El bailongo
¬ Salvador Estrada martes 22, Sep 2015Folclor urbano
Salvador Estrada
El baile les llegó de pronto a los presidentes, como una necesidad política para ganar adeptos o para sacar el estrés del poder, que tanto los daña y los hace prepotentes.
Y así vimos al presidente norteamericano y su esposa mover el cuerpo, los pies y los brazos para manifestar a sus seguidores que están vivos, que son de carne y hueso y que no son intocables.
¡Ah!, pero también el mandamás de Venezuela, que tiene el don de “hablar con los pajaritos”, seguramente porque ya está Maduro, lo vimos moverse al ritmo de una cumbia colombiana, aunque esté en pleito fronterizo con Colombia y “los Santos” no estén con él.
Aquí en México le damos duro “al bailongo”, porque es la fuga de los capitalinos clasemedieros, que así se olvidan de las transas de sus políticos y de sus autoridades.
Ya vimos a los legisladores panistas en una “reunión de trabajo”, en Puerto Vallarta, que le dieron gusto al gusto y echaron su canita al aire con “guapas edecanes” bailando de “cartoncito de cerveza”. Y toda esa fiesta se pagó con dinero de la Cámara.
Y eso es lo que molesta e indigna a los ciudadanos, que los políticos “nos lleven al baile”. Y nos vean la cara…
Tanto jodido que hay en el país y resulta que un ex asambleísta dio a conocer que en sus tres años de gestión legislativas se ganó ¡11millones de pesos! por alzar la mano, dormir la mona o hacerse pen…sante en la Asamblea.
Ese exceso de pago nos calienta y nos obliga a hacer votos para “ir a bailar a Chalma” y pedir que ya no se pasen de verduras, porque ahora con la petición presidencial de “apretarse el cinturón”, ellos deben ser los primeros en hacerlo y reducir su salario.
Los primeros en bajarse el salario van a ser los del PRD, según anunció su coordinador en la bancada, y esperamos que su ejemplo contagie a legisladores de los otros partidos y también lo hagan los secretarios de Estado.
Y si no reducen sus ingresos, pese al llamado presidencial, de apretarse el cinturón, a los capitalinos nos tocará “bailar con la más fea”, porque para los políticos toda la lana y para los ciudadanos todos los impuestos. ¡Qué bonito bailongo¡ ¡eeeh!