El “embarcadero” perredista
¬ Augusto Corro viernes 28, Ago 2015Punto por punto
Augusto Corro
En sentido figurado el verbo embarcar significa la inclusión de alguien en una empresa o actividad, generalmente con un matiz de dificultad o compromiso, y así se dice embarcar en un negocio, en una conspiración, etc.
Esto viene a cuento porque en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) embarcarán al politólogo ex priísta, Agustín Basave, nacido el 21 de septiembre de 1958, en Monterrey, para que lo rescate del abismo político en que se encuentra.
Por lo pronto, a Basave lo perfilan como el próximo presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del mencionado instituto político. El se deja querer y acepta los retos.
Sin duda, se trata de un político arrojado, valiente, seguro de sí mismo.
Hasta donde se ve, las tribus ya dieron el visto bueno para que el ex priísta los guíe para salir del laberinto político en el que siempre vivieron.
Con la certeza de lo que le espera, el próximo dirigente neoperredista (apenas antier se registró como militante perredista) ya expresó su vocación de bucanero:
“Pienso embarcarme en la tormenta por la que cruza el PRD… embarcarse cuando las aguas están tranquilas y el viento sopla a su favor, no tiene mérito. Subirse al barco cuando hay tormenta puede ser la diferencia. Yo me voy a embarcar ahora que hay tormenta y tormenta fuerte”.
¿Qué es realmente lo que movió a Basave para inmiscuirse en la tragedia griega que se vive en el PRD y que tiene como principales actores a las tribus en pugnas constantes? ¿Fue su espíritu aventurero?
Porque ese será su ingreso al partido del sol azteca y la misión que desempeñará, suponemos que contra viento y marea: una aventura de pronóstico reservado.
Basave, como politólogo, conoce muy bien los fracasos de la izquierda en varios países latinoamericanos y México no es la excepción.
Quizás el PRD en tiempos de Cuauhtémoc Cárdenas estuvo muy cerca de ser una organización de izquierda, pero al final terminó en una empresa de mercenarios de la política, como se contempla ahora.
Los perredistas en los cargos públicos encontraron el camino para enriquecerse y lo hicieron. Lo anterior iba de la mano con el abandono del PRD a las causas sociales, en términos concretos, se divorciaron del pueblo y se volvieron gobiernistas.
La cúpula perredista, en el apogeo del poder, no midió las consecuencias de su irresponsabilidad y apoyó a cuanto facineroso se acercaba a pedir ayudar para conseguir alguna gubernatura o un cargo de representación popular.
Ejemplos de lo que hablamos son los casos del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero; y del alcalde de Iguala, José Luis Abarca. Ambos de extracción perredista, implicados directa o indirectamente en la desaparición de los 43 normalistas hace casi un año.
El PRD es una nave azotada por una tormenta o más bien huracán derivados de sus errores, entre otros sus pésimos resultados en las contiendas electorales; pero principalmente de la falta de unidad.
Esto último se refleja en que el próximo dirigente perredista no saldrá de ninguna de las tribus que integran el partido, sino que la responsabilidad recaerá en Basave, un ex priísta de hueso colorado.
Si se conoce la división que existe en las tribus perredistas se entiende muy bien por qué se tuvo que recurrir a una persona externa al partido para hacerlo su dirigente. No será esta solución improvisada la que saque al partido del sol azteca del abismo en que se debate.
Por cierto, en sus primeras declaraciones, Basave, el flamante aspirante a líder perredista no mostró alguna novedad en su proyecto para rescatar al PRD.
Dijo, desde luego, que en caso de llegar a la presidencia del PRD no descarta realizar alianzas con el PAN, inclusive con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pues así se ganó Oaxaca, Puebla y casi Durango. De Guerrero no habló, tal vez, porque en esa entidad el gobernador perredista, Ángel Aguirre Rivero, fue el ejemplo patético de un estado fallido.
Oaxaca tampoco sirve como muestra del arte de gobernar. En este estado, Gabino Cué llegó al poder y no supo qué hacer. Esa entidad se encuentra peor que nunca azotada por la pobreza, la violencia y el desgobierno que aprovecharon los líderes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) para enriquecerse.
Alguien tendrá que decirle a Basave que las alianzas con sus adversarios políticos son un reflejo de capacidad, mediocridad y falta de principios sólidos. Nunca resultó revolver el agua con el aceite.
Feliz fin de semana.