¡Chúpale pichón!
¬ Salvador Estrada martes 20, Oct 2015Folclor urbano
Salvador Estrada
¡Ver para creer! La buena vida de los senadores tiene limitaciones. El jefe de la bancada perredista ya les impuso un nuevo mandamiento: ¡no beberás!
Los senadores tienen a su servicio un restaurante en las propias instalaciones de la cámara, y obviamente, en ese sitio comen y beben ¡con el poder de su firma! Y pueden llevar invitados, a fin de no salir a la calle y distraerse de sus labores legislativas. ¡A la gorra no hay quien le corra!
Este mandamiento no es para ahorrar el dinero del Senado (cómo creen tal barbaridad). No, de ninguna manera. Se trata de evitar que lleguen a las sesiones zigzagueando por las escaleras, como si fueran ciclistas en Paseo de la Reforma y luego en su escaño se queden dormidos y quizá hasta se echen una “roncadita” ¡rrgrrgrrg!
Ante esta medida antialcohólica se tendrá que poner un letrero en el acceso al recinto parlamentario ¡se prohíbe la entrada a senadores con aliento alcohólico!
Empero, este mandamiento es para cuidar su salud, más bien su ”salú” embriagadora. Las autoridades sanitarias acaban de descubrir un almacén de bebidas alcohólicas embotelladas, cuyo contenido es adulterado y si lo bebes tienes el riesgo de no ver claro y de jugar canicas e ¡irte al hoyo!
Estas botellas están etiquetadas con marcas de prestigio y son lo mismo de tequila, vodka, ron, brandy, cognac y whiskey, pero todas ellas adulteradas y pone de manifiesto “el alto rendimiento” de las aduanas, que es donde pasan al país las cajas de licor que son millones de litros adulterados y mortales.
Claro que los legisladores “no van a libar” a cualquier restaurante. Siempre van a los de “catego” para ampliar sus “relaciones públicas” y con su firma pagan los gastos, al fin que el Senado se los repone. Pero “las largas sesiones” les impide, a veces, ir a comer a la calle. Y tienen que creer que a su restaurante no han llegado las botellas “envenenadas” ni tampoco a los “comederos políticos” ahí donde “el veneno de la grilla” es el postre de cada día.
Ahora, lo que intriga a los legisladores es saber si van aplicar en los pasillos el “alcoholímetro” y en vez de remitirlos al penal, los van a llevar a su casa, pero en taxi.
Finalmente, los senadores quieren saber si por comer con vino y aperitivos los van a llamar “chupamaros” o “chupamirtos” o cuando soplen para conocer su estado y “den el golpe” les digan “¡chúpale pichón!”.