Bicentenario y Centenario
¬ Augusto Corro lunes 23, Ago 2010Punto x Punto
Augusto Corro
UNO
A pocos días de los festejos por Bicentenario de Independencia y Centenario de la Revolución, pocos saben en qué consistirán los eventos.
Desde tiempos inmemoriales era suficiente un arco de triunfo conmemorativo o libros con reseñas de las epopeyas para colocarse en la inmortalidad.
En los tiempos modernos, las cosas son diferentes. Todo es efímero. Superficial. Vano.
Porfirio Díaz dejó un recuerdo en el Centenario de la Independencia: la columna en una glorieta en Paseo de la Reforma, con la “victoria alada”. Más que suficiente para recordarlo.
Hoy nos vamos sin monumentos. Ni siquiera estará a tiempo ese ostentoso edificio que albergará a los senadores, ubicado en la avenida mencionada.
Todo lo relacionado con los festejos se ve oscuro, malhecho, incongruente y sin sentido. Un desinterés total del gobierno conservador panista que no comulga con ideas renovadoras. Mejor para éste que nadie se acuerde de los héroes patrios.
El Partido Acción Nacional (PAN) se encuentra sumido en el pasado medieval con la añoranza de una monarquía. De esta agrupación política nada debe esperarse.
Sus antepasados ya probaron con Maximiliano y no les funcionó. Cualquier idea de Independencia o Revolución golpea sus oídos.
A los panistas se les da muy bien el oscurantismo, el fanatismo clerical ciego, la prepotencia y la cerrazón. No en balde el empeño de recuperar el poder político. Ahí está la lucha de la jerarquía católica contra Marcelo Ebrard.
Se deduce que el gobierno federal panista nunca tuvo un interés real para conmemorar dos hechos históricos tan significativos como son la Independencia y la Revolución de un país.
Además, el gobierno blanquiazul sigue sin solucionar el problema gravísimo que representa el crimen organizado, el desempleo, la corrupción y la impunidad y la miseria de millones de mexicanos.
Nada que festejar. Y si hubo algún proyecto económico para recordar a nuestros héroes, ese dinero debió invertirse en comida y en bienes materiales para contrarrestar los efectos depredadores de las lluvias. Por cierto, los organizadores tendrán que rendir cuentas exactas de los gastos con motivo de los festejos mencionados.
Si usted amable lector sabe algo de los actos conmemorativos de los que hablamos, platíquenos de ellos, porque nuestro plan para las fiestas tendrá como base un rico pozole, tostadas y agua de horchata, de jamaica y de limón con chía, con su respectivo grito de ¡Viva México!, en la intimidad del hogar, lejos de lo superficial, de lo fatuo.
Una vez manoseado el paquete de fiestas, cuya realización no se determina, al maestro Alonso Lujambio, titular de Educación, le tocará lidiar con el cúmulo de errores de la gente que falló en la organización del evento que se inició desde el gobierno de Fox.
Del monumento emblemático Estela de Luz Bicentenario hablaremos en otra ocasión.
DOS
El senador Carlos Navarrete, presidente del Senado, sabe que en el mundo de la política mexicana no existe la congruencia.
Que los partidos políticos se encuentran enloquecidos por el poder y las formas para alcanzarlo es lo que menos les importa.
De ahí que la fiebre aliancista de los órganos políticos se acelere y la élite de dirigentes abuse de sus posiciones.
Tal es el caso del senador Navarrete que de la noche a la mañana se autonombró precandidato a la Presidencia de la República o cuando menos aspirante a gobernador del Distrito Federal.
Con el pretexto de rendir su informe de actividades como presidente del Senado, Navarrete hizo imprimir su figura en decenas de anuncios espectaculares que colocó en diferentes vías para invitar al público al gran acto.
Nadie duda del excelente manejo de las relaciones públicas del legislador. Sin embargo, debe una explicación sobre el exagerado gasto de su propaganda política. ¿Es suficiente el sueldo de un legislador por gastar a manos llenas? ¿Inclusive estrenar una camioneta como lo señala una lectora?
Ante el desorden político que priva en los partidos, a Navarrete, hombre con mucho colmillo, se le ocurrió que podría sumarse a la lista de los próceres que buscan precandidaturas o candidaturas de representación popular con aspiraciones mayúsculas.
Se busca desde luego que aquellos que viven en las máximas alturas del poder se den cuenta que hay otros seres de ínfima categoría que aspiran competir en círculos superiores. Si Fox pudo llegar a Los Pinos, cualquier hijo de vecino también puede hacerlo.
Por otra parte, el senador Navarrete fue uno de los pocos legisladores dizque de izquierda que participaron en el “Diálogo por la Seguridad” organizado por Felipe Calderón.
Esto provocó la crítica acre de sus propios compañeros de banca en el Senado, pues manifestaron que se trataba de una acción de servilismo vil.
El senador perredista, Carlos Sotelo, dijo que Navarrate, al “atender a esta convocatoria (la de asistir a la reunión sobre seguridad) significa convalidar un juego perverso de manipulación para justificar y legitimar una política pública fallida”.
Dijo Sotelo que se buscará la remoción de Navarrete como líder perredista en el Senado. No es de creerse que esa acción perredista le quite el sueño al autopromocionado senador.
Y TRES
Con la energía propia de la juventud, surgió ayer una nueva corriente política en el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Uno de los principales promotores de este nuevo proyecto es Víctor Hugo Lobo Román, quien gobierna la segunda delegación más importante del Distrito Federal.
Miles de seguidores perredistas se reunieron frente al hemiciclo a Benito Juárez para sellar la creación de dicha corriente, denominada Fuerza Democrática (FD).
Lobo Román propuso la unidad del partido a través de un pacto-compromiso que impida la fragmentación del PRD durante la carrera por la candidatura presidencial.
Añadió que con este nuevo movimiento se buscará que el partido abra una “cuota juvenil” para permitir que los nuevos cuadros accedan a puestos de representación popular, y no sean espacios exclusivos para los “dirigentes distinguidos”.
Puntualizó:
“Que ningún dirigente de nuestro partido se rasgue las vestiduras y las remiende con demagogia, pues sólo el trabajo y la convicción es lo que permite fortalecer a la izquierda, para hacer frente a los embates de la derecha, y de quienes pretenden mantener el control del país para su propio beneficio”.
Dijo: “el pueblo está harto de violencia y de los múltiples problemas que lo aquejan, mientras que el gobierno federal demuestra incapacidad e impotencia para dar respuestas concretas y satisfactorias a los ciudadanos”.
Manifestó finalmente que el cambio auténtico sólo puede ser posible con un gobierno de izquierda.