Barbarie
¬ Augusto Corro viernes 27, Ago 2010Punto x Punto
Augusto Corro
UNO
La barbarie mexicana vuelve a mostrar su rostro al mundo.
No fueron suficientes las masacres de jóvenes en Ciudad Juárez, ni las matanzas en las cárceles, ni los colgados en los puentes y tampoco los miles de muertos y secuestrados en la peor época de violencia de un país, cuyo gobierno se ve impotente ante el avance del crimen organizado.
La barbarie reapareció en un rancho tamaulipeco, en el que fueron torturados y asesinados 72 migrantes (58 hombres y 14 mujeres) por “Los Zetas”, esa rama del crimen organizado que se distingue por sus actos de salvajismo que rayan en la demencia.
En un principio se pensó que la masacre mencionada obedecía a la lucha que libran los diferentes cárteles de la droga, sin embargo, las declaraciones del único sobreviviente de ese sangriento hecho, el ecuatoriano Luis Fredi Lala Pomadilla, de 19 años, ayudaron a tener una visión exacta de lo ocurrido.
Los migrantes iban en un camión rumbo a Bronwsville, Texas, cuando fueron interceptados por “Los Zetas”, quienes trataron de convencerlos para que se integraran a su banda. Las peticiones de los delincuentes fueron rechazadas y esto provocó la tortura y fusilamiento de los extranjeros.
Lala Pomadilla, ecuatoriano, con una lesión en el cuello, logró escapar y alcanzó a pedir auxilio a los marinos, quienes se trasladaron a las instalaciones del rancho ubicado en el municipio de San Fernando, Tamaulipas.
Se registró un enfrentamiento entre representantes de la ley y la banda de delincuentes: murieron tres sicarios y un marino. Se logró la captura de un posible victimario.
Al paso de las horas, la noticia de que las víctimas eran extranjeros provocó el repudio al hecho por parte de diferentes países, principalmente aquellos que posiblemente tienen a algunos de sus ciudadanos en las listas de fallecidos. Tal es el caso de Ecuador, Brasil, El Salvador y Honduras.
Representantes diplomáticos de dichos países se trasladaron a Tamaulipas para colaborar en la identificación de las víctimas, quienes, según los primeros reportes, eran gente joven. La noticia escalofriante encabeza la lista de hechos que horrorizan no sólo a México, sino al mundo entero.
¿Qué sigue?¿La tragedia pudo evitarse? Esa pregunta se empezó a formular desde que se conoció la dimensión de los hechos. Definitivamente la masacre forma parte de una forma de vida de la delincuencia organizada en todo el territorio mexicano.
El viacrucis de los migrantes es cotidiano y empieza desde que pisan el suelo mexicano y termina hasta que alcanzan el territorio estadounidense. Son decenas de trabajos periodísticos en los que se narran las peripecias y peligros de los extranjeros que deciden entrar a México. Porque tienen que enfrentar a los grupos delincuenciales y a las propias autoridades migratorias, muchas veces coludidas con los hampones.
Los medios que utilizan los migrantes van desde los camiones en cuyas cajas son escondidos y luego mueren asfixiados o en la Bestia, como es conocido el tren que corre de sur a norte del país. En este transporte, los migrantes realizan su recorrido peor que animales. Es tal el riesgo y el peligro que no son pocos los viajeros que sufren mutilaciones al ser arrollados por el convoy.
Las mujeres que cruzan la frontera mexicana y que van en busca el “sueño americano”, viven también la pesadilla de ser secuestradas, violadas o asesinadas por los delincuentes. Los casos son innumerables. Algunas organizaciones no gubernamentales manejan alrededor de diez mil plagios de indocumentados, entre ellos, obviamente muchas mujeres.
El destino de ellas termina en los antros de prostitución de los pueblos del interior de México desde Chiapas hasta Tamaulipas. El fin de los hombres es la esclavitud disfrazada, pues son obligados a trabajar contra su voluntad sin la posibilidad de regresar a sus lugares de origen.
Según los reportajes mencionados cuando un migrante es reconocido por los delincuentes, lo primero que le quitan es su dinero. Después investigan su condición social y si se dan cuenta que se puede negociar un rescate, proceden inmediatamente.
La tragedia de los indocumentados no es nueva. A esos miles de hombres centro y sudamericanos que pasan por México siempre se encuentran amenazados por el infortunio, la corrupción y la impunidad. No extraña que los propios zetas se coludan con las autoridades locales para atracar, extorsionar, secuestrar y matar a los migrantes.
Ante la dimensión de la barbarie, es oportuno preguntarle a Cecilia Romero Castillo sobre el papel que juega el flamante Instituto Nacional de Migración. ¿Qué hace dicho instituto para salvaguardar los intereses de los miles de indocumentados que llegan a México? ¿Existe algún bosquejo que permita saber en qué consiste la función del mencionado instituto?
La barbarie registrada en Tamulipas y su proyección internacional deja sin armas al gobierno mexicano para enfrentar la llamada Ley Arizona, llena de racismo.¿Cómo exigir el respeto a los derechos humanos a las autoridades de Arizona, si aquí en México las autoridades los desprecian?
Los reportajes sobre los abusos contra los migrantes aparecieron en los medios desde hace mucho tiempo. Suficiente para que alguien se interesara en solucionar esa situación conflictiva. Nadie se dio por enterado. Hoy, el escándalo mayúsculo obliga a las autoridades a apretar las clavijas a la delincuencia y a buscar en todo México a aquellos lugares donde los migrantes sean víctimas de los zetas o de hampones con las mismas características. ¿Por cuánto tiempo? Supones que será breve el tratamiento de este caso, porque surgirá otro hecho que supere la barbarie de Tamaulipas.
Mientras, no estaría mal que el propio México y los países como Ecuador, Brasil, El Salvador y Honduras revisen sus programas sociales para evitar que la fuerza de trabajo busque otros destinos.
Por lo pronto, México paga su cuota de muertos muy puntualmente con los migrantes que perecen al cruzar el rio, en los desiertos o baleados por los policías gringos. Ese gran mundo de pobres, lleno de carencias, que buscan la “tierra prometida”, tendrá que seguir su lucha bajo el signo de la barbarie.