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Ramón Zurita Sahagún martes 22, Sep 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Si algo está sumamente claro en la ruta del PRD, es que su futuro se encuentra confuso.
Los dirigentes perredistas saben que la contienda electoral del 2016 (con cambio de 12 gubernaturas) traerá repercusión directa hacia el 2018.
Su futuro depende de los buenos resultados que pudieran obtener en los 12 estados en competencia y donde mantiene escasas posibilidades de ganar alguno de los gobiernos.
De ahí, su interés en establecer alianzas de todo tipo, especialmente con Acción Nacional, un partido que va por la conquista o mantenimiento de cuando menos tres de las entidades en disputa.
Los resultados electorales del pasado 7 de junio dejaron al partido del sol azteca sumamente maltrecho, a pesar de haber ganado el gobierno de Michoacán.
Es cierto que canjearon uno por otro, ya que obtuvieron el triunfo en Michoacán y dejaron ir el de Guerrero en un extraño trueque con los priístas que perdieron Michoacán y ganaron Guerrero.
Curiosamente, ambos estados padecen los mismos problemas, delincuencia organizada, altos índices de violencia, marginación, éxodo de sus habitantes y un total abandono por parte de los anteriores gobernantes, los que fueron defenestrados, mediante solicitudes de licencia. Sin embargo, fuera de ello, los perredistas recibieron severos reveses en plazas que antes del 7 de junio eran de su pleno dominio.
El Distrito Federal fue desde 1997 del dominio total del perredismo, por lo que no se preveían los resultados dejados por el más reciente proceso electoral. La pérdida de la mayoría en la Asamblea Legislativa, derrotas en un gran número de distritos federales y una decena de jefaturas delegacionales que les fueron arrebatadas por priístas, panistas y morenos.
En Tabasco, otro reducto perredista, el ayuntamiento capitalino que había sido ganado por un candidato del sol azteca fue anulado y otros ayuntamientos que gobernaban pasaron a manos de otros partidos.
Morelos es otro estado, que gobernado por el PRD, le fue arrebatada la hegemonía y hasta un partido sin gran presencia se quedó con la capital del estado. Estas derrotas, pero principalmente la del Distrito Federal dolieron, aunque la caída fue paliada por la victoria de Michoacán.
Pero para el 2016, se advierte pocas posibilidades de una votación alta para el perredismo y si acaso Oaxaca y Tlaxcala, pueden ser entidades en las que podrían ganar, aunque, se considera, que no lograrían nada de ir solos, sin el apoyo de otros partidos.
De los restantes 10 estados en juego para el 2016, los posibles candidatos del sol azteca representan muy poco para la ciudadanía, a no ser que venga un desgajamiento de un partido mejor posicionado, como lo es el PRI.
Hace algunos años, el PRD se nutrió de ex priístas para ganar los gobiernos de Zacatecas, Tlaxcala, Baja California Sur, además de Chiapas y Nayarit en alianzas con Acción Nacional. Los candidatos postulados por el PRD que ganaron habían renunciado al PRI apenas unas semanas de convertirse en candidatos del sol azteca, al igual que los de las alianzas de aquellos años.
Al tener solamente dos estados en los que podrían designar al candidato y que los demás partidos de la alianza los respalden (especialmente Acción Nacional), los perredistas concluyen que en los restantes diez el PAN haría lo propio, nombrados a los candidatos de la eventual alianza.
Zacatecas podía ser otra entidad que los perredistas reclamen para ellos, pero donde el PAN tiene una buena presencia.
Por lo que respecta a Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz, de darse la alianza, los panistas llevarían mano en cuanto a designar al candidato a gobernador.
Estas nueve plazas tienen escasa presencia del perredismo, aunque en algunos municipios se hacen notar.
Pero lo principal es que en la contienda de los 12 estados, el PRD deberá fortalecer su presencia si es que pretende subsistir para el proceso electoral presidencial. Su principal opositor es Morena, partido que cayó bien en algunos sectores de la población y que podría arrebatarle una buena cantidad de sufragios en algunas de esas entidades.
El Movimiento de Regeneración Nacional no creció conforme a las expectativas que se tenían a nivel nacional, pero sí dejó constancia de su presencia en Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Tlaxcala y Veracruz.
La presencia de la izquierda no es arrolladora en casi ninguna de esas entidades, por lo que la disputa por el voto será singular entre los dos partidos de izquierda.
De ahí, que los perredistas optan por buscar las alianzas con la derecha, sabedores de que les será difícil transitar por el proceso electoral del 2016 con buenos resultados.
Y es que si el perredismo sigue a la baja en los procesos electorales del año próximo, les será difícil participar con un candidato propio en la contienda presidencial del 2018, sin importar que su candidato sea Miguel Ángel Mancera o cualquiera de los otros nombres que son mencionados.
Es cierto que el jefe de gobierno del Distrito Federal analiza si porta el estandarte de un partido o se lanza por la libre en una de las tantas candidaturas independientes que se han puesto de moda.
Para los otros aspirantes, los que si militan en el PRD, como Graco Ramírez, gobernador de Morelos, el panorama se torna sumamente brumoso si su partido continúa a la baja.
La apuesta perredista está echada y se concentra en conseguir la anhelada alianza con la derecha, para intentar la obtención de un mayor número de sufragios que les permita presentarse en 2018 como una de las opciones presidenciales.