El tabú de las horas extras
¬ José Antonio López Sosa martes 24, Nov 2015Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Nadie se atreve a hablar de las horas extras laborales en México. En el gobierno sólo existen entre los empleados de confianza y en la iniciativa privada los empresarios omiten el tema y obligan a sus trabajadores en muchos casos, a laborar más de las ocho horas estipuladas por la Ley Federal del Trabajo.
Es complicado encontrar el origen de este abuso, que hace que la mayor parte de los trabajadores, empleados, ejecutivos y directivos de este país laboren más de ocho horas diarias por un salario que cubre precisamente, tan sólo ocho horas.
Países como Estados Unidos o Canadá, mucho más capitalistas que el nuestro, pagan un dólar sobre otro cada hora extra que un trabajador labora en una empresa, en México eso es prácticamente imposible. Se ha pervertido tanto el derecho del trabajador, que a veces sin razón acusamos a los burócratas por trabajar tan sólo 8 horas diarias.
La jornada laboral tiene una razón de ser, eso nos lo enseñaron desde la escuela, el día tiene 24 horas y se divide en 3: 8 horas para trabajar, 8 horas para descansar y 8 horas para dormir, cosa que resulta más que justa para un ser humano, luego entonces ¿por qué debe considerarse normal que una persona labore 10 o 12 horas por el salario de sólo 8?
Las autoridades laborales encabezadas por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social también han omitido por años trabajar en serio el tema. No es posible que las empresas contraten personal, argumentando que hay horario de entrada y no de salida, ¿qué estamos frente a una suerte de señorío feudal?, ¿qué no hay el mínimo derecho de un trabajador a una jornada digna?
El tema en el Congreso también ha pasado desapercibido por décadas. Deben endurecerse las leyes y sanciones para todas aquellas empresas, cuyos trabajadores son obligados literalmente, a laborar más de ocho horas sin el pago correspondiente de horas extras que estipula desde hace casi un siglo la propia Ley Federal del Trabajo. No es contra la productividad ni contra el empresario, es un ganar-ganar para crear trabajadores más productivos y empresarios más honestos con su gente.
Ahí está el tema en la mesa para los legisladores.
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