Un nuevo reto
Ramón Zurita Sahagún miércoles 28, Oct 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Once años después de su primer intento, Héctor Astudillo Flores cristalizó su propósito de gobernar Guerrero.
Las condiciones en que asume el mandato el nuevo gobernante son muy distintas de cuando lo intentó la primera ocasión.
Recibió un estado con una deuda de 18 mil millones de pesos, lo que sería nada comparativamente con los adeudos de los gobiernos salientes de Sonora, Nuevo León, Michoacán y otros más.
Sin embargo, para Guerrero la deuda es considerable, ya que el estado se encuentra sumamente atrasado en algunas regiones, donde la pobreza llega al grado de extrema.
La violencia y los grupos delincuenciales abundan en sus distintas regiones y en algunas de ellas, actúan por encima de las autoridades en funciones.
Guerrero es un estado sumamente complicado, donde las bellezas naturales y los atractivos turísticos chocan con la pobreza de la región de La Montaña, donde el hambre es manifiesta.
Para Héctor Astudillo, la oportunidad de gobernar el estado le llega dos administraciones después de las administraciones perredistas de Zeferino Torreblanca Galindo y de Ángel Heladio Aguirre Rivero, las que no fueron del todo satisfactorias.
Ambos gobernantes dejaron saldos lamentables, tanto que el primero buscó nuevamente la alcaldía de Acapulco y fue derrotado en toda la línea, mientras que el segundo fue obligado a solicitar licencia.
Su relevo, Rogelio Ortega Martínez, impulsado por la izquierda perredista fue tan malo como su antecesor y las cuentas que entrega son nefastas.
El gobernador designado como interino y sustituto de Aguirre Rivero fue sacado de las aulas universitarias y su gobierno fue apocado, sin idea de nada, sirviéndole para su lucimiento personal y viajes suyos y de su esposa a otras entidades del país. A su salida del mismo destinó 25 millones de pesos a su alma mater (UAG), además de computadoras, vehículos e intentó limpiar su imagen de perezoso, argumentando que en su gobierno de poco más de un año dedicó su tiempo a la estrategia de diálogo con las organizaciones sociales, por lo que no pudo poner mayor atención en otros de los problemas que aquejan el estado.
Es cierto que Ortega Martínez recibió el gobierno estatal en llamas, luego de la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa y la crisis surgida por la presunta vinculación del alcalde Iguala, José Luis Abarca y su esposa María Isabel Pineda con el crimen organizado, además del persistente movimiento de rechazo de la CNTE a la Educación a la reforma en la materia.
Sin embargo, el gobernador interino dejó a unos y otros actuar a su arbitrio, sin problemas de ninguna clase y los maestros de la CNTE, tomaban edificios, saqueaban los mismos, agredían, cerraban carreteras, bloqueaban, incendiaban, sin consecuencias de ninguna clase.
La administración de Rogelio Ortega Martínez fue considerada como lo peor que le pudo pasar al estado, por lo que hubo un amago de no prorrogar su interinato.
Por eso mismo, uno de los primeros compromisos asumidos por Héctor Astudillo es que habrá una nueva estrategia contra la inseguridad con la participación de militares, y una nueva oficina de la PGR en Acapulco para el combate a la extorsión.
También precisó que en su gobierno no habrá persecución ni amenazas contra el movimiento social, y que la Escuela Normal de Ayotzinapa continuará recibiendo su respaldo en sus demandas educativas y en sus reclamos de justicia por los 43 desaparecidos y asesinatos.
Héctor Astudillo pidió a los guerrerenses que le tengan confianza, “soy un guerrerense que se ha formado y vivido en Guerrero, comprometido porque me toca gobernar en momentos difíciles pero decidido a enfrentarlo”. “Llego consciente, pero sin miedo, no tengo temores, espero encontrar la fuerza y la participación no sólo de la sociedad guerrerense, sino también del gobierno federal para enfrentar todo el tipo de problemas que tiene Guerrero”, dijo.
Precisó que llega a gobernar “en un momento de crisis financiera y social y la política espero sea la menor, donde no tengo otro propósito más que de servir a Guerrero, para que las cosas sean mejores; estoy en la idea de iniciar un nuevo capítulo para Guerrero, alejado de la violencia, de la confrontación, del rencor y el odio”.
Agregó que “lo que sucedió en Iguala nunca más debe pasar, y para que no vuelva a pasar soy enfático en decirles a los presidentes municipales, colaboren; porque al final de cuentas yo soy una sola ficha, tengo que convocar a todos y debe haber un cambio de actitud, el que, si ayudan las cosas pueden cambiar en Guerrero”.
El desequilibrio financiero histórico en el estado que heredará el gobierno de Héctor Astudillo Flores es de 18 mil 500 millones de pesos, aunado a que se necesitan unos 2 mil millones de pesos para “poder cubrir lo elemental y urgente, básicamente de servicios personales”, como el pago de salarios y aguinaldo.
La crisis en Guerrero es real y no solamente financiera, social, de inseguridad o política, llega a extremos mayores, por eso la ciudadanía rechazó un tercer mandato emanado del Partido de la Revolución Democrática. Uno de los renglones más afectados es el de salud, donde se habla de un probable fraude de más de tres mil millones de pesos.
Pero si el estado vive una situación complicada, el ayuntamiento de Acapulco se encuentra en una situación similar, ya que el alcalde Evodio Velázquez Aguirre llamó a los ciudadanos a que contribuyan con el pago del impuesto predial y el municipio tenga recursos, ya que de otra forma se complicarán las funciones de la administración. Apenas la semana pasada Evodio acudió al Congreso de la Unión, en busca de recursos para el año próximo.