaron posesión apenas hace 2 semanas).
“Nos preocupa que el gobernador del estado mienta tanto… en Morelos tenemos muchos problemas, fosas clandestinas, en donde no se les quiere aplicar el ADN a los que ahí aparecieron y darles una satisfacción a los que reclaman a sus familiares”, agregó Demédicis.
Consideró que es tan grave ya el rechazo público en Morelos hacia el gobernador Ramírez, que existe ya “un grupo muy importante de ciudadanos que ha solicitado el juicio político, y ha argumentado con mucha claridad todas las causales que señala nuestra ley, de responsabilidades, de servidores públicos de nuestro estado. Eso ya está en manos del Congreso local”, precisó.
Y agregó:
“Yo creo que Graco tiene que reflexionar su conducta, y si quiere a los morelenses aunque sea tantito, porque él no es morelense, él es tabasqueño; si quiere a los morelenses aunque sea tantito, o que cambie su conducta, o si no puede con el paquete, que presente su renuncia al cargo”.
ESTADO EN DESGRACIA
Lo afirmado por Demédicis es ratificado por el poeta y luchador social Javier Sicilia quien señala que con Graco Ramírez, Morelos se ha convertido en un estado en la desgracia.
Lo cierto es que en este contexto su propia Fiscalía indica que en los primeros 11 meses de 2015, los asesinatos en Morelos se incrementaron un 7.17% respecto del mismo período de 2014. Eso significa 40 ejecuciones por mes.
Esa es la realidad en el gobierno de Graco donde los índices de secuestros, extorsiones, pagos por “derecho de piso” y los asesinatos ubican a Morelos como el estado más violento del país.
Al menos así lo afirma el reporte Índice de Paz en México 2015, elaborado por el Instituto de Economía y Paz (organismo apartidista con oficinas en Sidney, Nueva York, México y Oxford, dedicado a medir la paz mundial).
Ahí se afirma que de las 76 ciudades más grandes del país, Cuernavaca es la que tiene el mayor número de delitos violentos, lo que la convierte en una de las más inseguras.
En Cuernavaca se registraron 14 mil 775 homicidios con violencia. Si se suma la tasa de homicidios con los delitos violentos, Cuernavaca es la séptima ciudad más peligrosa del país, con 28.7 homicidios por cada 100 mil habitantes afirma este instituto.
CONDENA ECLESIÁSTICA
Todo lo anterior llevó a que el editorial del semanario católico, Desde la fe, publicación editada por la Arquidiócesis Primada de México, y coordinada por el Departamento de Comunicación Social de la Arquidiócesis de México haya señalado el domingo pasado:
“El asesinato de Gisela Mota Ocampo muestra la horrible condición del país y el fracaso de promesas por el restablecimiento de la paz y el orden que desde distintos niveles de gobierno se ofrecen a la ciudadanía, con cifras que en realidad contrastan con la gravísima descomposición.
“Morelos está a merced del crimen organizado que opera de forma despiadada y ruin; Estado fallido por los índices de pobreza y violencia, a pesar de los vacuos argumentos triunfalistas del gobierno, que alardea importantísimas inversiones que según fomentan el progreso y estabilidad.
Las cifras de desarrollo humano del Coneval dicen que el 45% de los morelenses padecen pobreza, y la violencia es fustigante de la población, particularmente en contra de las mujeres, cuando en agosto pasado la Secretaría de Gobernación emitió alerta de género por los más de 630 feminicidios cometidos durante los últimos 15 años en distintos municipios.
“En Morelos, la corrupción tiene nombres y apellidos. El estado es trampolín político para aspiraciones presidenciales y la bajeza del oficio del gobierno estatal juega a desacreditar y amenazar a quienes pueden ser estorbo; la incapacidad política solapa al crimen organizado ante la desestructuración institucional, las fracturas entre alcaldes y la penetración del narcotráfico que lleva más de 70 políticos asesinados.
“La última fue la alcaldesa perredista, quien según testigos de su sacrificio, murió cruel y despiadadamente. Ante esta descomposición, la Iglesia católica en Morelos encabezada por su obispo, monseñor Ramón Castro Castro, ha denunciado la división, el miedo, la denostación y el imperio del crimen sobre el estado de derecho en la entidad. Él mismo sufre amenazas, como sucedió durante la convocatoria de la Marcha por la Paz en mayo de 2015. Durante la Misa de exequias de la desaparecida alcaldesa condenó la escalada de violencia, y advirtió que el estado es presa del mal ante el fracaso de la estrategia de seguridad pública. En palabras de Monseñor Castro, “el primer pensamiento que viene al corazón es algo que nos invade: la indignación”.
Y así es, indignación por la incapacidad del gobierno ante la necedad y caprichos, convirtiendo a Morelos en feudo de avaricia, corrupción, desolación y muerte; indignación porque lo que suponía la alternancia democrática resultó cobijo de corruptelas, de contubernios con el crimen organizado, autoritarismo y prevaricación; indignación por el lucro de políticos sin oficio al mercar con el dolor del pueblo morelense para hacer de la tragedia el botín de nefastas e inicuas intenciones de poder; indignación por haber hecho de la entidad que fue cuna de la justicia social, un Estado fallido por el cinismo de políticos abyectos y mezquinos. Indignación por someter a Morelos a la cultura del descarte.
“A unos días de la visita del papa Francisco a México, es útil recordar sus palabras sobre la obligación de quienes sostienen la vocación política para que no triunfe la cultura de la muerte, y es la afirmación del cristianismo ante la dura y difícil situación que padecemos:
“Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis que abundan hoy… Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia adelante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común”, para dejar de lado la indiferencia ante la ola de destrucción que parece no perturbar nuestras conciencias”.
Ni cómo defender o darle la razón a Graco.