La obra monumental “Carmina Burana” enamora al Auditorio Nacional
Espectáculos viernes 9, Oct 2015- Al final, el público pasó por desapercibida la ausencia de Alondra de la Parra, pues su mentor, Kenneth Kiesler, dirigió magistralmente
Asael Grande

La música de “Carmina Burana” en general habla del amor, del placer y el gozo que el amor renovado produce y la magnificencia de la composición que demanda excelentes ejecutantes. / Foto: Lulú Urdapilleta.
La Organización ORT de México I.A.P. presentó en el Auditorio Nacional la obra monumental, “Carmina Burana” (de Carl Orff), dirigida por el distinguido maestro Kenneth Kiesler, quien también llevó la batuta en este evento de la pieza musical “Bolero” de Maurice Ravel.
Cabe señalar que el maestro Kenneth Kiesler suplió a Alondra de la Parra, quien no se presentó debido a lo avanzado de su embarazo, y aunque al principio el público se sorprendió, finalmente pasó por desapercibida la ausencia de Alondra de la Parra, pues su mentor Kenneth Kiesler, dirigió de forma magistral.
En este concierto, de una de las obras más populares del repertorio sinfónico coral universal, participaron 250 artistas en escena, así como el bailarín estadunidense, Rasta Thomas, del Ballet Kirov, acompañados de la Orquesta Internacional de las Artes, la Compañía de Danza Contemporánea de Cuba, y la voz de los solistas Isabel de la Mora, soprano; el tenor Víctor Hernández, y el barítono Josué Cerón.
Cantata escénica del siglo XX compuesta por Carl Orff entre 1935 y 1936, “Carmina Burana” sonó en el Coloso de Reforma con música de orquesta y coros, con las intervenciones de la soprano Anabel de la Mora, el tenor Víctor Hernández y el barítono Josué Cerón, quienes aparecieron en diversos momentos de la pieza para dar vida a algunos de los poemas que integran dicha cantata.
El ritmo fue el encargado de dar variedad al conjunto, impidiendo así cualquier monotonía. Esta riqueza rítmica fue la característica más importante de “Carmina Burana” de Orff, así como sus versos en latín, fragmentos en alto alemán medio y provenzal antiguo. Su fragmento más conocido es el “O Fortuna”, que constituye la primera parte del preludio y que se repite al final de la obra.
El Bolero de Maurice Ravel fue otra de las piezas en este extraordinario concierto, una obra musical creada por el compositor francés en 1928 y estrenada en la Ópera Garnier de París el 28 de noviembre de ese mismo año. Bolero compuesto y dedicado a la bailarina Ida Rubinstein, su inmediato éxito y rápida difusión universal lo convirtieron no solamente en una de las más famosas obras del compositor, sino también en uno de los exponentes de la música del siglo XX.
La pieza musical es un movimiento orquestal inspirado en una danza española, se caracteriza por un ritmo y un tempo invariables, con una melodía obsesiva —un ostinato— en do mayor, repetida una y otra vez sin ninguna modificación salvo los efectos orquestales, en un crescendo que, in extremis, se acaba con una modulación a mi mayor y una coda estruendosa.
El ritmo adoptado por Ravel es el ritmo típico del bolero en tres tiempos, con la indicación del tiempo de un bolero muy moderado. Se acompañó de castañuelas, panderetas, tambor de orquesta, metamorfoseado después en caja orquestal, para marcar el ritmo de esta danza típica, dos flautines, un oboe d’amore, un saxofón sopranino y una pequeña trompeta en re. Algunos instrumentos no se utilizan más que en algunos compases, como el saxofón soprano, la gran caja orquestal, los platillos o el tam-tam.