Celebramos la corrupción
¬ José Antonio López Sosa lunes 30, Nov 2015Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Ayer como si se tratara de un acto de reconocimiento público a un gobierno en turno, el jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, reinauguró en su totalidad la línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la ciudad de México.
Hablar de la línea 12 es entrar en política, corrupción, protagonismos, proteccionismos y sobre todo, mucho dinero que se fue a manos llenas del presupuesto de la obra.
¿Se robó el dinero Marcelo Ebrard?, ¿Tuvo participación Francisco Bojórquez?, ¿le jugaron chueco a Ebrard?, ¿Joel Ortega exageró el problema para vengarse de Ebrard?, ¿Usó políticamente la desgracia Mancera cerrando tantos meses tantas estaciones?, ¿dónde quedó el dinero faltante?, ¿quién fue el o los responsables directos?, la única verdad es que nunca lo sabremos.
El hecho es que una línea que resuelve el problema de transporte público para millones de capitalinos y mexiquenses de la zona sur oriente, se inauguró dos veces, la primera como un espejismo por poco tiempo y la segunda, con toda la vergüenza del gobierno (institución como tal, sin importar quién antes y quién hoy) que celebra la segunda apertura como si fuese un logro, cuando tan sólo se cumplió con una obligación de una obra suspendida.
Nunca entendí en lo personal las razones que llevaron a Miguel Ángel Mancera a poner como director en la primera etapa de su gobierno a Joel Ortega Cuevas, personaje político oscuro y opaco, nunca explicó ni dio la cara de forma clara frente a las decisiones e investigaciones. Afortunadamente el rumbo en el Metro cambió y se nombró a Jorge Gaviño, quien desde su primer día de gestión habló con claridad de las fechas probables en que se daría la reapertura, sin rodeos ni triunfalismos.
Gaviño nos dijo en una entrevista que le hicimos en Radio Fórmula (así como se lo informó a decenas de noticiarios), que a finales de año estaría reabierta la Línea 12 en su totalidad. Así fue y desde ayer opera. El problema es que desde la jefatura de gobierno esto toma un tinte de celebración cuando no lo es.
Celebrar la reapertura tal como lo hizo Miguel Ángel Mancera, es algo equivalente a celebrar la corrupción.
Se agradece el cumplimiento del compromiso tanto por parte del director del Metro como del gobierno de la ciudad, pero no se celebra un hecho por las razones que todos conocemos.
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