Entre la intervención y la pantomima
Francisco Rodríguez viernes 8, Ene 2016Índice político
Francisco Rodríguez
Hoy que el terrorismo armamentista, químico y financiero ha convertido al mundo en monocorde, en unipolar, el único discurso que se difunde es el de la derecha reaccionaria.
Todos los miedos se han instalado, en nombre de la defensa de las repúblicas, de las naciones, de “nuestro modo de vida” y de las libertades, las mismas que a diario ellos mismos destrozan, reprimen y asesinan.
Una encuesta internacional sobre las prerrogativas de defensa islámicas, levantada hace unos días en el mundo no musulmán, arrojó un resultado sorprendente: hasta los nigerianos, italianos y tanzanos apoyan en una franja del 40% de opinión la preservación que intenta la tribu sunita de su territorio, mancillado durante siglos por todas las grandes potencias.
Incluso, debemos recordar que en septiembre del año antepasado, ante las alharacas de Obama para invadir Siria en busca de armas químicas y de destrucción masiva (¿dónde habremos oído esto?), se realizaron de inmediato dos encuestas para sondear el estado anímico de la población gabacha.
En la que levantó el afamado Pew Center, los estadounidenses se manifestaron, en un 48%, cansados de las bribonadas de George Bush acerca del “artillado nuclear” Saddam Husein y la pantomima de la invasión a Irak y Afganistán, que acabó en un ridículo fracaso.
En la del Washington Post, periódico proverbialmente aliado de los republicanos, se reveló que el 59% de los estadounidenses de carne y hueso rechazaban cualquier tipo de intervención prolongada, ¡por los nefastos resultados obtenidos en las anteriores y por el velo de ignorancia informativa que los cubrió!
Pasó a mejor vida la época del “gran garrote”
Las potencias occidentales, que defienden lo que creen que es su “modo de vida” ya no pueden engañar a la opinión pública internacional con la facilidad que antes lo hacían, con fondos de cantos marciales de cajón y escoleta y realidades de bombarderos aéreos estadounidenses, que cubren las deficiencias de sus blandengues y mil veces vencidas infanterías.
Ya pasó a mejor vida la época del “ gran garrote” y la del “policía del planeta”. Casi nadie cree en los mensajes publicitarios transcontinentales que hablan de lucha contra los infieles, alianzas artilladas para el progreso, cruzadas contra el hambre en el corazón de África y ejércitos mercenarios, formados por las peores raleas de combatientes patibularios.
Se fueron para siempre las consignas de pan y palo, de zanahoria con garrote, de “pida prestado y compre lo que queramos venderle, a los costos que queramos, para cobrarle como se nos hinche que pague”, santo y seña de las desgracias de un planeta empobrecido por la desatada ambición financiera, que tantas veces se cobró mínimas deudas de burocracias traidoras, con territorios y patrimonios soberanos completitos.
Ahora que asoma la cara un terrorismo desfasado, transparente en sus bajas intenciones de fabricar bobos para el consumo de los gavilanes, suena más falso que un billete de dos pesos rescatar el honor del pueblo galo, en nombre de las empresas financieras, armamentistas y petroleras que quieren controlar las provisiones energéticas europeas.
¿De verdad creen que somos un mundo de enajenados, autómatas y desvalidos mentales condenados para siempre a reproducir los esquizofrénicos mensajes de cualquier grupo de terroristas de tercer talón que pretenden manipular nuestras neuronas?
¿Creen que pueden reeditar los escritos de ciencia ficción del terrorismo novelero de Asimov, Huxley, Bradbury, Orwell y Wells, que dibujaron un futuro en el que nuestro planeta estaba formado por comunidades desconectadas y divididas, obedientes sin reparo a cualquier capricho de un manipulador ensotanado?
¿Los asesinos y genocidas, los jefes de trasegadores, narcotraficantes y tenedores accionarios, los piratas y terroristas financieros, los fabricantes de armas y químicos letales, que ofician en los centros de mando de Washington, Londres, Paris, Moscú y Bruselas, están empeñados en la insensatez de tripular la conciencia humana?
¿Creen todavía que pueden pensar en que somos sus cobayos y que, como ratoncitos asustados les rogamos que nos invadan y cancelen nuestras libertades los insaciables de la OTAN para salvar nuestra dignidad, honor, integridad y desfondado patrimonio?
¿Que les pedimos a gritos que nos salven de la furia de los infieles? ¿Habrá alguien con dos dedos de frente que se haya tragado el cuento de supuestos ataques terroristas a los aviones imperialistas moscovitas, con técnicas superiores a las que Ian Fleming le atribuyó a James Bond?
Esas películas ya las vimos. Lo mismo que el episodio sucesivo: aquél en donde tenemos que soportar la sumisión para acatar las órdenes del Big Brother en nuestros aeropuertos, muelles, empresas y oficinas gubernamentales, causando molestias sin el mínimo recato a terceros que ni la deben ni la temen.
¿Por qué no se han dado cuenta que unos son los gobernantes y otros somos la población, y que nosotros ya nos dimos cuenta que la batalla contra los “islamistas- fascistas”, como los llaman con desparpajo, demócratas y republicanos, sólo es la pantalla que cubre la agresión al pueblo árabe (no mahometano, que conste) para vaciar sus cuencas de agua y petróleo?
Los locutores con voz engolada, dueños de la verdad, cuyo oficio es cobrar por confundir, repiten a toda hora triquitraques ndignantes: “…hoy, las fuerzas armadas del mundo libre avanzaron hacia el corazón de la violenta guerrilla terrorista islámica…” y así por el estilo, sin contrastar las diferencias de equipamiento, entre exclamaciones festivas y adulatorias para ejércitos de ocupación armados hasta los dientes por los empresarios y señores de la guerra.
¿Creen que no sabemos que pavimentan el camino para aplaudir la invasión a los “guerreros nucleares de Irán”, a Corea del Norte, y a todo el eje del terror, ubicado en el eje del mal, alrededor del Paralelo 38?
Defender las instituciones
Educaron al pueblo a defender las instituciones.
Como hasta entre los miedos y el terror hay clases, borraron toda referencia a la democracia participativa, a la discrepancia y a la movilización ciudadana. Han inyectado racismo anglosajón; intolerancia hacia los diferentes; odio hacia los pobres, miedo a la verdad.
La televisión sigue marcando la pauta. Televisa no se ha dado cuenta que está en la lista de una nueva generación de adquisiciones por parte de los verdaderos consorcios trasnacionales que ya lograron infiltrar la mente.
Aquí también tenemos terroristas de otra clase, de otro jaez más rupestre. Narradores cariacontecidos y prematuramente envejecidos que defienden las tesis más rancias de la derecha salvaje y violenta.
Gente con discursos legaloides que llama “error aritmético” a la trampa y cuyo lenguaje provocador no merecemos en esta época. Aunque es más que una cuestión de léxico lo que está en juego en estos momentos. Es la suma de todos los miedos.
Nos están predisponiendo, desde ahora, el triunfo de los petroleros republicanos de la dinastía Bush o a sus corifeos armamentistas, químicos y financieros en noviembre de este año. Todo lo demás, es lo de menos.
Mientras, estamos condenados a seguir escuchando los sonsonetes de nuestros “líderes de opinión”, más desinformados que la doliente humanidad que los ”escucha sin juzgar y observa sin despreciar”, como acaba de ordenar el papa Francisco a su grey.
¡Para eso me gustaban! ¡Qué pancho! ¿O no?