El Papa, en EU
Ángel Soriano miércoles 23, Sep 2015Desde el portal
Ángel Soriano
Una vez que el papa Francisco concluyó su viaje a Cuba, llegó a la Unión Americana, donde arrecia la disputa por la candidatura presidencial a la Casa Blanca y en la cual los principales aspirantes han tomado como bandera el tema de la inmigración, olvidando que ese país ha sido construido por hombres y mujeres de todas las razas que han llegado a su suelo provenientes de todo el mundo, y hoy los triunfadores, que se han posesionado del poder político y económico de la nación, impulsan otro modelo para echar a los que consideran indeseables.
Seguramente, el Papa conoce bien las tendencias de los poderosos aspirantes a sustituir al presidente Obama en Washington y se considera que abordará el tema tal y como lo hizo en La Habana, al descalificar las luchas ideológicas por encima de los intereses de la sociedad, donde se privilegia la imposición de una tendencia política en contra de las legítimas aspiraciones de quienes menos tienen por aspirar a llegar una vida en mejores condiciones, con respeto a los derechos humanos y laborales, a la no discriminación.
El periplo papal llega a los Estados Unidos, curiosamente luego de haber estado en Cuba, un país que durante 5 décadas fue agredido sistemáticamente por quienes consideraron que era un peligro para América Latina, un riesgo para los intereses capitalistas de la Unión Americana, motivo por el cual fue castigada, sometida, pero resistió hasta la nueva época en que el fantasma del comunismo y el socialismo como un amenaza contra el capitalismo se ha disipado para entrar al terreno de la convivencia armónica, cuando menos con la principal potencia del mundo.
Hoy, lo que preocupa es la cerrazón de uno de los principales aspirantes del Partido Republicano por abanderar la lucha por la presidencia, Donald Trump, cuyos discursos han encendido la reacción de los grupos de ultraderecha, de los radicales xenófobos que luchan en contra de la inmigración ilegal y que si bien están en su derecho por defender los intereses de su nación, los derechos humanos y las libertades deben estar por encima de ellos.
Por ello, la presencia de Su Santidad en la Unión Americana causa expectativas, que esperemos sean cubiertas con mensajes de aliento y apoyo en favor de la amplia comunidad latina que suma sus esfuerzos al desarrollo del vecino país, y que hoy es motivo de persecución policial, de agresión de parte de los patrones, de las autoridades de diversos niveles que ven en ellos a intrusos que llegan a ese país para “quitarles el empleo e ingresos”, como señala el magnate neoyorquino.
Evidentemente, el problema de la migración de un país a otro no es propio entre países vecinos de México-EU, sino que abarca ya a todo el mundo, a consecuencia de las guerras y de la imposición de religiones e ideologías, de la disputa de los recursos naturales y del poder económico y político, pero hacen falta líderes de la talla del papa Francisco en busca de la concordia y del entendimiento entre los pueblos, para terminar con la carnicería que amenaza convertirse en diversas regiones del mundo.
Cuando menos, si en Cuba o en Miami hubo inconformidades por las expresiones del Papa, cuando menos en la comunidad mundial se toma como un ejemplo de lo que debe ser, de superar las barreras ideológicas y de los amplios intereses que pretenden imponerse a costa de lo que sea, lejos de la convivencia civilizada y de la lucha por el poder como una forma de servicio, no de opresión a los que menos tienen, para colocarse en una situación de poder y de intolerancia.