Ni magos ni reyes
¬ Salvador Estrada martes 5, Ene 2016Folclor urbano
Salvador Estrada
Los Reyes Magos llegan esta noche a los hogares mexicanos para continuar con la tradición, que nace con el Niño Jesús hace 2016 años, y que los niños inocentes esperan con ansia para recibir juguetes.
Los Santos Reyes, también llamados Melchor, Gaspar y Baltasar, visitan un vez al año a los pequeños para hacerlos felices con sus regalos y también a los padres que disfrutan con la alegría de sus hijos.
Pero no en todos los hogares aparecen Melchor. Gaspar y Baltasar para leer las cartas que los pequeños escribieron y complacerlos en sus peticiones, porque en muchos niños sus padres son pobres y los chavos ¡no tienen zapatos!
En nuestro país hay 50 millones de pobres, casi la mitad de la población, y seguramente los Reyes Magos no pueden llegar a las casas de esos mexicanos, porque están hechas de lámina, con muros de cartón y piso de tierra y es muy complicado encontrar los domicilios en los municipios o en los pueblos de la serranía alejados de las capitales y en las colonias populares.
En el campo tampoco los niños van a recibir juguetes. La tradición indica que la noche del 5 de enero se pone en la puerta del hogar el zapato del pequeño y en su interior se coloca una carta haciendo la petición de los juguetes. Pero en esos jacales donde viven ¡no saben leer ni escribir!
Para que los niños campesinos reciban juguetes se necesita la participación ciudadana y de la Secretaría de Educación para realizar una cruzada para enseñar a leer y a escribir a casi 9 millones de mexicanos que no saben y construir escuelas o reparar las existentes que “son una desgracia nacional”.
Y para los pequeños que no usan zapatos, por la pobreza en que viven, los dueños del dinero, los empresarios, los banqueros, los industriales, los comerciantes o los diputados, senadores, delegados, asambleístas y gobernadores y hasta el presidente, pueden convertirse en Reyes Magos y en una gran “campaña de reyes”, solidarizarse con los que menos tienen durante todo el año y crear fuentes de trabajo, pagar un salario digno, no el de los salarios mínimos y declarar la guerra a la corrupción e impunidad.
Entonces, los Santos Reyes harían felices, no sólo a los niños, sino a los papás de los niños y a todos los mexicanos. Y todos los que se sumaran a esa “gran campaña de reyes”, no serían magos ni reyes, sino “angelitos de la guarda”.