Ser legislador, un privilegio
Francisco Rodríguez jueves 24, Dic 2015Índice político
Francisco Rodríguez
Cada tres años llegan a San Lázaro los nuevos 500 diputados a hincar sus fauces sobre un presupuesto camaral generoso e indefenso. Todos, los de mayoría y los plurinominales, del partido que sean, llegan con la obsesión de cebarse en el presupuesto legislativo, por encima de sus pares.
No necesariamente a comprometerse en el trabajo legislativo; no forzosamente a arrebatar el uso voraz de la tribuna (una guillotina para los ignorantes) para dejar la huella de sus silogismos o tomarse la foto que presumirán ante las amigas y novias en el pueblo o en sus distritos, sino para agenciarse una comisión extra que les proporcione más poder.
Todos, grandes y chiquitos, amenazan a sus pastores de bancada que, en caso de no ser agraciados, se integrarán como independientes. Los que sufren son los miembros del gabinete, que deberán comparecer exhibiendo sus magros resultados. Los plurinominales, que no representan a nadie, a salvo. Todos serán miembros de la pavada, habilitados por sus partidos para pontificar las líneas y los destinos presupuestales del pueblo, de un pueblo que nunca ha sabido de qué pasta están hechos, ni para qué sirven. Pero todos serán presidentes de comisiones al contentillo.
El sueldo —o como gustan llamarle: “la dieta”—de un diputado federal del montón, nunca ha podido alcanzar el equivalente al estipendio burocrático de un director de cualquier secretaría. Es como una afrenta tecnocrática que nadie ha podido desfacer. Con ese baldón, más la vergüenza de haber servido sólo para levantar el dedo, tendrán que cargar toda la vida.
Por eso, todos batallan por presidir una comisión. Es tan enconada la lucha, que como usted sabe, a un mes de haberse instalado esta legislatura, es hora de que apenas se definen los “perfiles” de los privilegiados. Hasta ahí no llega la influencia del padrinazgo caciquil; a ellas sólo llegan los que operan como favoritos de los príncipes de todos los partidos y franquicias electorales.
Es cierto, también hay “perfiles” que rebasan toda expectativa. Cubren los requisitos de sobra, han sido demasiado el peso y las atrocidades que han cometido en los cargos administrativos que tienen que ver con las comisiones legislativas que ahora serán las supervisoras del tiradero que ellos mismos dejaron. En este renglón los cargos administrativos deben rendir transparencia al Congreso.
Despropósito que encabece la Comisión de Seguridad
Heredero de una furiosa tradición de empistolados y matasietes, Miguel Ángel Yunes Linares está perfilado por el PAN para presidir la ubérrima Comisión de Seguridad, una vez que su hijo ya apechugó la Comisión de Justicia en el Senado. La pinza perfecta para tronarle los huesitos “a quién usted guste mandar”, como decía el corrido del “Águila negra”.
Para lograr su ambición de ridiculizar a todo el aparato público, que aunque se quiera esforzar, ya no dará una, ni para la cruda del respetable, que ha observado y sufrido una gran borrachera de sangre los últimos 15 años, el neopanista convertido debe brincar varias varitas:
Una.- Explicar al ansioso público y a la opinión de la clase política cómo fue que hizo para amasar una enorme fortuna, al amparo del desabasto de medicinas y de la misteriosa desaparición de las pensiones de los jubilados en el ISSSTE, que generosamente le regaló Felipe Calderón.
Dos.- Satisfacer las preguntas que la periodista Lydia Cacho le endilgó en un libro famoso, Los demonios del edén, donde se revelaban sus andanzas del brazo de Kamel Nacif en los asuntos de pederastia.
Tres.- Responder a plenitud las preguntas no resueltas de su participación, como encargado de los reclusorios federales, en la primera fuga “dentro de un carro de lavandería” —usted ya leyó aquí que, en realidad, salió caminando escoltado por policías federales, uniformado como ellos— de “El Chapo” Guzmán, esclareciendo primero la colaboración de Enrique Pérez Rodríguez, su subalterno en reclusorios de Gobernación, su delegado del ISSSTE en Veracruz, hoy su suplente de fórmula como diputado plurinominal.
Cuatro.- El regalo de una notaría al hermano de Pancho Colorado, hoy en manos de la justicia, encarcelado por lavado de dinero y narcotráfico en un penal de Estados Unidos. Para conseguirle la fe pública, Yunes hizo que la mano temblorosa de Patricio Chirinos, desgraciadamente gobernador de Veracruz, estampara la firma arriba de la suya.
Cinco.- La sospecha de amplias franjas de veracruzanos sobre la complicidad de Yunes y Colorado, en el asesinato de Raúl Gibb, propietario y editorialista del influyente diario La Opinión, de Poza Rica, Veracruz.
Seis.- La complicidad, junto con Pancho Colorado, en el trasiego y adjudicación por parte de Pemex, de grandes contratos petroleros entre poderosos empresarios del norte del estado de Veracruz, desde donde se operaban los fracasos priístas y los sonados triunfos electorales del PAN, de una manera francamente misteriosa.
Siete.- La intervención de Pancho Colorado en el financiamiento sospechoso de las campañas electorales de Juan Bueno Torio (quien, a cambio, repletaba a manos llenas los bolsillos de Yunes y Colorado a través de los favores en Pemex) y de Gerardo Buganza, aparecido de repente como el candidato “independiente” a la gubernatura de Veracruz.
Ocho.- Los reiterados engaños a la opinión pública, a través de inserciones pagadas en el rotativo Reforma, donde por medio de fotografías trucadas hacía aparecer en famosas cabalgatas a Pancho Colorado —cuando la justicia se le vino encima, no antes— a los personajes que se le viniera en gana, cuando el potosino Marcelo de los Santos era el verdadero acompañante.
Nueve.- Los ataques esquizofrénicos, bajo cuyo influjo ha amenazado de muerte, pistola en mano, a sus amigos de toda la vida, como Carlos Padilla Becerra, actual dirigente del Comité Olímpico Mexicano, acusándolos de supuestas e imaginarias faltas de lealtad política a su persona.
Diez.- La oscura matanza de La Mixtequilla, en un paraje conocido como Llano de Víboras, en el municipio de Tlalixcoyan, donde el enfrentamiento entre Ejército y policías arrojó una matanza, por razones insuficientemente explicadas. Periodistas locales la atribuyeron a una disputa por drogas. Cuando el entonces titular de la PGR, Ignacio Morales Lechuga, quiso atraer el caso e iniciar una investigación a fondo, no sabía en qué honduras se iba a meter. Meses después, en busca de la gubernatura de Veracruz, fue encañonado, junto con su esposa, a cielo abierto, en una carretera hacia Poza Rica, con “el sello de la casa” Yunes.
Once.- La necesaria aclaración de los ataques a mano armada contra indefensos campesinos huastecos solicitantes de tierras. Existen versiones sobre un paranoico secretario de Gobierno de Chirinos, Yunes, quien desde los helicópteros rafagueaba con metralletas de largo alcance a los inermes, en la región de Ixcatepec.
La traición a sus protectores, una constante
En el terreno “político” Yunes carga con una lista de traiciones a sus benefactores, que es de colección. Empezando por el esquinazo a base de intrigas bajunas a Humberto Lugo Gil, a quién quiso defenestrar con el apoyo de Chirinos, porque éste le hablaba al oído a Joseph Marie Cordoba, el real presidente del salinato.
Fueron sobradamente conocidos los excesos de Yunes en el aeropuerto capitalino. Fuera de sí, se dedicaba a patear en las costillas y espaldas a las humildes afanadoras que no cumplían sus caprichos de sultán.
Los engaños y traiciones a su madrina Elba Esther Gordillo desde la dirección del ISSSTE, donde desfondó a la institución y negoció con las pensiones, la compra y el desabasto de medicamentos, que eran trasegados por compañías fantasma donde los hijos de Yunes aparecían como accionistas.
Miguel Ángel Yunes, diputado, y su hijo Fernando, senador, pretenden ser los nuevos inquisidores de un sistema que han expoliado y que de sobra saben que cojea de las patas de seguridad y justicia, pero no precisamente para que su mal sea supervisado por pájaros de cuenta que se han servido de los mismos vicios que ahora querrán enmendar desde una posición falaz y sin compromiso ciudadano, como los cargos que pretenden encabezar en ambas cámaras.
De a mentiritas, para seguir en el juego del chantaje y del soborno, que tantos beneficios les ha acarreado. Y así, hasta que no existan legisladores serios y aparatos de control político que frenen a estos mentecatos.
Lo más grave de este asunto es que existen cuestiones como las que se relatan, que hay que solucionar a través de procedimientos legales punitivos, antes de que un mal entendido fuero cubra de inmunidad a quienes pretenden seguir burlándose de un sistema jurídico y político endeble y poroso. ¡Pa’ las mulas del Jaral, los caballos de allá mesmo!