Burocracia obrera
¬ Salvador Estrada martes 12, Ene 2016Folclor urbano
Salvador Estrada
La muerte de Joaquín Gamboa Pascoe, líder de la Confederación de Trabajadores de México, no fue sentida por el movimiento obrero, como lo fue el deceso de Fidel Velázquez, quien al frente de la CTM, durante 50 años fue el “padrino de los políticos”.
Joaquín Gamboa ya se había mandado a hacer su escultura de cuerpo completo, que desplazó los bustos de Leonardo Rodríguez Alcaide y Fidel Velázquez, de la explanada de la CTM, al enviarlos al sótano, para que no le hicieran sombra.
Y ahí enfrente a su escultura su ataúd fue colocado para que los obreros cetemistas le dieran el pésame a su familia, pero asistieron muy pocos, acudieron los políticos, clase a la que pertenecía el difunto, que fue licenciado, pero nunca trabajador y como dirigente cetemista duró diez años, después de haber sido líder 30 años de la Federación de Trabajadores del Distrito Federal.
El movimiento obrero durante su gestión “ya no se movía”. La CTM se convirtió en una oficina burocrática y el edificio en un sepulcro. La clase política, como en los tiempos de Fidel Velázquez, que asistía a consultarle, ya no se veía en ninguno de los seis pisos de la sede cetemista. Sólo el silencio y el frío se paseaban por ese edificio de granito.
La lucha obrera, en la gestión de Pascoe, desapareció, y a nadie le importaba el monto del salario mínimo, que en tiempos de Fidel permitía “amenazas de huelga” si no se mejoraba el porcentaje del aumento. No hay reportes que den a conocer entrevistas periodísticas al líder Gamboa Pascoe, sobre los contratos colectivos, la canasta básica o sobre la política económica del gobierno. En los diez años que manejó la CTM ¿los medios de comunicación le hicieron el feo o él odiaba a la prensa?
Vendrá un nuevo dirigente cetemista, Carlos Aceves del Olmo, que también pertenece a la gerontocracia, y los reporteros de la fuente esperan que dé entrevistas y no guarde silencio ante la problemática nacional.
El “nuevo dirigente” cetemista, si quiere pasar a la historia, debe preparar y dar oportunidad a sindicalistas jóvenes, a una nueva generación, para que accedan al poder y dialoguen, colaboren con el gobierno, hagan alianza con él y con los empresarios y saquen adelante a las familias de los trabajadores con salarios remuneradores, que demanda la Constitución, y no aceptar ni conformarse con los aumentos que da la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, que en este año llegó a 73 pesos y 4 centavos.
Pero si el PRI en su campaña proselitista dice que “mueve a México”, el movimiento obrero, que debe seguir en la lucha de clases, ya no se mueve, no es porque esté paralizado, sino que ¡está muerto!
En este año ¿podría darse el milagro de la resurrección del movimiento obrero?