Plantean menos dinero a partidos políticos
¬ Augusto Corro viernes 13, Nov 2015Punto por punto
Augusto Corro
Siempre dijimos que la democracia en México es una de las más caras del mundo.
Ser político en México es estar rodeado de privilegios, principalmente de aquellos relacionados con el dinero.
Carretadas de pesos se gastan para mantener a las organizaciones políticas. Además, se invierten cuantiosos recursos económicos en el mantenimiento del Poder Legislativo.
Diputados y senadores disfrutan de privilegios que sólo tienen unos cuantos mexicanos, en un país de millones de pobres.
Quizás, para el próximo año el presupuesto para los partidos políticos gire alrededor de los 4 mil millones de pesos.
El pretexto para asignar esas partidas de dinero a las instituciones políticas obedece a que se realizarán elecciones para cambiar gobernadores en 13 estados.
Claro, el Instituto Nacional Electoral (INE) árbitro de la democracia, ya se apuntó con un presupuesto de más de 17 mil millones de pesos para los comicios mencionados.
Lo anterior viene a cuento porque senadores panistas y perredistas promueven una iniciativa para reducir a la mitad las prerrogativas que reciben los partidos políticos.
De entrada, en la Cámara de Senadores ya fue recibido un documento con 99 mil 400 firmas que apoyan el fin de los excesos de la clase política.
Los legisladores usaron la plataforma change,org para la recopilación de las rúbricas.
Los promotores que recolectan firmas plantean que “no sólo es momento de austeridad, sino de hacer buen uso de los recursos. Hemos dilapidado la confianza, la política es hoy sinónimo de excesos y es algo que debemos cambiar”.
Entre los senadores interesados en la reducción de las prerrogativas a la mitad, se encuentran Francisco Búrquez, Ernesto Ruffo, Daniel Ávila, Marcela Torres, Juan Carlos Romero Hicks, del Partido Acción Nacional (PAN), así como Armando Ríos Piter y Zoé Robledo, del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
El CINISMO DE LOS PERREDISTAS
“Los Chuchos” nunca desaprovechan las oportunidades para demostrar su cinismo.
Por ejemplo, Jesús Zambrano, el ex líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y encargado de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, no aceptó el coscorrón que le dio el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a los ex gobernadores guerrerenses, Ángel Aguirre Rivero, de extracción perredista, y Rogelio Ortega, supuestamente militante de izquierda, que convirtieron a Guerrero en un estado fallido.
No defiendo a Osorio Chong, él sabrá como lo hace. Lo que pretendo es señalar que el problema de violencia e inseguridad que vive Guerrero ya estaban cuando llegó al poder el ex priísta y luego perredista Aguirre Rivero, sólo que durante su administración esos problemas crecieron desmesuradamente.
Una ola de secuestros, desaparecidos y muertes llegó a aquella entidad que alcanzó su punto máximo de terror con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en aquella noche trágica de Iguala, la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre del año pasado.
En aquel estado, el gobernador en funciones, Aguirre Rivero, fue rebasado por los acontecimientos y renunció al cargo. Un análisis de su administración únicamente reflejó que el mandatario estatal se entregó más a la dulce vida y a los placeres, que a su obligación de funcionario público.
Al inicio de su mandato, su nepotismo alcanzó un grado superlativo, pues alrededor de cien de sus familiares desempeñaban funciones públicas. Otros parientes cercanos estuvieron inmiscuidos en temas de enriquecimiento ilícito.
En el caso del conflicto de Iguala, en algunas columnas se habló de las relaciones estrechas de Aguirre Rivero con el alcalde José Luis Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, ambos en la cárcel por sus vínculos con el cártel “Guerreros Unidos”, involucrados en la desaparición de los normalistas.
Desde cualquier ángulo que se vea, la administración de Aguirre Rivero fue deplorable. Lo que hizo en Guerrero es lo mismo que practican otros gobernadores: dejar la responsabilidad del gobierno a las autoridades federales.
Con el pretexto del problema del narco, los mandatarios estatales se lavan las manos, protegen sus intereses personales y permiten que la violencia y la inseguridad crezcan incontrolables.
Como consecuencia del “desgobierno” en Guerrero, el PRD perdió las elecciones estatales. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) resultó el vencedor. Jesús Zambrano, “El Chucho II” se desempeñaba como líder amarillo cuando estalló el problema en Iguala. Fue este dirigente quien, junto con los representantes de Nueva Izquierda, ayudó a José Luis Abarca a llegar al poder, no obstante los antecedentes criminales de su expediente.
Una vez que ocurrió la tragedia el ex dirigente amarillo se entrevistó con Abarca para asesorarlo en su fuga, según declaraciones de la senadora Dolores Padierna.
Así pues, Guerrero vive crisis de violencia e inseguridad porque, entre otras causas, sus gobernantes fallaron: prefirieron disfrutar la comodidad del cargo, que esforzarse en la atención y solución de los problemas de los guerrerenses.
Del otro ex gobernador, Rogelio Ortega, mejor ni hablar. Su ineptitud y novatez como funcionario público fueron el eje de su paso como mandatario estatal.
Como señalamos en este espacio, ninguno de los dos ex gobernadores, rendirá cuentas y sus errores pronto se olvidarán.
Feliz fin de semana.