Beltrones, el ascenso
Roberto Vizcaíno viernes 14, Ago 2015Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- La licencia de Manlio pone fin a una carrera de 12 años continuos en el Legislativo
- Emilio y el sonorense integraron uno de los modelos de negociación más efectivos
- En los hechos no existen otros políticos que hayan durado tanto tiempo en el poder
Hoy terminan 15 años de cogobierno del PRI desde el Congreso. Con su petición de licencia a la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones concluye con una carrera de 12 años continuos de uno de los más sobresalientes liderazgos dentro del Congreso mexicano.
Con ello se queda solo Emilio Gamboa en el Senado. El yucateco ya no tendrá la interlocución y mancuerna de negociación política que le representaba Manlio.
Pero nada qué lamentar. Todo esto representa el fin de la incertidumbre vivida por ambos debido a que no había definición del futuro del sonorense.
A partir del viernes 21 de este agosto, Beltrones despachará desde la silla principal del PRI. Su tarea tendrá que ver con los trabajos del Congreso, pero además con otros muchos temas en el país.
Este final, corta una de las más exitosas coordinaciones de 2 líderes parlamentarios en el Poder Legislativo.
Su salida alterará inevitablemente el equilibrio del poder de Emilio Gamboa dentro del Senado de la República.
Obligará sin duda a modificar el predominio, estilo de negociación y de alcance de acuerdos del PRI en el Congreso.
Eso, porque ambos -Emilio y Beltrones-, no sólo lograron ejercer uno de los modelos de coordinación más efectivos dentro del legislativo, sino que indujeron durante los últimos 12 años un cogobierno de hecho desde sus respectivas posiciones en el Senado y la Cámara de Diputados.
Su peso político y acciones —con una operación que muchas veces trascendió al Congreso, y llegó a niveles y sectores insospechados-, las convirtió en más que un contrapeso priísta dentro de los regímenes de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón.
Beltrones llegó a ser —entre 2006 y 2012-, uno de los pocos factores de la estabilidad y viabilidad del sistema político.
Con el triunfo de Enrique Peña Nieto -que marcó el regreso del PRI a Los Pinos-, Gamboa y Manlio se convirtieron durante los últimos dos años y medio, en los elementos determinantes de la negociación y aprobación del paquete de reformas constitucionales más trascendente y profundo en la historia del país.
Sin ellos difícilmente se hubiera remodelado ni modernizado al Estado mexicano.
Así, el término de la LXII Legislatura, no sólo define el fin de la carrera parlamentaria de Beltrones, sino de la primera etapa del gobierno de Peña Nieto.
EL FUTURO
A partir de la siguiente semana, Beltrones entrará en una de las posiciones de poder más prometedoras que ha tenido bajo su responsabilidad. Él sabe que desde ahí puede construir uno de los episodios más insospechados y sin límites que se le hayan otorgado a un político.
Hasta inicios de la semana anterior, el sonorense transitaba por uno de los episodios más inciertos de su vida política. Pero aguantó, tensó sus posibilidades y el martes 4 —según confirman todas las crónicas-, luego de un encuentro y conversación privada con el presidente Enrique Peña Nieto, salió de Los Pinos con la aprobación para ser el siguiente dirigente nacional del PRI, su máxima aspiración en estos momentos.
Convertido en el único contendiente real, discordante de Peña Nieto, su futuro no tenía muchas perspectivas. Él mismo había dejado en claro que o era presidente del PRI, o prefería irse a su casa a cuidar de sus nietas.
Hoy, Beltrones ya no sufre la incertidumbre. Pronto será líder nacional del tricolor y sus perspectivas son simplemente inmejorables.
GAMBOA Y MANLIO
Manlio y Emilio son la encarnación del tránsito del viejo al nuevo régimen. Surgidos y formados en el sistema de partido único -donde el voto efectivo era un elemento retórico y el reparto del poder se ejercía desde Los Pinos-, ambos han actuado durante estos años desde el Congreso como guardianes de la naciente democracia mexicana.
En México no existen hoy otros como Beltrones y Gamboa. En ningún partido. Nadie tiene tanta permanencia en el primer nivel del poder y la política como ellos. Ningún otro con tal influencia dentro y fuera del Congreso mexicano.
Ambos han dominado indistintamente el Senado de la República y la Cámara de Diputados desde el 2000 a la fecha. Juntos han representado uno de los enclaves más importantes dentro “del sistema”.
En este lapso, el de la alternancia en la Presidencia de la República, en que casi desaparece el PRI y el de las más profundas y trascendentes reformas estructurales que han remodelado al Estado mexicano, ellos también se han innovado.
Por sobre su edad —Gamboa con 64 y Beltrones con 62-, conservan figura esbelta, imagen limpia y pulcra, sin excesos de ningún tipo —pocos saben dónde viven; no acuden a reventones partidarios o de grupo ni reportan viajes en helicópteros o jets de lujo, o apartan secciones exclusivas en primera clase-, y a pesar de que terceros les manejan Facebook y Twitter parecen entender lo que representa hoy la penetración de las redes sociales, y se mantienen a salvo de ellas.
Nacidos los dos en agosto —Gamboa en el DF el día 23 de agosto de 1950, licenciado en Relaciones Industriales por la Ibero, y Manlio en Villa Juárez, Sonora el 30 de agosto de 1952, Economista por la UNAM-, han corrido casi en paralelo durante los últimos 35 años hacia la cúspide del poder.
Hasta el 2000 cada uno lo hizo por su propia vía.
Ese año llegó Gamboa al Senado. Tres años después lo hizo Beltrones a la Cámara de Diputados. Desde entonces ambos han pasado de una a otra cámara. Desde el 2006 tienen las coordinaciones de sus grupos, es decir, controlan prácticamente al Congreso.
Las circunstancias y la cantidad de legisladores bajo sus coordinaciones han sido dos elementos esenciales en el ejercicio de su poder. Pero esos dos elementos fundamentales no servirían de nada sin la inteligencia y experiencia políticas de estos dos personajes.
Hoy Gamboa tiene el control de 52 senadores de entre 128 que forman el total en el Senado.
Beltrones por su parte lo hizo con 212 diputados de los 500 que integran el pleno de San Lázaro.
Con esas bancadas ellos no pueden sacar adelante una votación por sí mismos, siempre tienen que acudir a una negociación y a compromisos con los coordinadores y líderes partidarios de las otras 6 fuerzas representadas en esa cámara. Pero el peso y número de sus bancadas determinan que sin ellos los otros partidos no puedan aprobar nada.
Así toda negociación real dentro del Senado y la Cámara de Diputados pasó por su decisión.
Esto a su vez determinó su nivel y la calidad de su interlocución. Con ambos negoció y acordó personal y directamente desde el presidente Enrique Peña Nieto hasta los secretarios de Estado, directores de paraestatales, gobernadores, alcaldes; líderes partidarios, empresariales, industriales, financieros, sociales o sindicales; embajadores de México en el exterior y del exterior en México; con todos quienes ellos determinaron que debían hacerlo.
Una de sus virtudes es que, pese a todo esto, no utilizaron su poder para someter o denigrar a terceros.
Beltrones y Gamboa son de trato suave, terso pero decisivo. Un estilo que no ejercen otros.
Con ellos nunca hubo o hay tampoco documentos o videos comprometedores. Todo opera con base en el cumplimiento de “la palabra”. En el poder y la política Beltrones y Emilio son reconocidos y ampliamente apreciados justamente por eso: ellos si cumplen, afirman sus interlocutores, y los miembros de sus grupos políticos.
Desde esta posición Emilio y Manlio impulsaron y colocan además candidatos a gobernadores, embajadores y otros muchos cargos y posiciones con lo que han creado cada uno sus propias redes de influencia en áreas y niveles insospechados.
Unidos por la sobrevivencia transicional, Gamboa y Beltrones han fortalecido sus enclaves de poder dentro del Senado y la Cámara de Diputados cuidándose, protegiéndose uno al otro.
Hoy ese enclave está a punto de cambiar con Beltrones en la cúspide del PRI y Gamboa con su permanencia en el Senado.