Reelección
Ramón Zurita Sahagún viernes 16, Oct 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
En México, el alargamiento de los períodos para los que fueron electos los personajes que no pasan por la vía del sufragio abierto es una constante tentación que pocos pueden rehuir.
Los sindicatos son el principal ejemplo de ello, donde los dirigentes alargan sus períodos, reforman los estatutos, adicionan clausulado y buscan métodos innovadores que les permitan disfrutar más del “sacrificio” por la clase trabajadora.
Dos ejemplos claros son el dirigente de los telefonistas, Francisco Hernández Juárez, quien desde hace casi 40 años (1976) encabeza el sindicato de esa industria.
Llegó bajo la bandera de la no reelección, misma que jamás respetó, porque su principal proclama pronto fue olvidada.
Carlos Romero Deschamps, el polémico dirigente petrolero es otro afianzado del poder sindical, ya que desde su arribo a la secretaría general buscó los mecanismos para continuar al frente del mismo y disfrutar al mismo tiempo de los cargos de elección popular a los que le da derecho su alianza con el Partido Revolucionario Institucional.
De nada han servido la exhibición de sus gustos caros, como son sus mansiones, sus autos de lujo, relojes y otros beneficios obtenidos con el sacrificio que ofrece a la clase trabajadora de su gremio.
Tres veces diputado federal y dos más senador, Romero Deschamps tiene dos décadas al frente de un sindicato que no le cuestiona el haber estado involucrado en el llamado “Pemexgate”, que registró el desvío de mil 500 millones de pesos de los fondos sindicales, para apoyos al entonces candidato presidencial del PRI, Francisco Labastida Ochoa, tampoco los excesos de lujos de los que hacen gala sus hijos José Carlos y Paulina.
Y es que los sindicatos en México continúan siendo manejados al arbitrio de los dirigentes con el beneplácito de sus agremiados que siguen la ruta trazada por Fidel Velázquez Sánchez, el eterno dirigente sindical de la CTM, que fue secretario general de la misma hasta su muerte.
Lo mismo sucedió con su sucesor Leonardo Rodríguez Alcaine, quien se pertrechó en la Confederación de Trabajadores de México hasta su deceso y Joaquín Gamboa Pascoe que sigue los mismos pasos.
Se resisten a dejar el poder, sin importa el tamaño del mismo.
LA SIMPLEZA DE AGUIRRE
Durante su segunda gestión como gobernador de Guerrero, Ángel Heladio Aguirre Rivero, fue señalado por su desapego a las formas usuales de gobierno.
Su comportamiento siempre fue el mismo, tal como lo mostró hace un par de días, cuando dijo que se encuentra “sin temor alguno” y “con la conciencia tranquila”.
También así se mostraba cuando los huracanes devastaron parte de su territorio y las inundaciones hicieron su aparición en las tradicionales zonas de recreo y atractivo turístico.
Aguirre Rivero nunca aclaró dónde se encontraba aquella fecha de las fiestas patrias en que Acapulco y otros municipios del estado quedaron aislados ante la fuerza de los elementos.
Pero tampoco fue llamado a declarar sobre la desaparición de 43 personas en el municipio de Iguala.
Tampoco sobre los señalamientos de que José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda fondearon su campaña electoral para el gobierno de Guerrero.
Aguirre Rivero es un personaje que guardó discreción durante algunos meses, después de que fue obligado a solicitar licencia, ante la pasividad de la administración que encabezó sobre los hechos violentos de aquella trágica noche de finales de septiembre del 2014.
Y es que el desastre de su gobierno era palpable, donde la apatía, abulia, omisiones y excesos eran cada vez más visibles.
Lo eran tanto que a unas cuantas semanas de su relevo como gobernante, su hermano Carlos Mateo y otros personajes ligados al afecto del gobernante fueron detenidos y hoy se encuentra presos, acusados de diversos delitos, como el desvío de dinero, tanto del erario estatal como del federal.
Ángel Heladio fue un personaje político sumamente popular que pudo gobernar su estado natal hasta en dos ocasiones y que lo hizo además por dos partidos diferentes y por un par de vías, la de gobernante interino y la de electo en las urnas, algo que solamente Víctor Cervera Pacheco logró en la época moderna del país.