Sin sorpresas en el PRD
¬ Augusto Corro lunes 9, Nov 2015Punto por punto
Augusto Corro
Luego de varios meses de incertidumbre los perredistas eligieron, por fin, a su nuevo líder.
Agustín Basave es ahora el presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Sustituyó en el cargo al controvertido Carlos Navarrete.
Aunque se trató de un hecho anunciado, en unas elecciones sin sorpresas, el recién ungido líder no la tendrá fácil.
Para empezar, se encuentra obligado a buscar que los electores vuelvan a creer en esa organización política.
Con la llegada de Basave a la cúpula perredista el partido amarillo continúa con la tradición de que su máximo dirigente sea un ex miembro importante del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Los propios fundadores del PRD fueron militantes tricolores. Nos referimos a Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador, entre otros.
Sin embargo, ninguno de los citados pudo erradicar del PRD a la tribu de “Los Chuchos”, encabezada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano, quienes funcionan como verdaderos dueños del partido. Ante imposibilidad de echar del partido a “Los Chuchos”, los ex priístas prefirieron abandonar al partido.
LA CRISIS AMARILLA
La izquierda mexicana siempre se distinguió por sus pugnas internas.
El PRD no fue la excepción. El espíritu rebelde de las tribus que lo integran impidió la unidad. En los años recientes, los perredistas alcanzaron una posición política fuerte que poco a poco se diluyó.
En los comicios intermedios recientes, los perredistas empezaron a vivir su peor crisis política.
Además de perder la mitad de las delegaciones políticas en el Distrito Federal (DF) en su interior se gestó una lucha de todos contra todos, derivados de escándalos en los que participaron perredistas con cargos públicos.
Tal es el caso de Iguala y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, hecho ocurrido la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre del año pasado.
LA NARCOPOLÍTICA
A raíz de aquel penoso hecho se evidenció la alianza entre políticos, policías y narcos para proteger sus intereses criminales.
Así por ejemplo, el presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, de extracción perredista, y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, se encuentran en la cárcel por su participación en el secuestro de los estudiantes.
Derivada de esa situación de Iguala, el gobernador Ángel Aguirre Rivero, también de origen priísta, fue obligado a renunciar al cargo.
A partir de la tragedia de Iguala, la situación cambió para el PRD en Guerrero y en el país. En el estado perdió en el terreno político.
En la elección para renovar el gobierno estatal, los perredistas fueron arrollados por el candidato tricolor, Héctor Astudillo. Éste, recién llegado al poder enfrentará al caos que le heredaron los amarillos.
En aquella entidad la narcopolítica se vivió intensamente.
Luego de los acontecimientos de Iguala se prendió el foco de la infiltración de la delincuencia en las administraciones municipales. Más de un alcalde fue investigado por las autoridades federales. Por lo menos eso se informó en esos días.
De los resultados de las indagaciones nada se supo.
BAILAR CON LA MÁS FEA
A Carlos Navarrete, el antecesor de Basave, le tocó vivir la dirigencia perredista en tiempos conflictivos.
En cuanto llegó al poder, hace más de un año, tuvo que soportar las presiones de propios y extraños por el caso de Iguala.
Primero, intentó salvar la imagen abollada del PRD. Luego mejorar las condiciones políticas para ganar las elecciones estatales en Guerrero. No logró ninguno de estos propósitos.
Además, desde su elección, llegó con el signo “Los Chuchos” en la frente. Protegido por la tribu Nueva Izquierda le apostó al divisionismo y lo consiguió.
Al guanajuatense se le juntaron las pugnas internas, las derrotas electorales, y el entreguismo al gobierno federal. Todo en el mismo paquete.
Además de la presencia en el escenario político del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cuyo propietario es el ex priísta y ex perredista, Manuel López Obrador.
En esas condiciones llegó el PRD a la peor crisis en su historia: lleno de conflictos y sin la credibilidad y confianza de los electores.
NECESIDAD DE UN EXTERNO
Con las pugnas internas, el desprestigio de sus líderes, los escándalos de los narcopolíticos, y la crisis encima, un agobiado Carlos Navarrete decidió que lo sustituyeran en el cargo y renunció. “Los Chuchos”, con una elección controlada ayudaron a Navarrete a salir de la presidencia partidista, lo mejor librado posible.
Sólo que su sustituto debería buscarse en algún político externo, manejable, sin la presión de alguna tribu.
Así ocurrió. Agustín Basave, un ex priísta, fue habilitado, al vapor, como perredista y en él recaerá el futuro de un partido político que a estas alturas ya ni ata ni desata. La secretaría general estará a cargo de la guerrerense Beatriz Mojica, funcionaria en el desgobierno de Ángel Aguirre Rivero y candidata perdedora en la elección estatal.