En el PAN no todo es alegría
¬ Augusto Corro martes 18, Ago 2015Punto por punto
Augusto Corro
En el Partido Acción Nacional (PAN) no todo es alegría.
Si bien es cierto que ya eligieron a su nuevo líder, el joven Ricardo Anaya, los problemas de fondo siguen sin solución.
De 477 mil panistas que se esperaban en las urnas, sólo votaron 170 mil. Es decir, poco menos de 40 por ciento. Hubo, pues, un 60 por ciento de abstencionismo.
Esto refleja apatía, indolencia o un desprecio a quienes participaron como candidatos a la presidencia de Acción Nacional.
El triunfo de Ricardo Anaya Cortés ya estaba cantado.
Con el apoyo de la infraestructura partidista nacional que controla Gustavo Madero, el dirigente actual, Anaya ya tenía seguro el triunfo.
El adversario, Javier Corral, senador con licencia, participó en una contienda que de haber ganado ahondaría más las divergencias en su partido. Por lo pronto, en los comicios dominicales sólo se apreció la pugna entre los seguidores de Corral y Anaya.
¿Dónde quedaron los calderonistas? ¿Decidieron no votar ni por Anaya ni por Corral? Es posible. Sin embargo, el propio Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala sí fueron a emitir su voto. ¿Por quién? Casi es seguro que se inclinaron por Anaya.
Más de una razón llevan a pensar lo anterior. Por ejemplo, que se abra la posibilidad de darle mayor juego político a Margarita, en sus aspiraciones de regresar a Los Pinos.
Con Anaya son más las esperanzas de lograrlo, que con otro panista en la dirigencia nacional. Sin embargo, conforme avance el tiempo, Anaya le dará mayor atención a las voces que lo señalen como posible candidato blanquiazul a la Presidencia de la República. Automáticamente aparecerá como aspirante al máximo cargo al que desea llegar un político: la Presidencia de la República.
Bueno, este tema forma parte del futurismo político en el que se encuentran incluidos el actual líder Gustavo Madero y el impresentable gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle.
Estos dos últimos tienen tres años para trabajar una imagen política positiva, que por ahora no tienen. Moreno Valle buscará cerrar el poco tiempo que le queda en la gubernatura y Madero aprovechar su oportunidad de coordinar a los diputados panistas en San Lázaro.
Entre esos panistas estará el candidato a los comicios presidenciales del 2018.
A partir de ya, todas las acciones de los aspirantes blanquiazules al principal cargo de representación popular evitarán agudizar el divisionismo interno.
Porque siguen las amenazas veladas de una mayor fractura. El ex presidente Calderón dejó entrever, en varias ocasiones, que si no encuentra satisfactorio lo que hacen los dirigentes panistas, él estaría en condiciones de abandonar al partido.
Por supuesto, las advertencias de Calderón no impactarán en la cúpula del poder panista por una razón: Calderón dañó considerablemente la imagen de Acción Nacional.
A nadie se le olvida la estrategia fallida para combatir a la delincuencia organizada que dejó un saldo de más de 80 mil muertos.
Por eso, llama la atención que Margarita busque la candidatura panista a la Presidencia de la República en un país, que al contrario de lo que se piensa, sí tiene memoria y recuerda muy bien las pésimas administraciones sexenales de Vicente Fox y Felipe Calderón. ¿Después de la elección del domingo, el PAN salió más unido? No. Si el 60 por ciento de panistas no fueron a votar, esto quiere decir que no todo es alegría en el partido.
EL COMPLICADO OAXACA
La ineptitud del gobernador Gabino Cué, la indolencia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y su apéndice la Sección 22 y la ambición de Andrés Manuel López Obrador, el dueño del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) conforman un coctel político de resultados impredecibles para Oaxaca.
El mandatario estatal no encuentra la salida al sinnúmero de problemas que ocasionó por su incapacidad para gobernar y ahora demanda a gritos que las autoridades federales acudan a ayudarlo.
El conflicto magisterial creció y se complicó gracias a la mano tibia que le impidió poner orden. Ahora que pretende poner las cosas en su lugar, no tiene autoridad moral para hacerlo. Por el momento, ya no quiere gobernar, su deseo es dejar el cargo en manos de las autoridades federales. Vaya manera de manifestar su irresponsabilidad. Mientras, los maestros oaxaqueños siguen empeñados en resolver sus problemas personales, sin atender su responsabilidad real: impartir clases.
Y en ese río revuelto, el líder de Morena intenta llevar agua a su molino. No le importa aliarse con la CNTE y sus dirigentes políticos que protestan hasta por el vuelo de las moscas: marchan contra las reformas educativas, las elecciones, la reorganización de la educación estatal, etc.
Eso sí, asisten muy puntuales a cobrar sus sueldos sin dar clases. Con estos sujetos busca aliarse el partido Morena. No importa la calidad de las alianzas, lo que vale es la suma de inconformes, aunque después se cobre la factura de los errores. López Obrador ya tuvo la amarga experiencia en Iguala, donde el alcalde perredista, su amigo, las fotos así lo comprueban, fue señalado como autor intelectual de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. El tabasqueño trató de justificar es relación, pero resultó en vano.
En el presente, López Obrador pretende formar una alianza con dirigentes magisteriales corruptos que cobran por su trabajo político, no como educadores.
¿Será que al tabasqueño no le importa ya cuidar su imagen como le ocurre a Cué? El primero quiere alianzas al precio que sea; al segundo ya no le importa lo que digan, su deseo principal es dejar el cargo, lo más rápido que se pueda.