Poderosos líderes sindicales
Francisco Rodríguez martes 1, Dic 2015Índice político
Francisco Rodríguez
Ejemplo de corredor industrial exitoso fue el conformado por las impresionantes industrias de petroquímica secundaria establecidas en el sur de Veracruz, entre los paralelos geográficos de Acayucan y Minatitlán.
Más de 20 mil veracruzanos y hasta de estados vecinos trabajaban en las grandes factorías de Celanese, Dupont, Tereftalatos, Polímeros de México, Tecnoasbestos, PVC, Albamex, Fertilizantes Mexicanos, Azufrera Panamericana, Albamex y Vidriera de Monterrey en Texistepec, entre otras.
Era una fuente de empleo y riqueza de enormes proporciones, gracias a la cual se desarrollaron economías de escala y niveles de vida propios del primer mundo en las comunidades aledañas. El sindicato azufrero, consentido de la CTM de Fidel Velázquez, como pivote de la organización laboral en la zona.
Entre otros, ahí nació el poder de la sección 10 del sindicato nacional de trabajadores petroleros, bajo las batutas de Sergio y Wilfrido Martínez, Sebastián Guzmán Cabrera y Pablo Pavón en Minatitlán; José Vasconcelos en Coatzacoalcos; Francisco Balderas en Nanchital; Roberto Ricárdez Orueta en Agua Dulce, entre otros.
La poderosa sección 10 de Minatitlán llegó a crecer tanto, que Joaquín Hernández Galicia tuvo que reconocer, dentro de los estatutos gremiales, que tenía derecho a jefaturar en orden rigurosamente sucesivo, con las secciones 1 de Ciudad Madero y 30 de Poza Rica, la dirigencia nacional petrolera, so pena de causar una fractura irreversible en la industria. Así se hizo.
También ahí nació el poder de Gilberto Muñoz Mosqueda, al frente del sindicato nacional de la industria petroquímica, con la familia Cadena Grajeda en la sección 1 de Cosoleacaque, uno de cuyos hermanos menores, Víctor, llegó a ser secretario particular de Carlos Salinas.
Inteligencia tropical venció un círculo de hierro
Mi periódico me envió a principios de los ochentas a hacer un reportaje sobre algo insólito por esos rumbos: el derrumbe del liderazgo histórico de Ismael Miranda, factotum absoluto del sindicato azufrero y cacique de la región de Jaltipan, Veracruz, durante más de 30 años.
Ismael Miranda era el indeclinable. Presidente municipal de Jaltipan cada seis años, sólo los necesarios para poder “brincar” el obstáculo de la reelección que le impedía ser eterno. Para compensarlo, se le daba el derecho de “opinar” en los 13 ayuntamientos nucleados bajo su hegemonía. Siempre tenía la razón.
Su círculo de hierro era eficaz. No había manera de penetrarlo. Hasta que a la inteligencia tropical de los azufreros jaltipanecos se le ocurrió una fórmula singular: brincar la jetatura del paisanaje que taclea a los profetas nativos y apoyar para obtener el liderazgo a un trabajador “teco”, aféresis con el que se refieren a los procedentes del istmo de Tehuantepec, Oaxaca.
Pesaban demasiado en
la economía nacional
El juchiteco Nicolás Reyes -así se llamaba- emprendió la tarea de hacer su campaña apoyado fervorosamente por los Lemarroy, Vallado, Chagoya, y demás apellidos de los opositores internos al cacicazgo de Ismael Miranda.
La campaña integró paulatinamente a presidentes municipales, ritos evangélicos, asociaciones de padres de familia, juntas de mejoras, ganaderos, ejidatarios, dirigencias sindicales, empresariales, clubes de servicio, porque todos tenían que ver con la industria azufrera. Era el soporte principal de la vida de los pueblos.
Los reportajes de la campaña indicaban cómo iba creciendo la ambición del juchiteco: pensaba que si juntaba a los trabajadores petroquímicos de Cosoleacaque, Minatitlan y Texistepec, con los azufreros de Jaltipan, Chinameca y Oluta alcanzaría la cifra de 20 mil sindicalizados, con los cuales aspiraría a un liderazgo nacional de respeto. No estaba equivocado el astuto “teco”.
Lo avalaban también los datos duros: más de un millón de toneladas anuales de etilenos y plásticos derivados, generados por los complejos petroquímicos de La Cangrejera y Morelos, pesaban demasiado en la economía nacional.
Fantasías de riqueza y
poder rondaban su mente
Trabó relación de objetivos con los cercanos al emblemático Sergio Bolaños, amigo de “La Quina”, poderoso concesionario de los buques que transportaban el azufre a Europa. En ese tiempo, Sergio consiguió la concesión de la recolección y tratamiento de la basura en París y adquirió un castillo en el Valle del río Loire con 58 principescas habitaciones.
Nicolás Reyes obtuvo por amplio margen la dirigencia sindical. Todas las fantasías de riqueza y poder rondaban sus pensamientos. Despertó más tarde, cuando advirtió que su comité ejecutivo estaba integrado por oriundos de Jaltipan y ex colaboradores del viejo cacique. Se dio cuenta que al ganar, había perdido.
Los jaltipanecos lo asediaban y lo confinaban. No podía comer en privado con algún funcionario de la empresa, con comerciantes locales, con otros dirigentes sindicales, menos si llegaban de México. No podía hablar por teléfono sino frente a todos.
No podía ir al baño, si no lo acompañaba un grupo de sus colaboradores. Nunca volvió a probar la barbacoa de horno, las salsas molcajeteadas o las jícaras de chorote que le arrimaban sus compañeros, pues todo sabía diferente en su amenazado cerebro, no en sus papilas gustativas.
No tenía poder ni control
Diario debía firmar cientos de incapacidades médicas de enfermedades ficticias, miles de vales de despensa de desconocido destino, autorización de “comisiones” sindicales, cientos de peticiones de plazas transitorias y de base apoyadas en el jus sanguini de miembros del comité.
Llegó a confiarnos a los periodistas su angustia de falta de poder y de control. Parecía repetir aquello que Napoleón dijo a sus oyentes: “Otra victoria como éstas y nos hundimos”. La soledad acompañada, la incapacidad que produce el confinamiento del poder.
Hasta que tiró el arpa. Nicolás empezó a flotar, a “nadar de muertito”, a firmar todo lo que quisieran, antes de ser víctima de algo más delicado.
Tecnócratas
desmantelaron todo
Afortunadamente, para su neurosis existencial y desgraciadamente para el mercado del empleo y la riqueza, llegaron los tecnócratas de la mano de Carlos Salinas y desmantelaron la industria paraestatal petrolera y petroquímica. ¡Cerraron la Azufrera y privatizaron Fertimex!
Con una saña inaudita demolieron hasta los escombros de lo que era una economía floreciente. La crisis económica que mal administraron hizo el resto. Casi todas las factorías del corredor industrial bajaron las cortinas.
Ese emporio de producción se convirtió en un páramo de miseria. En unos cuantos años, la región ocupaba el sexto lugar nacional en producción de migrantes. Hileras interminables de ex obreros haciendo fila para abordar los camiones de “polleros” rumbo a la frontera norte del país.
Lo que era un corredor industrial se convirtió en unos meses en el escenario de la más salvaje expresión de la delincuencia organizada. Cientos de muertos de hambre o de bala poblaron sus recónditos caminos. Secuestros y asesinatos a la orden del día. La misión imperial de la tecnocracia estaba cumplida. El país estaba pobre.
Cuando perdió el país, ganó Nicolás Reyes, el juchiteco. Al menos eso dicen las ánimas del panteón político del sur de Veracruz. Descansó su gran ambición de riqueza y poder.
Sin embargo, después de 35 años de haber accedido al poder real con De la Madrid, Salinas de Gortari continúa en su escoleta personal detrás de los hombres de Los Pinos, mendigando aunque sea un roce de esas fragancias. No se cansa de recibir desaires.
A pesar que ya el Grupo Atlacomulco lo había frenado con rudeza, poniéndole en medio los “buenos oficios” de Arturo Montiel para obligarlo a acordar, Salinas acusó el golpe, pero ya había colocado a su sobrina y a varios advenedizos.
No obstante, como mera cortesía, los inquilinos de Los Pinos siguen corriéndole la atención de invitarlo a reuniones de gabinete que, aunque usted no lo crea, continúan celebrándose en la ex hacienda La Hormiga. Hace unos meses, Salinas se mostró prudente en la reunión sobre infraestructura. Opinó mesuradamente, no hizo ningún pronunciamiento importante para no alterar los ánimos de ninguno de los presentes.
Su destino: recluirse en
su soledad acompañada
Y eso que Salinas sabe demasiado de juegos palaciegos. Ante este entramado, no supo qué hacer. Mataron a caballo de espadas, con su propia medicina.
No es la primera ocasión que se da un asunto de este jaez. El Ejecutivo acostumbra pedir consejos, para posteriormente pasar al aconsejante por las horcas caudinas de sus validos, consiguiendo avergonzarlos y cohibirlos para siempre. Juran no prestarse nuevamente al juego.
En política, éste es el camino más directo para recluirse, reducirse a la nada, sabotearse la información como fuente de poder, para vivir, dentro de palacio, en la soledad acompañada.
El reducto de soledad, de falta de información y contrapesos se estrangula más cada día, se hace todavía más férreo. ¿ Qué puede haber adentro de esa caja craneana?
Índice Flamígero: Y todos los días, en diferentes mesas, no falta quien diga: “Claudia Ruiz Massieu será quien enfrente por el PRI a Margarita Zavala”. ¿Será?