Éxodo
¬ Augusto Corro martes 31, Ago 2010Punto x Punto
Augusto Corro
UNO
Las familias regias (de Monterrey) decidieron sumarse al éxodo de mexicanos que huyen de la violencia.
La inseguridad afecta a miles de personas que viven bajo el horror de los asesinatos, los secuestros y las extorsiones.
Las propias autoridades estadunidenses les recomiendan a sus ciudadanos que se alejen de aquella ciudad otrora ejemplo de progreso y orden.
Hoy los enfrentamientos entre cárteles y éstos contra los representantes de la ley y sumió a Nuevo León en una crisis total.
Y las repercusiones de esta situación alcanzaron a la población que inició el éxodo a otros lugares seguros, principalmente en el vecino país.
Ante esta circunstancia, uno de los hombres más ricos de México, Lorenzo Zambrano, presidente de Cementos Mexicanos (Cemex) publicó una carta en la que exhorta a no abandonar Monterrey.
Dijo que quien se va de Monterrey es un cobarde y que “hay que luchar por lo que creamos. Tenemos que retomar nuestra gran ciudad”.
Y agregó: “regio, si a la primera dificultad huyes, no te necesitamos”.
Puntualizó en el mal trato que los regiomontanos podrían recibir en sus nuevos lugares de residencia, principalmente en Estados Unidos.
“Qué vergüenza que los que más han recibido de Monterrey son los primeros que huyen al extranjero. Allá no eres bienvenido, ya (te) darás cuenta”, concluyó.
En tiempos de guerra, la exhortación de Lorenzo Zambrano suena a patriotismo hipócrita. No todos los regios tienen las posibilidades económicas para viajar en helicóptero o de ir de un lugar a otro con decenas de guaruras.
El común de los neoleoneses tiene que enfrentar a la delincuencia sin más armas que su buena suerte. Por ejemplo, no encontrarse en medio de alguna balacera o ser víctima de los secuestradores o extorsionadores.
Nuevo León se convirtió en una tierra sin ley. Los efectos de la guerra contra el crimen organizado y las acciones de los propios delincuentes impiden el desarrollo normal de las actividades.
La corrupción policiaca y de las autoridades encargadas de impartir justicia, los granadazos, la muerte del edil Edelmiro, el cierre de las avenidas por parte de la delincuencia, tienen a Nuevo León en un laberinto al que no se le encuentra salida.
A la inestabilidad social, a la falta de seguridad, se suma la ineptitud de las autoridades, que dicho sea de paso, fueron rebasadas, hace mucho, por el crimen organizado.
De ahí que será necesario reflexionar sobre las palabras de Lorenzo Zambrano sobre la necesidad de salir de Monterrey o quedarse a soportar los horrores de una guerra.
Cuando las familias corren riesgos fatales como las amenazas de muerte o secuestros, es posible que no se piense dos veces la decisión de ponerse a salvo.
Y es necesario agregar que no solamente emigra la población de Monterrey, también lo mismo ocurre en otras ciudades azotadas por la delincuencia. Artistas, hombres de negocios y gente con suficiente dinero, viven en ciudades estadounidenses seguras, donde la violencia no existe o es mínima. Los mexicanos prefieren Miami para ir a vivir.
Entonces, cabe preguntarnos: ¿Estaríamos en condiciones de abandonar nuestra ciudad al ser amenazados por la delincuencia? ¿Se puede vivir en el miedo o en la zozobra que provocan los agentes del crimen organizado?
A lo mejor con un aparato de seguridad como el que debe tener Lorenzo Zambrano sí sería posible continuar la vida rodeado de violencia. De otra manera, exponerse a ser carne de cañón sería una insensatez total.
Total: ¿Abandonamos el barco o nos hundimos con él?
DOS
Continúa la cacería contra presidentes municipales. El domingo fue asesinado el edil del municipio de Hidalgo, Tamaulipas, Marco Antonio García Leal.
De origen priísta, el funcionario fue acribillado a tiros cuando viajaba en su coche con su hija de diez años, quien resultó lesionada.
En el sexenio más de 12 presidentes municipales perecieron en acciones perpetradas por la delincuencia organizada.
Es casi nula la protección que se proporciona a los ediles. Sus guaruras son policías que se no tienen la preparación adecuada para cumplir con su profesión de guardianes.
Nadie se interesó por capacitar a la policía municipal para que cumpla con sus funciones de representante de la ley y salvaguardar los intereses de la sociedad.
Y con eso dizque policía municipal se pretende integrar un solo cuerpo para darle mayor funcionalidad y efectividad.
Aquí es donde se presenta el gran problema. No se trata de juntarlos para mandarlos a la guerra sin fusil.
En algunos pueblos la policía municipal sólo sirve para perseguir borrachines. En otros lados para trabajar como mozos de los delincuentes.
De ahí la necesidad de pensar en la creación de verdaderos cuerpos de policía con preparación adecuado y con salarios dignos. En el mismo caso viven las policías estatales. Colaboran en forma descarada con el crimen organizado o sirven para golpear a inconformes. Sin la instrucción necesaria para apoyar en la seguridad, esas policías se convierten en el brazo represivo de los gobernadores.
TRES
Y para seguir con el tema de los cuerpos policiacos, ayer muy temprano se anunció el despido de 3 mil 200 agentes de la Secretaría de Seguridad Pública federal.
Además se dijo que próximamente otros mil 20 policías federales serán echados a la calle.
Todos ellos no cumplieron con los requisitos que exige el Control de Confianza.
Tarde, pero la medida, que a todas luces es positiva, seguramente es parte de una campaña de depuración de la policía.
En otras ocasiones, la limpieza de los cuerpos policiacos no funcionó. En alguna ocasión fueron despedidos de sus cargos policías que se ampararon contra la acción de las autoridades y volvieron a sus empleos.
Hoy, casi es seguro que no ocurrirá lo mismo. La policía, en general, viven momentos de desprestigio y de rechazo por parte de la población que se encuentra harta del pésimo desempeño de los representantes de ley. No hay que olvidar que en los secuestros siempre aparece uno o varios policías del lado de los delincuentes.
Las autoridades tendrán que trabajar incansablemente para combatir y erradicar la corrupción que existe en las corporaciones policiacas.
Y, lo obvio, darle seguimiento a las actividades de los desempleados, porque si fueron echados de la corporación por corrutos o por sus nexos con los narcos, no es difícil pensar que terminarán en las filas de la delincuencia.
Por cierto, el alto mando de la SSP federal aprovechó el viaje para dar de baja a los agentes del escándalo registrado en Ciudad Juárez, donde los policías federales acusaron a su jefe de corrupto. De tal suerte que quedaron sin empleo el comandante del Tercer Agrupamiento de Fuerzas Federales, Salomón Alarcón Olvera y tres mandos medios más, así como los policías que interpusieron quejas en su contra.